una historia llena de Romance, amor a primera vista con mucha complicidad emocional
NovelToon tiene autorización de Venney Mary para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Perdóname
CAPÍTULO VEINTE: PERDÓNAME.
Antonella Salvatore.
(A continuación del flashback)
Ambos salimos de la cama directo a la ducha. Bajo la lluvia artificial, el agua caliente que cae sobre mi cuerpo me relaja un poco. Observo sus movimientos. Emiliano toma su champú, vierte un poco en su mano y luego lo unta en mi cabello. Su olor es fresco, ya huelo a él. Con delicados masajes en mi cuero cabelludo, la suavidad de su toque y la delicadeza de sus movimientos son reconfortantes.
Emiliano es toda una cajita de sorpresas. Amo todo de él: sus cuidados, los detalles, la manera tan especial en que es conmigo. Me dejó hacer, con algo de vergüenza, porque no estoy acostumbrada. Todo es nuevo para mí. Vuelvo bajo la lluvia artificial para quitar la espuma de mi cabeza.
—Eres hermosa, princesa —dice Emiliano—. Mereces lo mejor de mí. Haré todo lo posible e imposible para que estemos juntos siempre.
Él está frente a mí. Después de declarar esas palabras, me besa con determinación. Me envuelvo entre sus brazos y llevo mis manos a su pecho.
—Y tú eres un hombre maravilloso, el mejor que pude encontrar, amor —le respondo—. Nunca cambies, por favor.
Después de unos segundos, culminamos el baño. Salimos envueltos en las toallas. Ya es hora de irme.
Busco mi ropa para vestirme, mientras mi amor busca en su armario. Nos vestimos, busco mis cosas, él coge las suyas y, enseguida, salimos de la habitación.
—¿Dónde está tu nana? —pregunta Emiliano.
—Seguro anda en sus cosas. En un rato la localizo. También quiero saber dónde está. Hoy me comunico con mis padres, ya quiero que los conozcas y que ellos te conozcan a ti.
—Les das mis saludos. Está bien, amor.
Salimos del edificio. Emiliano me va a dejar unas casas antes. Se supone que estoy con Ica, no me puede ver llegar con él en su auto.
(Fin del flashback)
Suelto un suspiro. No sé cuánto tiempo ha pasado, pero no tengo ánimos de salir de mi habitación. Me quedo en la cama, en la misma posición. Estoy cansada, solo quiero dormir.
Arthur Ferrer.
Ya tengo en mis manos toda la información de esa muchacha.
Lo he revisado todo y no encuentro nada de qué hablar mal sobre ella o su familia.
Ella solo se dedicó a estudiar, y en su tiempo libre trabaja con su familia.
—¡Maldita sea! Ahora tengo que pensar en algo.
Sigo leyendo: sus padres tienen un pequeño negocio; con eso han sabido sobrevivir.
Lo que me llama mucho la atención es que el señor FILIPPO SALVATORE es hijo de una familia acaudalada, gente de poder, de buen nombre, con grandes empresas y sucursales a nivel nacional e internacional. Me pregunto por qué motivos él vive bajo el mundo de la clase media si su familia tiene tanto.
¿Qué habrá pasado? Esos detalles no los tengo aquí en el informe. Tengo que saber más a fondo.
Suena mi teléfono. Veo el nombre de mi hijo.
—¡Hola, hijo! ¿A qué se debe tan temprano tu llamada? —contesto.
—¡Hola, papá! —dice Emiliano—. Llamé para avisarte que esta noche voy a casa con Antonella. Por favor, organiza una cena. ¿Le puedes avisar a mamá?
Entonces hoy es el día en que conoceremos a esa mujer.
—Está bien, le voy a informar a tu madre. Nos vemos esta noche a las siete.
—Nos vemos —me dice.
Cuelgo la llamada.
Guardo el informe en la gaveta y salgo del despacho. Encuentro a Orieta en la sala.
Ella levanta la mirada mientras me acerco.
—Emiliano llamó avisando que esta noche vendrá —le informo con tono serio—. Organiza una cena; vamos a conocer a su novia.
—Sí, ya voy a ordenar qué es lo que van a preparar. Solo espero que de tu parte no le pongas mala cara, Arthur.
—Tranquila, no pienso hacer nada de eso delante de mi hijo —le aseguro—. Organiza que todo quede a nuestra altura.
Emiliano Ferrer.
Después de hablar con mi padre, llamo a una tienda de floristería y pido un ramo de rosas rojas, porque ese color para mí representa el amor. Solicito una tarjeta con una nota y le dicto las siguientes palabras que van a colocar en ella:
"Para la mujer que ilumina mis días y mis noches.
Con todo mi amor, Emiliano."
Voy camino a mi oficina. Hoy necesito supervisar cómo van los avances de los autos y entregar otras cosas. Recorro las calles de Roma directo a FERRER & ASOCIADOS. En un pestañeo ya estoy subiendo a mi oficina, saludando a Marta y pasando directo. Ella viene detrás de mí, lo sé por el sonido de sus pasos.
Al entrar, me encuentro con una hermosa mujer que me trae suspirando y me roba el aliento.
—Buenos días, Antonella —digo, pasando a mi puesto de trabajo, ya que tengo a Marta atrás y no puedo darle un beso.
—Buenos días, señor Ferrer —me responde con una leve sonrisa.
Veo algo extraño en ella y me quedo observando, sin importarme la presencia de mi secretaria.
Marta llega hasta mí. Desvío mi atención hacia ella. Me entrega una carpeta y una taza de café.
—Señor, feliz inicio de semana. Aquí está un informe que llegó, lo envía el señor Vacille.
Le agradezco y se retira de la oficina. Al cerrar la puerta, me levanto y llego hasta Antonella. Ve que me acerco, rodeo la mesa, me inclino para darle un beso. No conforme con eso, tomo sus manos, me levanto y la levanto, quedando los dos de pie. La atraigo a mí, mirándola a los ojos, y tomando su barbilla con mi dedo le pregunto:
—Hola, principessa, estás hermosa. Te extrañé —le doy un beso suave.
Observo que la noto algo extraña y nerviosa.
—Dime, hermosa, te veo algo extraña. ¿Qué pasa?
Espero que responda.
—H… Hola —dice con media sonrisa—. También te extrañé —se hunde en mi pecho, luego levanta su rostro—. Sí, amor, necesitamos hablar de algo importante. ¿Quieres que lo hablemos ahora o en el almuerzo?
Comienzo a preocuparme por la seriedad, y por la preocupación evidente en ella.
—Me preocupas y no puedo esperar a la hora del almuerzo. Verte así, tan preocupada, y tu rostro con ojeras, me dice que no dormiste bien anoche.
—Ven, vamos a sentarnos —la guío a una pequeña sala que tenemos en la oficina. Me siento junto a ella. Tomo su mano y la encuentro fría.
—Vamos, suéltalo ya —la invito a hablar.
—E… Emiliano, tú y yo hemos tenido relaciones —asiento mientras habla— y no fuimos cuidadosos en protegernos en ninguno de los encuentros. ¿Entiendes lo que te digo?
Voy entendiendo a qué se refiere, sin poder emitir palabra. Quedo sorprendido. La miro, imaginando su preocupación y angustia.
—Estoy preocupada porque pu… puedo estar embarazada. ¿Te imaginas? ¿Y si lo estoy? —se suelta de mí y lleva sus manos a su rostro. Entre ellas dice—: Fui una tonta al no cuidarme. ¿Qué va a pasar con nosotros si vamos a tener un hijo?
—Principessa —tomo su rostro y pego mi frente a la suya—. Perdóname. Perdón por no cuidarte. También es mi culpa. Perdón por causarte esto que estás sintiendo ahora —veo cómo sus lágrimas bajan—. Jamás te dejaré sola. Si resulta que llevas un hijo mío dentro de ti, me haré responsable. Pediré tu mano a tus padres, si aceptas casarte conmigo.