Octavio y Lourdes no volvieron a verse, y cada quien hizo su vida habitual.
Octavio guardó esos momentos en el fondo de su corazón, los guardó tan bien que pareciera que no pasó nunca.
Época actual...
¿Y ahora, qué voy a hacer?, Octavio se sentía muy mal por lo que había hecho, pero más le aterraba saber que tenía un hijo.
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Octavio estaba tan ensimismado checando todos los lugares donde habría de abastecer, cuando alguien entró:
Buen día, don Octavio...
Buen día, era la señora de la limpieza, que hacía su trabajo de todos los días.
¿Cómo va su día?, preguntó ella.
Pues ahí va, nunca falta un supermercado donde me pidan abastecer, ya hasta los medianos también entra en mis recorridos.
Qué bueno, en cambio, yo ando en la vil ruina, ya mero se me vence la renta y no tengo para pagar.
Ni quedándome horas extras.
No se preocupe, doña Sofía yo sé que sí va a lograr pagar su renta. En cambio, a mí no me va tan bien que digamos.
Bueno, con permiso voy a limpiar su escritorio. Después de limpiar el escritorio vació la papelera. Nos vemos, don Octavio, por aquí andaré rondando. Procure no concentrarse demasiado en los problemas.
Octavio observó como Sofía cerraba la puerta con mucho cuidado. Ya veré cómo resuelvo esto, algo tengo que hacer.
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Octavio estaba pensando mucho en las cosas que le estaban pasando, por un instante, se quedó inmóvil viendo el teléfono, la señora Sofía ya sabía alejado lo suficiente ya no se oía trajinando por el corredor.
Trataba de librar una batalla desgarradora que tenía por dentro. La cabeza parecida a querer estallarle, se sentía muy mal.
"¡Dios mío!, no puedo poner mi matrimonio en peligro, tiene que ser una mentira, no creo que Lourdes haya tenido un hijo mío y no me haya avisado en su momento. De seguro anduvo con otro hombre y no lo dijo. Ese niño no puede ser mío, olvidaré el asunto y se acabó." Octavio estaba sumido en sus pensamientos.
Pero, ¿cómo puedo olvidar eso?
Sin pensarlo, Octavio marcó un número pero no sabía que iba a decir.
Hola, soy yo Octavio.
Hola Octavio, qué bueno que has reflexionado las cosas.
Por favor, te pido tiempo para asimilar las cosas. Esto es algo muy grave que tengo que afrontar. Te llamaré mañana, pero por favor, no me presiones.
Está bien, no te preocupes, Owen es un chico muy bueno, te gustará ya lo verás. Pero, por favor, llama más temprano.
Lo siento, Jaime. Buenas noches.
Octavio colgó el teléfono, las manos le temblaban, ¡pero qué había hecho!, su matrimonio corría peligro, y sin embargo, él volvió a llamar, ¿por qué lo hizo?
No se imaginaba a su esposa aceptando a un hijo de él producto de la infidelidad. Él la amaba, pero como la mayoría de los hombres, no se pudo resistir a la tentación de una aventura.
La verdad es que estaba aterrado, no sabía qué hacer ni cómo actuar.
La sola idea de tener que decirle a su esposa esto, lo llenaba de un pavor indescriptible.
Un cúmulo de sensaciones revoloteaban en su interior, odio por Lourdes porque nunca le dijo que estaba esperando un hijo suyo, terror, miedo a lo desconocido, no sabía cómo decirle a su esposa lo que estaba pasando.
"¿Por qué tuve que meterme con Lourdes, si estaba tan tranquilo yo en mi matrimonio? ¿Por qué se me cruzó en mi camino? Y ahora, ve tú vas a ver cómo resuelvo esto."
Octavio se imaginó a su esposa corriéndolo de su casa, con las maletas hechas y llorando a raudales. Ella abrazaba a sus dos hijas. Fue muy tajante con él, no, no y no. De ninguna manera iba a aceptar a ese niño, y no por el niño en sí, sino por la infidelidad.
Tenía un hijo que no conocía.
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Camino sin muchas ganas por el estacionamiento. Él sabía que tenía que hablar con alguien era Presa del pánico y de la confusión.
En el mundo entero no había nadie que lo comprendiera mejor y que lo amara tanto como su esposa, ella era su compañía, su esposa, su amante, su mejor amiga. Pero no sabía cómo sería después de contarle lo que pasaba.
Andrea era su amiga más íntima, por decirlo de alguna manera, en realidad era su única amiga.
Ellos se amaban demasiado y siempre resolvían los problemas de la mejor manera. Andrea siempre le había demostrado un amor sin fin y una comprensión que no cualquier mujer tiene.
Era buena y hacendosa y muy amorosa con sus hijas. Siempre buscaba alguna razón para no entristecerse, preparaba unas comidas deliciosas y era muy buena esposa.
Cualquier hombre sería feliz de tener una esposa como Andrea. Entonces, ¿por qué la infidelidad?
Ni él mismo sabía por qué. Simplemente, se presentó la oportunidad y él no pudo rechazarla.
Y ahora, tendría que afrontar las consecuencias de sus actos. El problema era que no sabía cómo.
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Comments
Salomé Páez
Ja, ahora pregunta q va hacer...pero en ese momento no le importó ponerle los cuernos a su esposa y ahora no sabe q hacer 🤦♀️😡
2024-06-08
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