^^^Durante la conversación de los maestros con Azazel.
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Nick estaba fuera de la escuela, junto a Sonia y Fermín. Nick estaba un poco nervioso, pues a pesar de asegurarse de que nadie estuviera por los alrededores, una única falla y harían que todo el plan se hiciera pedazos. A lo lejos, pudo observar a dos figuras acercándose, se trataban de Sariel, en compañía de un hombre, Nick nunca lo había visto, pero un intenso miedo recorrió su cuerpo tan solo de verlo, y escuchar esa risa tan macabra cada vez más fuerte.
—¿Qué es tan gracioso? —Preguntó Sariel un poco molesta, a solo unos pasado de Nick.
—Los idiotas no han notado que no estoy en esa sala con ellos, no puedo aguantar la risa. —Sariel solo mueve negativamente la cabeza antes de dirigir sus ojos a Nick, que no podía desviar sus ojos de aquel hombre.
—Se ha tardado un poco. —Dijo Sonia—. La esperábamos minutos antes.
—Lo siento, no podíamos avanzar por la culpa de Azazel, no dejaba de reírse. —Contestó—. ¿Tienen lo que les pedí?
—Si, él buen Fermín se encargó de eso. —Nick extendió su mano, entregándole una pequeña rama de color negro con una peculiar raya roja. Sariel la tomó enseguida—. Es un buen chico.
—¿Para que la usará? —Fermín tomo la rama, haciendo molestar un poco a Sariel, quién lo observaba curiosa—. Esto es muy valioso para los elfos, es justo que yo sepa para que lo usarás.
—Eso es correcto. —Contestó sin más—. Es muy valioso, pequeño, y te sugiero que lo sueltes si no quieres que… —Sariel queda totalmente en silencio, viendo detenidamente a Fermín. Nick no entiende lo que pasa, incluso parece que lo ve con miedo, como si Fermín hubiera hecho algo terrible—. Yo… tú… ¿Te conozco de algún lado? —Preguntó ignorando por completo lo anterior—. Azazel… él…
—Es solo un niño, déjalo tranquilo. —Contestó Azazel, quitándole el gorro a Fermín, para después acariciar su cabello—. No te preocupes por lo que haremos con ese pedazo de madera, será algo bueno. Lo que no será bueno es que vayas a decir algo sobre esto, ya que si lo haces, te mataré yo mismo, ¿Entiendes? —Azazel jalaba tan fuerte del cabello a Fermín, que las lágrimas salieron de sus ojos, incluso Nick sentía pena por él. Azazel simplemente lo aventó al suelo, tirando su gorro a un lado de él—. Con la rama del árbol de la muerte y el recipiente, solo nos hace falta la llama eterna y mi grimorio. Espero que Dasha no tenga problemas en conseguirla, aunque bueno, ella no tendría la culpa de tú ineptitud, ¿No sé supone que la llama es algo que por lo menos deberías tener ya?
—¿La llama eterna? —Preguntó cuidadosamente Nick, no quería hacer enojar a esos dos—.
—Acaso… ¿Estás interrogándome? —Preguntó Sariel, extendiendo su látigo.
—Tranquila, Sariel. El chico solo tiene curiosidad, el conocimiento es algo que todos deberíamos tener. —La voz de Azazel era tranquila, aunque conservaba su extraña sonrisa—. La llama eterna, Nick, es un fuego que se encuentra en una región cercana a Egipto. La leyenda dice que cayó del cielo, un objeto con un brillo sin igual, dejando como evidencia de su existencia un fuego que jamás se extingue, tanto era su valor, que crearon las pirámides para protegerlo. Dicen que su calor es tal que se compara con las llamas del infierno.
—Eso quiere decir que es un objeto del infierno, ¿No es así? —Nick había tomado la palabra de Azazel, e iba a resolver sus dudas.
—No diría eso. —Contestó Azazel regresando a su tono burlón—. Las llamas no son del infierno, si no todo lo contrario, están benditas por… —Azazel miro con disimulo a Sariel—. Por Dios. Lucifer era el favorito de Dios, él tenía todo menos el trono, así que Dios quiso remediarlo y le otorgó la espada llameante. Cuando fue expulsado del cielo, y gracias a mi, el cielo se quedó sin ese poder… el poder de destruir incluso las puertas del reino celestial.
—Puedo ver qué han perdido muchas cosas a lo largo del tiempo, en especial ese cuarteto de idiotas.
—¿Ellos están ahora aquí? —Dijo Azazel, sacando su lengua, saboreando sus propios labios—. Que excitante. Me preguntó que tan poderosos serán. —Azazel cambio rápidamente de apariencia, asustando tanto a Nick como a Sonia, que tuvieron que dar algunos pasos hacia atrás.
—No entiendo muchas cosas… y se que soy torpe… pero ustedes son malas personas. —Fermín quería correr, entrar a la escuela, pero Sariel se acercó tanto y tan rápido que no lo notó hasta que está le dio un pequeño beso en la mejilla, antes de golpearlo, desmayándolo casi al instante.
—No había necesidad de hacer eso. Él no diría nada… —Nick, a pesar de todo, sentía lastima por él.
—Sigan vigilando a Ian, él será la pieza más importante del juego.
—Debemos irnos ahora, Sariel. Ellos vienen hacia acá. —Las palabras de Azazel iban acompañadas del sonido de las puertas de la escuela al abrirse. Nick pudo ver a Michael saliendo a toda velocidad, lanzando una fuerte cantidad de fuego hacia Sariel y Azazel. Azazel trata de esparcir el fuego por la escuela, pero un fuerte remolino hace que el fuego los rodé, formándose una clase de tornado de fuego.
—¿Se encuentran bien? —Preguntó Michael al ver a Nick con Fermín inconsciente en sus brazos.
—¡Fermín está herido! —Gritó Nick—. Tengo que llevarlo a la enfermería.
—Ve. Rápido.
Michael hace disipar las llamas. Nick por un segundo esperaba que el fuego los hubiera consumido, sin embargo y para sorpresa de ambos, ninguno tenía ni una sola quemadura. Solo su ropa parecía destrozada.
—¡Vamos! —Gritó Azazel—. ¡Era mi traje favorito! —Sin más, ambos extienden sus alas y se marchan de ahí, dejando a Michael sorprendido por su poder. Nick tomó en brazos a Fermín y junto a Sonia corrieron a enfermería.
Ya en la enfermería, Rafael atendió a Fermín, revelando que no tenía daños. Solo estaba desmayado. Nick estaba por irse, ya no tenía nada que hacer ahí, sin embargo escucho a Joseph y Kai, quienes despertaron al mismo tiempo.
—Kai… —Habló Joseph.
—Ese poder… era similar al de Dasha, pero mucho más grande. —Nick se esconde para poder observarlos. Rosa estaba dormida en la silla que estaba al lado derecho de la cama de Joseph. Se miraba cansada.
—¿Cuánto tiempo paso? —Preguntó Joseph sujetando su cabeza antes de acostarse de nuevo.
—No lo sé, pero debió de estar muy preocupada.
—Mis heridas eran graves, tendrían que tardar semanas en recuperarse. —Joseph tocaba todo su cuerpo, quizás buscando un leve dolor.
—Debe de ser por la planta que nos regaló. Debió de usar la suya con nosotros.
—Ella es tan linda, tan gentil, incluso conmigo. Yo no sé lo pedí, y aún así ella está aquí…
—Je, lo sabía. —Joseph estaba sonrojado. Nick sabía que esa actitud de chico malo era solo para ocultar sus debilidades—. Esa chica mueve tu frío corazón.
Harto de escuchar tonterías, Nick se retira a su cuarto, dónde lo esperaba Sonia.
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