No hay salida

Estaba cerca de llegar a la oficina de mi padre cuando de repente sentí una sensación negativa como si algo fuera a sucederme. Me dije a mí misma que no era nada importante, cuando de repente mi padre abrió la puerta llamándome a entrar. Asentí con la cabeza y entré con prisa.

(sonido de puerta cerrándose)

Wagner, padre de Beatriz: Hola Beatriz, ¿cómo estás? - preguntó mirándome seriamente.

Beatriz: Estoy bien, ¿qué haces aquí en este fin del mundo? - pregunté algo irritada.

Wagner: ¿Es esta la forma de hablarle a tu padre? - me miró seriamente.

Beatriz: Ahora recuerdas que tienes una hija, jaja, qué gracioso - lo miré y luego aparté la mirada.

Wagner: Deja el drama, Beatriz, nunca dejé que te faltara nada de lo mejor.

Beatriz: Solo te olvidaste de mí - murmuré bajito.

Wagner: ¿Qué dijiste? - se acercó más a mí.

Beatriz: Nada, no fue nada - bajé la cabeza avergonzada.

Wagner: Bueno, quiero que te sientes para que podamos hablar - dijo mientras me ofrecía una silla.

Beatriz: ¿Sobre qué?

Wagner: Sobre tu futuro - me miró con expresión seria.

Permanecí en silencio durante 15 segundos, no lograba entender qué era tan importante sobre mi futuro. Ni siquiera mencionó mi vestuario, lo cual debo confesar que me incomodó un poco. Estoy tan nerviosa que ni siquiera me di cuenta de que estaba apretando las manos. Bajé la cabeza antes de decir algo.

Beatriz: ¿Qué pasa con mi futuro?

Wagner: Te casarás con el hijo mayor de los Hastings, que ha estado a cargo de los negocios familiares por un tiempo, y solo será dueño de la empresa familiar si se casa con una dama, y esa dama serás tú - dijo con una sonrisa en el rostro, lo que me dio asco.

Me levanté rápidamente de la silla, puse mis manos sobre la mesa y dije:

Beatriz: Nunca me casaré con alguien a quien ni siquiera conozco. - Luego de decir eso, salí corriendo directo a mi habitación.

Cuando llegué a mi habitación, cerré la puerta con llave y me tiré en la cama, comenzando a llorar. ¿Cómo es posible que me case sin siquiera quererlo? ¿Y si es un viejo? ¡No quiero ni pensarlo! ¿A nadie le importa si soy infeliz? Debí haber sospechado esto viniendo de mi padre, por eso siempre me aisló del mundo, alejándome de todos y de todo, incluso prohibiéndome ir a la escuela a pesar de que siempre estuve apasionada por la literatura. Comencé a llorar sin parar, sollozando y ahogándome en mi dolor, cuando de repente escuché un golpe en la puerta. 

Beatriz: Déjame sola - apenas salió mi voz. 

Fátima: Soy yo, Beatriz. - Me levanté y abrí la puerta para que ella entrara, luego corrí hacia la cama. 

(Silencio) 

Fátima: Tu padre me contó todo lo que está sucediendo. - Pasó la mano por mi cabello y luego me ofreció un vaso de agua. 

Beatriz: ¿Qué haces aquí entonces? - Tomé el vaso de agua de su mano y me lo bebí todo, luego sentí un fuerte dolor de cabeza que hizo que mi vista se nublara. 

Fátima: Lo siento... - Fue lo último que escuché antes de que mi vista se oscureciera y cayera dormida. 

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