Capítulo 5

Nick sintió el olor del cabello de Rafaela, cerrando los ojos por un instante mientras deslizaba la nariz suavemente por su cuello. El calor de ella aún lo envolvía, y podía escuchar la respiración leve y pausada de Rafaela, como si estuviera intentando recuperar el aliento. Rafaela sonrió involuntariamente, aún tan perdida en aquellas sensaciones de la primera vez que apenas percibió el tiempo pasar.

_Hueles tan bien… _dijo Nick en voz baja, casi sin darse cuenta de que había hablado.

Rafaela sintió que sus mejillas se ruborizaban y sonrió, incómoda.

_Estás diciendo tonterías, Nick...

Antes de que él pudiera responder, el sonido amortiguado de voces llegó desde el pasillo, seguido de una llamada más alta:

_ ¡NICK! ¿¡DÓNDE ESTÁS!? _llamó una voz masculina, claramente proveniente del piso de abajo.

El cuerpo de Nick se tensó y sus ojos se abrieron alerta. Rafaela también se sobresaltó, la magia del momento se desvaneció al instante. Se miraron, ambos con pánico.

_ ¡Mierda! _Maldijo Nick, sentándose rápidamente en el borde de la cama.

Rafaela se levantó buscando su ropa esparcida por el suelo, sintiendo que su corazón se aceleraba. Se vistieron en silencio, el sonido de las voces en el piso de abajo se mezclaba con el latido apresurado de sus corazones. Mientras Rafaela se ponía la camiseta, vio a Nick parado cerca de la puerta, pareciendo inquieto.

Se frotó la nuca, evitando mirarla directamente.

_Rafa... Nick parecía vacilante. No le digas a nadie lo que pasó, ¿de acuerdo?

Las palabras fueron como un puñetazo en el estómago. Rafaela se detuvo a mitad del movimiento, sus dedos aún intentando ajustar la tira de la camiseta. Lo miró sorprendida, sintiendo algo mal en su pecho.

_¿Qué? _Su voz salió baja, casi un susurro.

Nick finalmente la miró, sus ojos llenos de una tensión que ella no comprendía. Parecía a punto de decir algo más, pero no pudo encontrar las palabras.

_ Sólo... No digas nada, ¿de acuerdo? _insistió él, desviando la mirada.

Rafaela sintió un dolor agudo en el pecho, como si algo se rompiera dentro de ella. No le digas a nadie... La frase resonó en su mente, trayendo consigo una amarga comprensión.

_Entiendo... _Rafaela intentó mantenerse firme frente a él, pero estaba fallando miserablemente.

Nick frunció el ceño, como si sintiera que algo andaba mal.

_Rafa, no es lo que estás pensando...

_ No es lo que estás pensando... lo interrumpió ella. No quieres que la gente sepa que estuviste conmigo, ¿verdad?

Nick abrió la boca, sorprendido por su conclusión, pero no pudo negarlo lo suficientemente rápido.

_No tienes que preocuparte... continuó Rafaela, forzando una sonrisa amarga. No voy a ir por ahí contando que la "estrella de la escuela" estuvo con una chica como yo.

_ ¡Rafa, no es eso! dijo finalmente, dando un paso hacia ella. Yo...

Ella levantó la mano, interrumpiéndolo.

_Ya entendí, Nick. No te preocupes.

Antes de que él pudiera decir algo más, Rafaela salió de la habitación dando un portazo. Nick se quedó allí parado, frustrado, con las manos apretadas a los costados.

La verdad, que no pudo decir, era que no quería que sus compañeras de escuela supieran que era virgen hasta esa noche. Nick tenía miedo de perder su reputación, miedo de lo que sus amigos dirían sobre que él era virgen, y de convertirse en el blanco de las burlas de todos. Pero ahora, viendo a Rafaela irse herida, se odiaba a sí mismo por no haber podido decirle por qué le había hecho esa petición.

Afuera, Rafaela bajó las escaleras lo más rápido que pudo, con los ojos ardiendo y el pecho apretado, sin entender por qué dolía tanto. Quizás porque, en el fondo, había creído que Nick podría ser diferente.

Al pasar por la sala, Ava la llamó, pero Rafaela fingió no escuchar. Necesitaba salir de allí, necesitaba aire.

Arriba, Nick se dejó caer en la cama, mirando al techo. Se llevó las manos a la cara, soltando un suspiro de frustración.

_Idiota... _se llamó a sí mismo de esa manera.

En la calle, Rafaela caminaba con pasos rápidos, intentando contener las lágrimas. El viento frío de la noche soplaba contra su rostro, pero ella apenas lo sentía. Las palabras de Nick martilleaban en su cabeza.

No le digas a nadie...

Sabía que no debería importarle tanto. Después de todo, él siempre había sido el popular, el chico que todos admiraban, mientras que ella... bueno, ella era la chica invisible a la que él solía molestar, la enemiga. Aun así, dolía. Dolía porque, por un momento, se permitió creer que Nick la veía de verdad.

_¡Rafaela! Ava la llamó, corriendo tras ella. ¿Qué pasó? ¿Por qué saliste así?

Rafaela se detuvo, respiró hondo y forzó una sonrisa antes de volverse hacia su amiga.

_No es nada, Ava. Sólo... no me sentía bien. Será mejor que me vaya a casa.

Ava frunció el ceño, claramente desconfiada.

_Te acompaño.

_No es necesario, en serio. Quiero estar sola un rato.

Ava dudó, pero finalmente cedió.

_Si necesitas cualquier cosa, llámame, ¿de acuerdo?

_De acuerdo.

Cuando Rafaela llegó a casa, su padre ya estaba durmiendo. Entró en su habitación en silencio y al sentarse en la cama, las lágrimas que había contenido durante todo el camino finalmente comenzaron a caer. No sabía por qué se sentía tan idiota, tan rota.

_No debería haber esperado más de él... no debería haberme gustado... _dijo abrazando sus propias rodillas, pensando en los momentos que habían pasado juntos y que habían sido mágicos, pero que al final terminaron en lágrimas amargas.

Una parte de ella no podía dejar de preguntarse si Nick no estaría tan perdido como ella. Esa duda la corroía, pero, al mismo tiempo, sabía que no podía seguir haciéndose daño por alguien que no parecía dispuesto a ser visto con ella.

Se acostó, mirando al techo, mientras las lágrimas corrían silenciosamente por su rostro. El domingo sería un nuevo día, y ella necesitaría ser fuerte. Incluso si eso significaba dejar a Nick y lo que pasó esa noche atrás.

Y, en ese momento, se prometió a sí misma que no dejaría que nadie la tratara como si fuera invisible otra vez.

No le digas a nadie lo que pasó, ¿de acuerdo? Repitió la frase dicha por él, confirmando su decisión.

En cuanto a Nick, no disfrutó del resto de la fiesta, y tan pronto como todos se fueron, se dejó caer en la cama, sin poder dormir sintiendo el olor de Rafaela que había quedado en su almohada. No podía dejar de pensar en los momentos que habían pasado juntos, y en la expresión de dolor que ella tenía al irse.

_ No quería que terminara así...

Se sentó en la cama, pasándose las manos por el pelo revuelto, intentando organizar sus pensamientos. Sabía que se había equivocado, y pensó en lo que podía hacer. Pensó en ir tras ella, disculparse, contarle que tenía miedo de que la gente descubriera que él no era el chico seguro que todos pensaban.

Nick resopló, frustrado consigo mismo. Por primera vez, se sintió pequeño y vulnerable, como si el peso de sus propias decisiones lo estuviera aplastando.

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