Capítulo 4

Subieron las escaleras mientras el ruido de la fiesta se iba apagando. Rafaela sentía el corazón acelerado, como si estuviera a punto de estallar.

—¿Dónde me llevas?

Nick no respondió, abriendo la puerta de su habitación al final del pasillo.

Rafaela se detuvo en la puerta, dudando.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Rafaela, cruzando los brazos y mirándolo con desconfianza—. No soy una de tus chicas, Nick.

Nick sonrió, pero esta vez la sonrisa fue más suave, sin el tono de provocación que ella conocía tan bien.

—Sé que no lo eres. Eso es exactamente lo que te hace... diferente —Se apoyó en la pared, como si estuviera más cómodo—. Siempre me has intrigado, Rafa.

La miraba de una manera que hacía que su corazón se acelerara, y Rafaela no sabía qué pensar.

—No debería estar aquí...

Nick la miró, aún sosteniendo la puerta abierta.

—Entonces vete.

Era un desafío. Rafaela sabía que él esperaba que ella retrocediera, que huyera como siempre. Pero algo dentro de ella se negó a darle ese gusto.

—No lo haré... —Dijo apartando la mirada de la suya y entrando en la habitación.

Echó un vistazo. La habitación era espaciosa, con paredes cubiertas de pósteres de bandas, la cama estaba hecha y el escritorio lleno de equipos y cámaras. La habitación tenía una personalidad que parecía ser una extensión de Nick, y ella no sabía si estaba impresionada o desconfiada.

Nick sonrió, cerró la puerta tras ella y se acercó lentamente. Rafaela sintió que su corazón latía aún más rápido a medida que él se acercaba, hasta que estuvieron frente a frente.

—¿Qué estamos haciendo aquí? —preguntó, intentando parecer indiferente.

—Solo quería un lugar donde pudiéramos hablar —dijo, en un tono más serio de lo habitual.

—¿Hablar? —Rafaela arqueó una ceja, desconfiada—. ¿Desde cuándo quieres hablar conmigo?

—Sabes, Rafa... —empezó Nick, con un tono más bajo ahora, casi suave—. Me sorprendes cada día que pasa.

—¿Sorprendo cómo? —preguntó ella casi sin voz, intentando ignorar el calor que le subió al rostro.

—Deberías saberlo...

Rafaela desvió la mirada de nuevo, fijándola en las cámaras del escritorio. Era más fácil mirar el equipo que la mirada de Nick. Se acercó a la mesa, pasando los dedos por una de las cámaras, intentando ignorar la tensión en el aire.

—¿Te gusta hacer fotos? —preguntó, cambiando de tema.

Nick pareció sorprendido por la pregunta.

—Sí. No es algo que suela mostrar a todo el mundo, pero... es algo que me gusta hacer, podría pasarme el día entero haciendo fotos.

Ella cogió la cámara que más le llamó la atención y la examinó, aún evitando su mirada.

—Quién lo diría... el Nick popular del instituto tiene un lado artístico —dijo con ligera ironía, pero no pudo evitar sonreír.

—Hay muchas cosas que no sabes de mí, Rafa —respondió Nick, acercándose de nuevo.

Esta vez, ella no se echó atrás. Se giró para mirarlo, aún sosteniendo la cámara.

—Tal vez porque nunca me has dado motivos para querer saber —respondió, mirándolo fijamente—. Me gusta esta cámara —dijo volviéndola a dejar en su sitio.

Nick se quedó en silencio unos instantes, como si estuviera procesando lo que ella había dicho. Entonces, dio un paso al frente, acortando aún más la distancia entre ellos.

—¿Y si quiero cambiar eso? ¿Y si quiero que me conozcas? —preguntó—. De todas las chicas que hay aquí hoy, tú eres la única que...

Rafaela parpadeó, confundida.

—¿La única?

Mientras Rafaela intentaba comprender lo que quería decir, Nick le sujetó el rostro con cuidado y acercó sus labios a los de ella.

El beso comenzó lento, como si esperara que ella se echara atrás. Pero Rafaela no se echó atrás. Al contrario, le correspondió, sintiendo los labios de él presionando los suyos con más intensidad.

Nick la atrajo por la cintura, acortando la distancia entre ellos, y Rafaela sintió como si todo el aire de la habitación hubiera desaparecido, dejando que sus manos se deslizaran por su nuca. Y así se quedaron, sintiendo cómo reaccionaban sus cuerpos.

Cuando se dio cuenta, Rafaela ya le había quitado la camiseta a Nick, sintiendo su piel caliente bajo sus manos, y él no tardó en quitarle la blusa a ella, deteniendo su mano sobre el cierre del pantalón que llevaba.

—¿Estás segura? —susurró Nick con la respiración entrecortada, y Rafaela, jadeante, asintió. Lo deseaba, y no sabía por qué no tenía miedo de nada con él.

En ese momento, todas las dudas, todas las inseguridades, desaparecieron. Rafaela sabía que estaba a punto de hacer algo importante, algo que no podía deshacerse. Pero, al mirar a los ojos de Nick, decidió que quería seguir adelante.

Mientras ambos se tumbaban sobre la cama, Nick la miró con expresión seria, dejando a un lado toda su pose de seguridad.

—Rafa... —Nick estaba nervioso.

—Es mi primera vez... —reveló Rafaela viendo a Nick sonreír.

—No eres la única que se esconde tras una imagen.

Sus palabras la conmovieron de una forma que no esperaba.

—También es mi primera vez —confesó Nick en voz baja.

Rafaela pareció sorprendida, pero la sonrisa de él se suavizó, adquiriendo un tono de ternura que nunca antes le había visto.

Entre las sábanas de la habitación de Nick, Rafaela se entregó al sentimiento que llevaba tiempo creciendo en su interior. Y, aunque sabía que aquello lo cambiaría todo entre ellos, decidió no pensar en las consecuencias. Era su primera vez, y eso los hacía estar más unidos que nunca.

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