Desde el principio, Nora había disfrutado del juego de la seducción. Para ella, Sebastián nunca fue más que un capricho, una conquista que le demostraba su superioridad sobre Martina. Sin embargo, con el tiempo, incluso él se volvió aburrido. Su egoísmo, su necesidad constante de control, empezaron a fastidiarla. Lo que en un principio le pareció atractivo, ahora la asfixiaba.
Fue en una de esas noches de fiesta, lejos de la mirada posesiva de Sebastián, cuando comenzó a involucrarse con otros hombres. En bares y discotecas, entre risas y copas, coqueteaba descaradamente con extraños, disfrutando de la atención y del poder que tenía sobre ellos. Con algunos, las miradas y los roces no pasaban de ahí, pero con otros iba mucho más allá.
Nora sabía que Sebastián jamás sospecharía de ella. Él estaba demasiado ocupado sintiéndose superior, demasiado confiado en que la dominaba. Pero la verdad era que, mientras él creía engañar a Martina, ella hacía lo mismo con él. Y lo hacía sin remordimientos.
El primero fue un compañero de su trabajo, Julián, con quien tuvo encuentros esporádicos en su departamento. Luego, fue un empresario mayor que conoció en un evento, un hombre casado que la llenaba de regalos a cambio de su compañía. Había algo en el peligro de ser descubierta que la excitaba, algo en la doble vida que le hacía sentir adrenalina.
Durante semanas, Nora alternó entre Sebastián y sus amantes, jugando con cada uno a su conveniencia. Sebastián, cegado por su propia arrogancia, jamás imaginó que su amante tenía sus propios secretos. Creía tener el control, cuando en realidad era él quien estaba siendo manipulado.
Sin embargo, todo cambió cuando empezó a notar los primeros síntomas. Al principio, los mareos los atribuyó al cansancio, y el retraso en su periodo no la alarmó demasiado. Pero con el paso de los días, las señales se hicieron evidentes. En el fondo, temió lo peor, pero se negaba a aceptarlo hasta que el test de embarazo confirmó lo inevitable.
El pánico se apoderó de ella. No tenía idea de quién era el padre. Sebastián no era el único con quien había estado en ese tiempo, y la idea de que su vida cambiara por completo la aterraba. Intentó hacer memoria, calcular fechas, pero todo era un desastre. No podía estar segura de nada.
Las noches siguientes fueron una tortura. Miraba el test de embarazo sobre su mesa de noche y sentía que su mundo se desmoronaba. Pensó en deshacerse del problema en silencio, sin contarle a nadie, pero el miedo a las consecuencias la paralizaba. También consideró mentirle a uno de sus amantes, pero ¿a cuál? Cada posibilidad la hacía sentir más atrapada.
Finalmente, decidió que lo mejor era contarle a Sebastián. Él era el más manipulable, el más fácil de convencer. Si lograba hacerlo creer que el hijo era suyo, podría asegurarse una estabilidad, al menos por un tiempo. Así que planeó cada palabra, ensayó su expresión frente al espejo y fingió vulnerabilidad cuando finalmente se lo dijo.
Sebastián, ajeno a su dilema, reaccionó con una mezcla de sorpresa y desconfianza. Al principio, su rostro se tensó, y luego sus ojos se afilaron con suspicacia.
—¿Estás segura de que es mío? —preguntó con frialdad.
Nora fingió indignación, aunque en su interior sintió un escalofrío. Su plan pendía de un hilo.
—¡Por supuesto que es tuyo! —espetó, cruzándose de brazos para disimular su nerviosismo—. ¿De quién más podría ser?
Sebastián la miró fijamente, como si intentara encontrar una grieta en su historia. Pero su ego lo cegó. Después de todo, para él era imposible que una mujer como Nora lo engañara. No era Martina, la ingenua; Nora era fuerte, astuta, y si estaba con él, era porque lo deseaba.
Así que aceptó la noticia sin más discusión, convencido de que pronto podría usar el embarazo para atarla aún más a su lado. En su mente, esto le daba más poder sobre ella. Sin embargo, la mente de Nora trabajaba en otra dirección. Ella no quería quedar atrapada en una vida que no había planeado, mucho menos con un hombre como Sebastián.
Las semanas pasaron y la incertidumbre creció dentro de ella. A medida que su cuerpo comenzaba a cambiar, su temor aumentaba. No era solo el embarazo lo que la preocupaba, sino el hecho de que, tarde o temprano, la verdad podría salir a la luz.
Una noche, mientras Sebastián dormía a su lado, Nora se sentó en la cama y lo observó. Su respiración era pesada, su expresión tranquila, ajena a la tormenta que se avecinaba. Lo detestó en ese momento. Detestó su confianza, su seguridad en que siempre tendría el control. Pero esta vez, no sería así.
Tomó su teléfono y comenzó a escribirle a Julián, uno de sus amantes. "Necesito hablar contigo. Es urgente." Su mano tembló antes de enviar el mensaje, pero en el fondo sabía que no podía seguir con esta farsa por mucho tiempo.
A la mañana siguiente, cuando Sebastián salió temprano de su departamento, Nora se quedó en la cama, con la mirada perdida en el techo. Se sentía atrapada, pero también consciente de que tarde o temprano, la mentira que había tejido se desmoronaría.
Y cuando eso pasara, Sebastián descubriría que el juego que él creía dominar nunca estuvo en sus manos. Pero para entonces, tal vez ya sería demasiado tarde.
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Updated 25 Episodes
Comments
Andrea Pupo
no soy partidaria de los abortos pero el futuro de esa criatura con esa madre dios era preferible que se lo quitara
2025-04-05
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Emperatriz Reales
El cazador resultó cazado, q bueno por infiel
2025-04-05
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