-Buenos días, chaparro.- siento los labios de Âme en mi frente como es costumbre cada mañana. Siento la presión de la cama cuando se levanta para prepararse, mientras que yo duro media hora más en la cama.
Abro los ojos con lentitud para después tallarlos y estirarme un poco. Al pararme al fin de la cama me coloco los anteojos y me tomo la dosis obligatoria de dopamina; mi rutina continua en bañarme y vestirme. Al bajar, Âme ya está haciendo el desayuno. Comemos juntos y terminamos de alistarnos para ir al trabajo.
En realidad, vamos caminando (Tres cuadras para ser exactos) hasta llegar a la esquina Bartonelli. Ayudo a abrir a mi competencia, le deseo suerte y cruzo la calle para abrir mi negocio. Soy realista, cada día se vuelve más difícil, el tiempo no miente, no juega, avanza sin retroceder y sin pausas, así es la monotonía de mi vida desde hace unos años pero supongo que a mi edad ya no es un tormento.
Cuando Xapá se anunció y de paso aquel músico recorriendo las calles de Palacio, esta calle se volvió muy tensa, casi peligrosa. Había ocasiones donde mi amada y yo debíamos cerrar porque llegaban las manifestaciones o porque algunos despiadados cruzaban por aquí a golpear a los músicos de Bartonelli; era lógico que nuestras ventas descendieran.
Yo no culpo a Xapá, ni siquiera al músico misterioso, es responsabilidad de todos, de nosotros como humanos imperfectos que cometieron el error de escoger este tipo de mandato (Si es que se escogió de manera "justa" y "democrática").
Al final todos somos tan culpables de algo, perdemos el tiempo buscando sujetos. Sin embargo, aunque encuentren dichos causantes nada cambia y a eso temo, a esa monotonía peligrosa, donde personajes autoritarios son capaces de derramar sangre para salvar sus propios principios.
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Dominic, mejor conocido como Señor Villin, era espectador, no jugador, observaba los movimientos de los palacistas, rezaba a un algo, una divinidad desconocida para evitar a lo que él llamaba "monotonía peligrosa". Dominic era espectador, no jugador, ante sus ojos estaba la verdad de esta revoltosa historia llena de perspectivas, llena de huecos, historia parecida a un rompecabezas. Aquel hombre de ochenta años tenía los mismos fragmentos pero de diferentes ojos ¿Quién te dice que estás escuchando solamente una verdad?
El tiempo avanza, no se detiene y con él un sin fin de vidas, de historias, de piezas de un rompecabezas y a la vez un juego de ajedrez esperando el movimiento ganador. Dominic es espectador, no jugador, a menos en los ojos de él mismo.
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Observo a la señorita De Loughrey salir del negocio de mi mujer. Era notorio que se sentía intranquila pues seguidamente la vi tomar de un frasco, bastante conocido, un par de pastillas de felicidad. Al momento, un joven de traje, cabello negro y ojos azules salió detrás de ella.
Intercambiaron un par de palabras entre tanto yo limpiaba los vitrales. Después ella sonrió un poco y abrazó al muchacho. Sonreí por dicho movimiento, sé que a aquella muchacha le gustaba ese simple gesto de cariño.
Momentos después él le dio una rosa que escondía con una mano en su espalda. Era una rosa roja. Ella la tomó entre sus delicados dedos y volvió a abordar al joven elegante.
Mi memoria me llevó a mi juventud y a mis intentos por conquistar a quien ahora es mi esposa, tan romántica ella que las rosas le parecían el detalle más bonito y lujoso que podría tener una mujer afortunada.
La señorita Evolet se despide de aquel muchacho elegante y con porte, él regresó a la tienda. Y ella… ella dejó la rosa en uno de los estuches de uno de tantos músicos que tocaban ahí junto con unas cuántas monedas. Parecía no importarle aquella flor.
Más tarde, aquel músico dejó la rosa en una banca, bajo el sol. Se marchitaría y ardería en poco tiempo si no fuera porque yo tomé aquel detalle y se la dí a Âme después de cerrar el negocio. Le dije:
-Esta rosa ardería por el dolor de algunos…- Yo que creía que las rosas conquistaban miradas, ahora veo que Evolet De Loughrey, las despreciaba.
Mi mujer, con una sonrisa puso la florecilla en un jarrón con agua, aunque se veía muy pequeña en un recipiente tan grande como aquel, incluso, solitaria si me lo preguntan.
Al final si se marchitaría esa flor, los pétalos sacarían y probablemente, Âme las ocuparía para algún arreglo o decoración.
Pero mi mente sabe que esa flor se marchitaría y ardería bajo el sol y el dolor entre cenizas se lo llevaría el viento porque una niña linda detestaba la flor cuando yo creía que conquistaban miradas y tal vez un corazón.
(---)
Estaba desesperado, no estaba tranquilo, Evolet seguía en mi casa intentando bajar la temperatura, cuidándome. Yo sólo podía sentir lástima porque sabía que no iba a lograrlo, necesitaba de Xapá para restablecer mi cuerpo. Sólo la escuchaba de un lado a otro por todo el lugar.
-Para, me pones nervioso.-me quejo con los ojos cerrados acostado en mi sofá.
-No te preocupes, tu actitud también me pone de nervios.-me reclama con un tono irónico.
De pronto escucho como abre el bote de basura y entre ellos el movimiento de los vidrios rotos. Me levanto de golpe para evitar que encuentre mi secreto pero es tarde, Evolet ya está mirando la etiqueta del medicamento.
-Demian, no estas consumiendo tu dosis.-me mira sorprendida, trago saliva y frunzo el ceño.
-Estoy bien, no lo necesito.
-Por eso tienes temperatura, sabes que necesitas de esto para estabilizarte.-me regaña.- ¿Qué has hecho?
-No sé de qué hablas, de cualquier forma, no es de su incumbencia.- Le arrebato la bolsa de basura.
-Hablas como un niño, estamos hablando de tu salud.-Está vez alza la voz llena de molestia y yo no lo toleré.
-¡Qué estoy bien, carajo!.-le grito molesto soltando la bolsa.- ¡¿Desde cuándo fue que se me obliga a sentir siempre felicidad?! ¡¿Cuándo, Evolet?! ¡Estoy bien, esto soy yo! Y hasta donde me concierne, no puedes decirme nada, me llevas evitando toda la tarde, dime, ¡¿Qué carajos esperas de mi, Evolet?!
-¡Nada! ¡Tú elegiste esto cuándo me imploraste por la segunda dosis!- Suelta de pronto, sin filtros, sin dudas. La castaña se da cuenta de sus palabras. Nos quedamos unos segundos en silencio.
-¿Qué dijiste?-musito momentos después atónito.
"Ella no fue, ella no fue…".
Me repito en la cabeza para poder poner en orden a mi cabeza o en su defecto engañarla.
-Debo irme.- La chica toma sus cosas e intenta correr a la salida si no fuera porque la detuve tomándola con fuerza de su muñeca.- Demian, suéltame.
-No, repite lo que dijiste, ¿Qué tanto sabes, Evolet?- Le miro a los ojos. Un sentimiento familiar nace en el interior de mi estómago pero no logro descifrarlo.
Mientras tanto, Evolet está temblando bajo mi fuerza, se le cristalizan los ojos pero intenta, una vez más, hacerse la fuerte.
-He abierto uno de nuestros comunes demonios, ¿No es así?- La acorralo en la puerta.-te repito una vez más, ¿Qué tanto sabes, De Loughrey? ¿Qué me estás ocultando?- Me acerco a su rostro mirando sus labios, el deseo puede conmigo y la tomo de las mejillas.- ¿Por qué siento que sabes más de lo que dices?- Nuestros labios rozan y siento su respiración hacerse lenta.- ¿Qué me has hecho?
Estoy apunto de besarla hasta que siento un piquete en mi brazo derecho.
-Lo siento, Demian.-me susurra Evolet y siento mi cuerpo aflojarse hasta perder la conciencia.
(---)
La verdad se ve dividida, muchos ojos, muchas versiones, muchas historias.
Un juego de fuego que sólo aquel dispuesto a quemarse sobrevive a esta simulación llamada vida.
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Canción de inspiración:
"Impossible"- Nothing But Thieves
Instagram: @Liristories
Spotify: La melodía de una melancolía - Playlist
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Updated 68 Episodes
Comments
Armyes
Evolet me esta sacanando la espina, Ya quiero Saber que papel juega, pero me da curiosidad, Como es que su propio padre le deja tomar Esa medicina si saben Los efecto que tiene
2022-08-01
2
Liristories
Tus comentarios me alegran un ratito la vida ✨️
2022-08-01
1