Capítulo XV Cobarde

Los días seguían pasando y así mismo los meses, apenada con mi jefe por no estar presente en el trabajo no me quedo de otra que renunciar aunque el señor García quería que siguiera con ellos hasta me ofreció darme más tiempo para solucionar mis asuntos aquí, pero la verdad es que no sé cuando mi mamá vaya a despertar y cuando lo haga quiero estar más tiempo con ella.

Por otro lado, estaba mi relación con Felipe, él quería abandonar todo por mí y yo no podía hacerle algo así, él había luchado mucho por su puesto en la empresa y yo no era nadie para destruir todo su esfuerzo. En cuanto a mi relación con Lían todo estaba peor, la estúpida de Catalina ahora no salía de la casa desde que se enteró de mi regreso, esa mujer me odiaba cuando estábamos en la secundaria y ahora que somos adultos eso no ha cambiado por eso tome la decisión de irme de la mansión De La Fuente.

"Sé que es peligroso Diego, pero la situación aquí es insostenible y no estoy para estar aguantando las estupideces de tu hijo y su noviecita", dije con firmeza.

"Te aseguro que ellos no se volverán a meter contigo, pero no te vayas es muy peligroso estar sin mi protección", indico Diego insistiendo en que no me fuera de la casa.

"He tomado mi decisión y no la voy a cambiar, pero tranquilo también sé cómo cuidarme y ten por seguro que nada me pasara".

Subí a la habitación que me habían asignado y empaque mis cosas, ya tenía un apartamento de mi propiedad y la seguridad era bastante buena, yo misma me había asegurado de eso, una vez estuve lista bajé a la sala donde Diego me esperaba junto a Lían y la pesada de Camila. "Vaya al fin te largas de la casa de mi suegro", comentó Catalina con una gran sonrisa. Por mi parte, ignore su comentario y me dirigí a Diego.

"Gracias por abrir las puertas de tu casa y de mi madre para mí", hice especial énfasis en que la casa era de Diego y de mi mamá.

Escuchamos una risa sarcástica que provenía de Lían. Diego frunció el ceño y lo miro con desaprobación "¿Qué es tan gracioso?", pregunto lanzándole una mirada de advertencia a Lían.

"No te preocupes Diego, existen personas que nunca cambian y que su poder de maduración es escaso". Dije mirando fijamente a Lían.

Lían se puso de pie rápidamente su intención era seguir discutiendo, pero yo no le iba a dar ese gusto, así que di media vuelta y camine hasta la puerta; sin embargo, Lían no se iba a quedar con esa y me siguió hasta el auto, aun y cuando Diego le pidió que se detuviera.

"¡Espwra ahí!", exclamó alcanzandome en el auto.

"¿Ahora que quieres?" Pregunte irritada por la situación. "¿A caso no has logrado lo que querías, finalmente me iré de tu casa?" Dije sin ganas de seguir discutiendo con este ser inmaduro y sin sentido común.

"Me parece perfecto y así como te estás yendo de la cada de mi padre, espero que te vayas de la empresa, yo me haré cargo de ahora en adelante", dijo con frialdad en cada palabra pronunciada.

"En eso no te podré colaborar a mí me contrato tu papá y por ende él es el único que puede despedirme", le dije en forma desafiante.

"Entonces atente a las consecuencias de tu decisión", sin decir nada más entro a la casa dejándome con un mal sabor de boca, Lían quería guerra y guerra iba a tener, él no tenía idea de con quien se estaba metiendo.

El fin de semana paso rápido y era hora de volver a trabajar, estaba detrás de una pista que me llevaría a alguien muy cercano al traidor solo esperaba poder terminar con este asunto lo más rápido posible y así poder dedicarme a cuidar a mi madre.

"Señorita Miranda, bienvenida", saludo el portero amablemente.

"Gracias Luis, usted siempre tan amable", respondí con cortesía.

La voz de Lían se escuchó de repente en un tono burlón, "Ahora coqueteas hasta con los empleados".

Voltee a verlo lanzando una mirada de advertencia, "Señor De La Fuente es de tan mal gusto su comentario, pensé que era más educado. Digo por su posición social".

Camine entrando al imponente edificio dando cada paso con firmeza y determinación, Lían fue tras de mí y entro al ascensor justo después de mí. "Estás en mi territorio y verás que no puedes volver a jugar conmigo". Dijo mientras me acorralaba contra la fría pared de metal.

"No te tengo miedo, siempre has sido un paranoico y lo seguirás siendo hasta tu último aliento", respondí mirando a los ojos y sin demostrar nada de temor.

Lían sonrió haciendo que mi corazón se acelerará, , pensé para luego empujarlo lejos de mí. "No soy la misma chiquilla inocente a la que enredaste con tus palabras bonitas y sonrisa encantadora, ahora me sé defender y no te permitiré que pases la línea, así que mantén tu distancia". Las puertas del ascensor se abrieron permitiendo que saliera de aquella caja metálica. Sin mirar atrás seguí mi camino hasta llegar a mi oficina, durante todo el trayecto sentí los agudos ojos de Lían sobre mí, un escalofrío recorrió mi cuerpo y supe entonces que no sería fácil lidiar con él.

Me encerré en mi oficina y no salí de ahí en todo el día, lo menos que quería era volver a toparme con mi hermanastro. Estaba concentrada en la computadora buscando información que me pudiera servir para encontrar al enemigo de esta familia, pero por más que intentaba no conseguía nada que me llevara al traidor. La puerta de se abrió de repente y Lían entro sacándome de mi ensimismamiento. "¿Nadie te enseñó a llamar antes de entrar?" Pregunte con el ceño fruncido.

"Es mi empresa y entro a cualquier lado sin tener que pedir permiso", respondió con autoritarismo.

"Perdón gran jefe, lo había olvidado", respondí con sarcasmo.

"Ya termino el horario de trabajo, vamos te llevo a tu casa", más que un pedido sonó como una orden.

"Puedo ir sola, tengo mi propio auto". Apague la computadora y me dispuse a salir.

Lían me siguió de cerca podía sentir nuevamente su mirada sobre mí, algo que empezaba a irritarse, llegamos al estacionamiento y de la nada salió un hombre apuntándome con un arma, voltee y vi a Lían quien me miró aterrado. "No se te ocurra dar un solo paso, esta noche dejarás de meterte en lo que no te importa".

Cerre los ojos como un acto reflejó esperando pasar al otro mundo sabiendo que perdí tiempo valioso con las personas que amaba solo por cobarde.

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