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Bajo La Sombra Del Miedo

Bajo La Sombra Del Miedo

Status: En proceso
Genre:Magia y demonio / Reencuentro / Amor eterno / Mitos y leyendas / Leyendas de fantasmas / Casos sin resolver
Popularitas:1.3k
Nilai: 5
nombre de autor: Nancy Hurtado

Margaret O'Brien y su familia abandonan la ciudad y se mudan a un pequeño pueblo donde nacieron sus padres, pero nada funciona como debe ser. Desde que llegan Margaret se siente constantemente vigilada. ¿Quien es? y ¿Que quiere?

NovelToon tiene autorización de Nancy Hurtado para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Margaret O'brien

Capitulo 1

Margaret O'brien

Era un fresco día de la primavera del 2010 en Brooklyn. El sol brillaba tenuemente bañando las calles con su luz dorada. Margaret O'Brien, era una joven de 17 años Canadiense tenía el cabello castaño y ojos azules, ese día se despertó temprano, y emocionada por ir a la secundaria y ver a sus amistades, vivía en un acogedor apartamento de ladrillos junto con sus padres, Hannah y George.

Margaret se levantó de la cama y se dirigió a la ventana. Desde allí, podía ver el bullicio de la ciudad que nunca dormía. Los vendedores ambulantes ya estaban instalados en las esquinas, ofreciendo desde frutas frescas hasta hot dogs. Los niños ya estaban en la calle, y sus risas resonaban por todas partes.

Era viernes, el último día de la semana y se podía sentir en el ambiente, se arregló con un pantalón negro y un suéter a rayas rosado y blanco, fue a desayunar algo ligero, y allí estaban sus padres, su madre era rubia, con ojos verdes y su padre era rubio con los ojos azules. Se despidió de ellos con beso en la mejilla y se fue caminando hasta la secundaria busco por un momento hasta encontrar a sus amigas Lisbeth una chica baja morena con ojos oscuros y Nicole una chica blanca con el cabello negro y ojos marrones.

—¡Margaret aquí estamos!— grito Nicole detrás de un montón de arbustos.

— ¿Que hacen aquí,? no las encontraba—

—Vamos a escaparnos—

—¿Para que nos vamos a escapar?—

—Ni seas aburrida Margaret, obvio que para divertirnos— respondió Lisbeth y luego hablo Nicole.

—Vamos al parque antes de que toquen la campana y allí vemos que podemos hacer—

Margaret se sentó en el parque cuando llegaron, le encantaba sentir la brisa fresca en su rostro y escuchar el canto de los pájaros, juntas se sentaron bajo la sombra de un gran roble y comenzaron a hablar sobre sus planes para el futuro les faltaba un año para terminar la secundaria y aunque dolería mucho cada una tomaría su camino.

El día pasó rápidamente, lleno de risas comida rápida y conversaciones profundas. Al caer la tarde, Margaret regresó a casa, pudo ver una expresión de preocupación en el rostro de su padre y estaba segura de que el se habia dado cuenta de que no fue a clases, sin embargo no era eso.

—¿Papa que tienes?—

—No te preocupes hija, estoy un poco estresado por el trabajo—

Esa noche, mientras Margaret se preparaba para dormir, miró por la ventana una vez más. Las luces de la ciudad brillaban como estrellas en el cielo, y ella se sintió feliz, sentía que su vida era perfecta y no cambiaría nada. Cerró los ojos, y sonrió recordando ese día.

La madrugada en Brooklyn era tranquila, con solo el suave murmullo de la ciudad en el fondo. Margaret O'Brien dormía profundamente, envuelta en sueños de aventuras y futuros brillantes. De repente, fue despertada por el sonido urgente de su madre, Anna, llamándola.

—¡Margaret, despierta! —exclamó su madre Hannah, con la voz temblorosa y los ojos llenos de preocupación.

Margaret se incorporó rápidamente, aún medio dormida, y vio a su madre de pie junto a su cama, con una expresión de angustia que nunca había visto antes.

—¿Qué pasa, mamá? —preguntó Margaret, frotándose los ojos.

—Tienes que hacer una pequeña maleta, cariño. Nos vamos a Niagara Falls. Algo terrible ha sucedido —dijo Hanna, tratando de mantener la calma.

El corazón de Margaret comenzó a latir con fuerza. Se levantó de la cama y comenzó a buscar su maleta, mientras su madre continuaba hablando.

—Elizabeth, la abuela de tu padre, ha fallecido. Tenemos que irnos de inmediato —explicó Hanna, con lágrimas en los ojos.

Margaret sintió un nudo en la garganta. Aunque no conocía muy bien a su bisabuela Elizabeth, sabía lo importante que era para su padre, George. Sin decir una palabra, comenzó a empacar algunas prendas y artículos esenciales. La tristeza y la preocupación llenaban el aire.

En cuestión de minutos, Margaret y su madre estaban listas. Bajaron las escaleras en silencio, donde George las esperaba con el coche encendido. Su rostro reflejaba una mezcla de dolor y determinación.

El coche avanzaba lentamente por las calles aún oscuras de Brooklyn. Margaret, sentada en el asiento trasero, observaba cómo las luces de la ciudad se desvanecían a medida que se adentraban en la autopista. El silencio en el coche era palpable, roto solo por el suave murmullo del motor y el ocasional suspiro de su madre, Hanna.

George, su padre, mantenía la vista fija en la carretera, su rostro reflejaba una mezcla de tristeza y determinación. Margaret sabía que este viaje no sería fácil para él. Elizabeth, su abuela, había sido una figura importante en su vida, y aunque ya tenía más de 90 años su pérdida dejaba un vacío profundo.

A medida que avanzaban por la I-81 N y luego por la I-90 W, el paisaje urbano dio paso a vastos campos y bosques. El sol comenzaba a asomarse en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos rosados y dorados. Margaret se sentía pequeña ante la inmensidad del paisaje, pero también encontraba consuelo en la belleza de la naturaleza.

—¿Estás bien, cariño? —preguntó Hannah, girándose para mirar a Margaret.

—Sí, mamá. Solo estoy pensando —respondió Margaret, tratando de ofrecer una sonrisa tranquilizadora.

El viaje continuó, y con cada kilómetro recorrido, Margaret sentía que se acercaban más a un nuevo capítulo en sus vidas. Hicieron una breve parada en una estación de servicio para estirar las piernas y tomar un café. Margaret aprovechó para enviar un mensaje a sus amigas Nicole y Lisbeth, contándole sobre el viaje y la razón detrás de él.

—Vamos, tenemos que seguir —dijo George, con una voz suave pero firme.

De vuelta en el coche, Margaret se acomodó en su asiento y cerró los ojos, dejando que el suave balanceo del vehículo la arrullara. Soñó con su bisabuela Elizabeth, recordando las pocas pero significativas historias que su padre le había contado sobre ella.

Finalmente, después de varias horas de viaje, cruzaron la frontera hacia Canadá. La vista de las majestuosas Cataratas del Niágara les dio la bienvenida, su estruendo resonando como un recordatorio de la fuerza y la belleza de la naturaleza. Margaret se sintió abrumada por la magnitud de las cataratas, pero también encontró en ellas una fuente de inspiración ella aunque había nacido allí en Canadá se habían mudado a Estados Unidos cuando ella tenía 4 años y luego solamente habían echo algunas visitas en los años anteriores, el trabajo de su padre se había vuelto tan abrumador que tenían unos 5 años que no viajaban de nuevo.

Al llegar a la casa de la madre de George, fueron recibidos con abrazos y palabras de consuelo. Margaret sabía que los próximos días serían difíciles, pero también había algo más en Niagara que no podía explicar.

1
Dayana Murillo
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