Capítulo XVIII: La muerte en la tierra de los vivos

“Dominic Villin”

Desde que cumplí 80 años vivo rezando; según mis compañeros de ajedrez Félix y Arán dicen que es normal a esta edad de viejos, donde cada día cuenta, cada minuto, cada instante. Y es claro que la muerte no consulta, llega en una fracción de segundo. Félix, por un lado, dice que nos volvemos temerosos a la muerte porque en nuestro egoísmo buscamos la eternidad y la juventud infinita. Por otro lado Arán argumentaba que en realidad queremos paz, no tanto para recibir la muerte sino por lo el después, por esa incógnita que consume al ser humano, el famoso “después”.

Al final de todas esas teorías, estaba yo, un hombre de ochenta años que reza todas las noches antes de dormir en un rincón de su oficina. En otra época no me veías hacerlo. La cuestión no es desde cuando mi fé había vuelto, mucho menos el por qué, sino que ni siquiera sé a qué le pido con tanta clemencia paz en una mente tan desordenada como la mía.

Subrayemos que mi mujer es el equilibrio en mi desorden, al contrario de mí es una mujer que espera el momento justo, piensa y analiza cada momento. Âme así desde que la conozco y vaya que tenerla cincuenta años a mi lado no es como si fuera poco, al menos para saber que tiene una mayor lógica y sentido común.

Para ella la muerte era el fin. No hay un después, no por nada Âme vivía en plenitud sobre el deceso o eso suele decirle a cualquier persona que le pregunta, dice:

-Naturalmente somos materia, no más allá, la muerte es el punto final de una sencilla existencia.-Ciertamente era su manera de pensar y lo ha sido desde hace más de cincuenta años pero cuando la veía bailar, todas sus palabras se esfumaban y tenían sentido.

Esa pasión, esa energía en la que se desenvuelve en sí misma, como si quisiera hacer valer cada segundo. Nunca me lo ha dicho pero el hilo se hallaba solo, comprendí que su propia materia lo era todo y que ella y su energía iban escapando de lo inevitable, pues no cualquiera es valiente para lanzarse a la incertidumbre, al fin y al cabo morir es sencillo, casi sin esfuerzo, mientras que vivir es como una melodía entre teclas blancas y negras de un piano, es así, entre el mal y el bien, entre el frío y el calor, la angustia y la felicidad, entre Âme y yo. Mientras voy rezando, tal vez por ambos, más por mi amada que por mi mismo. Vivo rezando desde que cumplí ochenta, el asunto es que no sé a qué le rezo. Se desprende que la muerte es y será la suma de la incertidumbre de lo bello de la eternidad o el fin de una vida sin causa, sin intención, sin elección o en su defecto, sólo es.

(---)

15 días antes de Xapá

Las primeras semanas de Febrero cruzaban por Palacio, el cual se volvió cada vez más loco. Todo el mundo decía escuchar a un tal saxofonista tocar en las madrugadas, mientras que unos alegaban que estaba desaparecido. El mismo pueblo estaba dividido por opiniones, lo que fue producto de odio y cierta discriminación a los músicos y a vendedores de productos musicales.

La esquina Bartonelli se había envuelto en un silencio permanente y tiendas como la de Âme o como la mía, tuvieron que cerrar por nuestra propia seguridad.

Por consiguiente, mi mujer se encontraba en un estado de nervios constante, algo que nunca había sucedido en estos largos años de matrimonio. Aquella noche no era la excepción, después de una crisis de ansiedad, Âme me pidió un medicamento y una caja para té, decía que lo necesitaba para calmar su inquietud.

Ante todo quiero su bienestar, así que no me opuse. Recuerdo no haber tenido problemas en el camino y mucho menos cuando hice mis compras pertinentes, excepto por la lluvía pero al final un paraguas negro y maltratado me protegia.

Iba caminando por la Avenida Bukowski, realmente no faltaba mucho para llegar a mi hogar, aquella venida era una de las más seguras de Palacio, pues el CRP y la fábrica estaban cerca, por consiguiente era vigilado las 24 horas del día desde la avenida Bukowski hasta la calle Silvia que es la calle donde se encontraba tanto el centro como la fábrica. De ello resulta necesario decir que iba con calma hasta que dicha tranquilidad se vio interrumpida por alarmas de emergencia prontas del CRP. Pude ver salir bastantes patrullas y un par de ambulancias. Después el silencio volvió a ser protagonista. 

En aquel momento sólo se me pudo ocurrir que alguna de las manifestaciones de Palacio se había salido de control. Fue así como continué mi camino entre charcos hasta llegar a mi hogar.

(---)

-Bien, Evolet, ¿Qué necesitas?.- finalmente suelto las palabras molesto por la nueva actitud de la chica.-Me apoyo en el marco de la puerta mientras que Evolet me extiende el mismo sobre de la invitación del otro día.

-¿Irás?-Su mirada está llena de tristeza cuando me la dirige, inevitablemente el dolor de cabeza regresa.

-¿Qué he hecho? .-Le espeto. Evolet frunce el ceño confundida.

-Nada, sólo quiero que vayas a la boda…-le interrumpo.

-No hablo de la boda.-tomo su mano.- ¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así? -Instintivamente la atraigo a mí llevando mi agarre a mi pecho.- ¿Por qué tus ojos son tristes? ¿Por qué?

-Demian, realmente no sé de qué hablas.-suelto un suspiro frustrado e irritado, ¿Cómo es que yo sólo veo el cambio de actitud?.- Demian.- su voz intenta ser comprensiva, llevo su mano a mi rostro cerrando los ojos para no tener que hacer contacto visual.- ¡Demian! -Se suelta y lleva ambas manos a mi rostro haciéndome abrir los ojos por dicho movimiento tan impulsivo. Segundos después siento una de sus delicadas manos a mi frente.- Estás ardiendo, tienes calentura.- me empuja hacia el interior de la casa sin ser agresiva hasta llegar a mi sofá, como si fuera reflejo me acuesto.

-Deberías irte, déjame morir aquí.- me pongo el brazo en mis ojos, escucho a Evolet resoplar.- Sigue ignorandome, duele menos.-Probablemente si tenía la temperatura alta, ni siquiera soy muy consciente de lo que digo, sin duda voy a arrepentirme después. A lo lejos escucho los pasos de la pelinegra caminar por mi casa y escucharla buscar entre mis cajones. Segundos después llega con mi pastillero.

-No has tomado tu tratamiento de hoy.- Quita mi brazo de mis ojos para ponerme un trapo en la frente húmedo.- Tómate las pastillas, pareces un niño pequeño, Cabot.

-Lo soy.- la miro alegando y tomando el pastillero.- Además, ¿Cómo sabes de mi tratamiento?.- La chica me mira unos pequeños segundos a los ojos, como si buscara una respuesta adecuada, para motivar a que conteste, le hago un movimiento con la cabeza.

-Intuición.-Se encoge de hombros y me quita el trapo, después me da un vaso de agua.- Tómate las pastillas.

-Cambias de tema.-le reto.

-Sólo no toco el que a ti te interesa, tómate las pastillas.- Suelto un reproche entre dientes pero termino por ceder.

(---)

-Estoy aquí, chaparra.- Anuncié mi llegada.- Te traje tus pastillas, cielo.-dejo la bolsa negra en el comedor. Fue entonces vi a mi mujer colocando una manta a un chico mucho más joven que nosotros, estaba mojado de pies a cabeza, no podía ver su rostro en aquel momento.

-¿Âme? -Pregunté atónito, ella se acercó y entre susurros me dice:

-Escapó del CRP, lo están buscando, está muy asustado.- Puedo ver como mi esposa se lleva una de sus cansadas manos a la boca para no soltar algún sollozo.- Dominic, creo  que experimentan con él.- Âme estaba a nada de romper en llanto, estaba muy sensible.- Tenemos que ayudarlo, amor.- me abraza con fuerza y cuando lo hizo supe que aquel muchacho iba a cambiarnos la vida.

-Esta bien, esta bien, chaparrita, tómate el medicamento y tu té, yo hablaré con él.- le di un beso en la frente, ella tomó la bolsa que traje y fue a su habitación.

Me senté a lado del chico y antes de que podría pronunciar alguna palabra, él habla:

-¿Usted es dueño de la tienda “Les Rois Du Monde''?, la tienda de música de la esquina Bartonelli, ¿Cierto?.- Fue ahí cuando vi el rostro del chico, estaba pálido y sus ojos avellana tenían ojeras bastante pronunciadas. Vi una herida en su brazo derecho.- Suelo ir ahí a comprar instrumentos o accesorios.- sonrío un poco.

-¿Cómo te llamas, chamaco?-le pregunto intentando ubicar su rostro en mi tienda alguna vez.

-¿Todo va a estar bien? -El muchacho de unos veinte años tenía sus manos aferradas a lo que parecía ser una boquilla de saxofón, sus manos temblaban pero su cuerpo estaba rígido, claramente tenía miedo. Recuerdo haberlo tomando del hombro y susurrar un:

-Todo va a estar bien, chico, dime, ¿Cómo te llamas? ¿Tienes algún familiar?

-Soy D-demian, Demian Cabot y realmente estoy aturdido, no recuerdo mucho de estos últimos días, Yo...Yo....- Demian empezó a temblar de nuevo, realmente no podía ni imaginarme lo que el chico pudo estar viviendo en el CRP, más aún si la conclusión de Âme era verídica. 

Mi esposa llegó momentos después y se sentó al otro lado de Demian y lo consoló como si fuera su propia madre, le dijo:

-Esta bien, mi niño, estoy aquí, estarás bien.- lo acurruco contra su cuerpo hasta que Demian cayó rendido.

Después de aquella noche, no lo volví a ver, a la mañana siguiente había desaparecido, sólo había dejado una nota y la boquilla de saxofón que decía:

“Gracias por el calor y cariño de una noche, siento las molestias. Demian Cabot.”

No regresó los días posteriores. Âme, concluyó que lo habían encontrado y llevado nuevamente al CRP. Mi mujer estaba desolada y se sentía culpable por no haberlo ayudado.

No supimos nada de Demian hasta días después.

...****************...

Canción de inspiración:

"People Watching"- Conan Gray

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Comments

Armyes

Armyes

Auuuu, le desgraciaron la Vida a Demian, que Sera lo que le hacen??? 😮😯😮

2022-08-01

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Total
Capítulos
1 Introducción: Parte I
2 Capítulo I: Aquellos cielos grises
3 Capítulo II: Dosis de alegría
4 Capítulo III: Todas esas preguntas sin respuesta
5 Capítulo IV: Los secretos de un completo egoísta
6 Capítulo V: Un individuo en una sociedad
7 Capítulo VI: El músico de la casa azul
8 Capítulo VII: La carta de un niño desconfiado
9 Capítulo VIII: Los ojos detrás de tu escudo
10 Capítulo IX: El amor tan complejo como el silencio
11 Capítulo X: Mentiras que rompen en cachitos el corazón
12 Capitulo XI: El dolor de la entelequia
13 Capítulo XII: Que esos huecos en blanco dejen de serlo
14 Capítulo XIII: Analogías y cafés amargos
15 Capítulo XIV: Tazas de café ocasionales
16 Capítulo XV: La falta de cariño que tu cuerpo manifiesta
17 Capítulo XVI: Dos mundos desafortunados
18 Capítulo XVII: Máscara que no te pertenece
19 Capítulo XVIII: La muerte en la tierra de los vivos
20 Capítulo XIX: Rosas ardiendo y el reloj corriendo
21 Capítulo XX: Perspectivas
22 Capítulo XXI: La forma más bonita de romper un corazón
23 Introducción: Parte II
24 Capítulo I: El libro que me hizo entender
25 Capítulo II: Maldiciones de un escritor
26 Capítulo III: Somos sombras hechss de tortura
27 Capítulo IV: Brindo por las gotas de la miseria
28 Capítulo V: Palabras Innecesarias
29 Capítulo VI: "η χαρά του ψέματος"
30 VII: Tú, pequeña sombra
31 Capítulo VIII: Entre santos y pecadores
32 Capítulo IX: Lagunas Mentales
33 Capítulo X: Un ser y la mejor obra del mundo
34 Capítulo XI: No basta con un "Tal vez"
35 Capítulo XII: La discrepancia de un charco a un océano
36 Capítulo XIII: Los “anormales” del pueblo
37 Capítulo XIV: Siempre vas a ser el amor de mi vida
38 Capítulo XV: Mil y un mundos de diferencia
39 Capítulo XVI: El envenenamiento de la musa
40 Capítulo XVII: El sacrificio que escribí para ti
41 Capítulo XVIII: Leal a lo que es unilateral
42 Capítulo XIX: El filamento de orbes astríferos
43 Capítulo XX: Baila con todo el caos
44 Capítulo XXI: Que el mundo arda debajo de las cenizas de la venganza
45 Introducción: Parte III
46 Capítulo I: Nacer, Desarrollarse, Reproducirse y Morir.
47 Capítulo II: La Belleza de lo complicado
48 Capítulo III: La ovación al verdadero artista
49 Capítulo IV: Las estrellas también sangran
50 Capítulo V: Como si el amor lo pudiera todo
51 Capítulo VI: Soltar
52 Capítulo VII: Ni con todos los ansiolíticos del mundo…
53 Capítulo VIII: La tortura de quererte
54 Capítulo IX: Justo en las comisuras de tus labios
55 Capítulo X: Mi absurda falta
56 Capítulo XI: Más que sólo sobrevivir
57 Capítulo XII: La llamada
58 Capítulo XIII: Las ansias de la libertad son tan viejas como la humanidad
59 Capítulo XIV: Si necesitas inspiración, vuela
60 Capítulo XV: Aferrado a tu efímera presencia.
61 Capítulo XVI: Interminable presente
62 Capítulo XVII: Un individuo contra la marea
63 Capítulo XVIII: El silencio tan peligroso como el amor
64 Capítulo XIX: El miedo de una mente en blanco
65 Capítulo XX: Una carta para los muertos en vida
66 Capítulo XXI: Coincidir en esta vida
67 Epílogo
68 Dedicatoria y Agradecimientos
Capítulos

Updated 68 Episodes

1
Introducción: Parte I
2
Capítulo I: Aquellos cielos grises
3
Capítulo II: Dosis de alegría
4
Capítulo III: Todas esas preguntas sin respuesta
5
Capítulo IV: Los secretos de un completo egoísta
6
Capítulo V: Un individuo en una sociedad
7
Capítulo VI: El músico de la casa azul
8
Capítulo VII: La carta de un niño desconfiado
9
Capítulo VIII: Los ojos detrás de tu escudo
10
Capítulo IX: El amor tan complejo como el silencio
11
Capítulo X: Mentiras que rompen en cachitos el corazón
12
Capitulo XI: El dolor de la entelequia
13
Capítulo XII: Que esos huecos en blanco dejen de serlo
14
Capítulo XIII: Analogías y cafés amargos
15
Capítulo XIV: Tazas de café ocasionales
16
Capítulo XV: La falta de cariño que tu cuerpo manifiesta
17
Capítulo XVI: Dos mundos desafortunados
18
Capítulo XVII: Máscara que no te pertenece
19
Capítulo XVIII: La muerte en la tierra de los vivos
20
Capítulo XIX: Rosas ardiendo y el reloj corriendo
21
Capítulo XX: Perspectivas
22
Capítulo XXI: La forma más bonita de romper un corazón
23
Introducción: Parte II
24
Capítulo I: El libro que me hizo entender
25
Capítulo II: Maldiciones de un escritor
26
Capítulo III: Somos sombras hechss de tortura
27
Capítulo IV: Brindo por las gotas de la miseria
28
Capítulo V: Palabras Innecesarias
29
Capítulo VI: "η χαρά του ψέματος"
30
VII: Tú, pequeña sombra
31
Capítulo VIII: Entre santos y pecadores
32
Capítulo IX: Lagunas Mentales
33
Capítulo X: Un ser y la mejor obra del mundo
34
Capítulo XI: No basta con un "Tal vez"
35
Capítulo XII: La discrepancia de un charco a un océano
36
Capítulo XIII: Los “anormales” del pueblo
37
Capítulo XIV: Siempre vas a ser el amor de mi vida
38
Capítulo XV: Mil y un mundos de diferencia
39
Capítulo XVI: El envenenamiento de la musa
40
Capítulo XVII: El sacrificio que escribí para ti
41
Capítulo XVIII: Leal a lo que es unilateral
42
Capítulo XIX: El filamento de orbes astríferos
43
Capítulo XX: Baila con todo el caos
44
Capítulo XXI: Que el mundo arda debajo de las cenizas de la venganza
45
Introducción: Parte III
46
Capítulo I: Nacer, Desarrollarse, Reproducirse y Morir.
47
Capítulo II: La Belleza de lo complicado
48
Capítulo III: La ovación al verdadero artista
49
Capítulo IV: Las estrellas también sangran
50
Capítulo V: Como si el amor lo pudiera todo
51
Capítulo VI: Soltar
52
Capítulo VII: Ni con todos los ansiolíticos del mundo…
53
Capítulo VIII: La tortura de quererte
54
Capítulo IX: Justo en las comisuras de tus labios
55
Capítulo X: Mi absurda falta
56
Capítulo XI: Más que sólo sobrevivir
57
Capítulo XII: La llamada
58
Capítulo XIII: Las ansias de la libertad son tan viejas como la humanidad
59
Capítulo XIV: Si necesitas inspiración, vuela
60
Capítulo XV: Aferrado a tu efímera presencia.
61
Capítulo XVI: Interminable presente
62
Capítulo XVII: Un individuo contra la marea
63
Capítulo XVIII: El silencio tan peligroso como el amor
64
Capítulo XIX: El miedo de una mente en blanco
65
Capítulo XX: Una carta para los muertos en vida
66
Capítulo XXI: Coincidir en esta vida
67
Epílogo
68
Dedicatoria y Agradecimientos

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