Capítulo XVIII Una realidad inevitable

Llame a mi papá mientras íbamos camino a la clínica a encontrarnos con él. "¿Cómo están hijo?, ya los de seguridad me informaron lo ocurrido", dijo mi padre apenas se conectó la llamada.

"Estamos bien papá, pero puedes decirme ¿Qué demonios pasa aquí?, no es casualidad que hayan atentado en contra de Danna dos veces. Tú y ella están ocultando algo y exijo que me lo digan", manifesté con preocupación.

"Cuando lleguen hablaremos los tres, ahora cálmate y conduce con cuidado", mi papá se mostraba muy sereno, su voz era como un susurro en el viento, tenue como una suave melodía, pero con una firmeza que daba paz.

Conduje hasta el hospital donde unos doctores nos esperaban con la finalidad de atender nuestras heridas, no quise separarme de Danna ni por un solo segundo, temía que si lo hacía algo muy malo le pasaría, así que a los doctores no le quedo de otra que atendernos juntos. Cuando habían terminado de curar mi herida de la mano y de examinar a Danna, ya que ella había recibido un fuerte golpe cuando la lance al suelo fuimos con mi papá quien se encontraba mirando a Amanda a través del grueso cristal de su habitación.

"Nunca había estado aquí antes", dije en un hilo de voz.

"¿Están bien?", pregunto Diego acercándose a Danna.

"Sí, estamos bien. Pero tenemos que tener más cuidado, esta gente está cada vez más descarada y ya van de frente".

"Lo sé querida, por eso no quería que te fueras de casa", , esto es muy peligroso y lo que menos quiero es que te hagan daño. Debido a eso decidí que ya no continuarás trabajando en ese asunto". Dijo seriamente.

"No pienso dejar esto a medias, tendré más cuidado, estoy segura que estamos cerca de algo para que estas personas se estén arriesgando así", Danna sonaba muy determinada a terminar lo que sea que estaba haciendo.

"Pueden dejar de hablar como si yo no estuviera aquí y explicar que es lo que está pasando", intervine sintiendo que era el único que no tenía idea de lo que pasaba.

"Lo siento hijo, no había querido decirte nada de lo que estaba pasando, ya que estabas recuperandote del accidente. Sin embargo, creo que es hora de ponerte al día sobre lo que esta pasando". Diego miro a Lían con preocupación, pues el sabia que esto era más peligroso de lo que imaginábamos.

"Vayamos a otro sitio a hablar", intervino Danna viendo a su mamá. Sentí pena por ella, ya que se fue y dejo de pasar tiempo juntas solo para proteger la relación de nuestros padres y ahora su mamá está en una cama de hospital sin saber si saldrá de esa situación algún día.

"OK, cariño. Voy a pedir que nos presten una oficina donde podamos hablar sin interrupciones", manifestó Diego mirándome con cariño a Danna.

Íbamos camino a una de las oficinas de la clínica, y a mitad del camino mi celular empezó a sonar, lo agarre para ver quien era y como me lo suponía era Catalina, conteste animado pensando que llamaba para saber como estaba. "Hola, amor".

"Mi vida al fin me puedo comunicar contigo, el celular se me había descargado y no me había dado cuenta. En fin te llamo porque vi unos zapatos bellísimos y no me alcanza con lo que tengo en la tarjeta y quería ver si podías hacerme un préstamo", su voz melosa me estaba molestando por primera vez en mucho tiempo, no sé si era porque me estaba dando cuenta que solo me llamaba por dinero o para decir alguna de sus tonterías, pero nunca porque se interesara en mí.

"Ahora no puedo hablar contigo estoy muy ocupado", molesto colgué el teléfono sintiendo los ojos de Danna y mi padre sobre mí.

"¿Todo bien hijo?", pregunto Diego con curiosidad.

"Si, no es nada importante", respondí esquivando su mirada quisquillosa.

Llegamos a la oficina que nos habían prestado y una vez ahí me explicaron la función que estaba cumpliendo Danna dentro de la empresa. "¿Enserió eres capaz de hacer todo eso?", pregunté incrédulo.

"Eres un imbécil", respondió Danna ofendida.

"Lo siento, no fue en plan de ofenderte. Es solo que me sorprendes mucho", dije tratando de apaciguar el mal carácter de la mujer frente a mí.

"Tú a mí no me ofenderías aunque quisieras ahora cierra la boca y deja que tu papá termine de explicar", nunca imagine que una mujer con semejante carácter me encendiera, la imaginaba dándome órdenes en la cama y eso me ponía fogoso.

Danna me miro y rodo los ojos al ver que la miraba fijamente, fue como si supiera lo que estaba pensando.

"Danza desde muy joven ha demostrado lo inteligente que es, no por nada las universidades se la peleaban y su ex jefe no la quería dejar ir", explicó Diego con mucho orgullo.

"Ya veo, con razón la quieres más que a mí", comente mirando a Danna con frialdad.

"No seas infantil, Diego es tu papá. Obviamente, no me va a querer más a mí que a ti".

Diego lo miro con reproche y continuo explicando que yo lo estaba ayudando a encontrar al traidor dentro de la empresa y que habíamos encontrado ciertas pistas que nos acercaban a la mente maestra de todo este plan de desestabilización sin éxito alguno, pero que ahora estaba seguro de que algo le preocupaba a esta gente, ya que intentaban acabar con la única persona que podía llegar a ellos.

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