Max:
Mientras se sentaban a la mesa, Electra intentó cautivarlo con el encanto que poseía. Aunque no tenía una melena voluminosa y rubia como las modelos de Victoria's Secret, sus anteriores parejas siempre elogiaron su cabello corto y negro, comparándolo con las alas de un cuervo.
Electra se sentía atractiva y estaba ansiosa por poner a prueba sus dotes con Max.
El chico pronto notó las intenciones de su amiga. Quería dejarse llevar, por supuesto que sí, pero cada vez que intentaba tocar la mano de Electra, experimentaba una sensación de vacío en el pecho.
La imagen de Aria se presentaba en la mente de Max, como un recordatorio de lo que perdería si daba un paso y le abría la puerta de su corazón a esta mujer.
—Qué sucede —Preguntó la chica con una sonrisa encantadora—. Estas algo tenso.
Max le dio una sonrisa forzada. —Solo es cansancio por la larga jornada en la fábrica.
Electra le regaló una dulce sonrisa y se puso de pie, provocando en Max una breve sensación de nerviosismo.
—Déjame aliviarte —le dijo la chica con tristeza.
Max la miraba como si ella fuera el fantasma de su peor pesadilla. Electra no quería ser tratada asi, pero las sombras de lo que era real y lo que pretendía ser, se hacían cada vez más evidentes.
Aún apesar del dolor, la chica no se dio por vencida, puso sus delicadas manos en el cuello de Max y con movimientos circulares le dio mejoría.
—No tienes que hacer esto, Electra —respondió él cerrando sus ojos.
La verdad es que lo necesitaba mucho. Sus jornadas en la fabrica de repuestos, eran exhaustivas.
—Claro que sí, ahora guarda silencio y déjame intentar hacer algo por ti —dijo la joven más animada, al ver que su amor platónico disfrutaba del masaje.
Ella continuó. —Max, no deberías trabajar tanto. No lo necesitas, con el dinero de Robotech es suficiente para que vivan bien.
El recuerdo de esa empresa, hizo que Max se tensara enseguida. —No dejaré de trabajar. Tomar ese dinero me hace sentir manchado.
Electra se sintió estupida; fue su culpa y no quería verlo así. Detuvo el masaje y se coloco de manera que Max pudiera verla.
—No digas que estás manchado Max. Recuerda a tu madre y el sacrificio que hiciste por amor.
Ella le sonrió para tranquilizarlo, y en el proceso acarició su mejilla, acercándose cada vez más a sus labios.
Electra continuó. —Aunque comprendo si no quieres depender solo de ese dinero y no quedarte de brazos cruzados. Lo entiendo perfectamente, siempre has sido un hombre tan bueno y trabajador, es por eso que te amo tanto.
Max no se sentiría bien hasta que su identidad fuera devuelta. No pensaba que fuera paranoico, pero sentía que siempre lo observaban y quería acabar con esto. Sin embargo, sus pensamientos se desviaron por las palabras de su amiga. Electra lo amaba, y ¿como no saberlo?. Ella siempre se lo demostró y lo haría una vez más.
Los labios suaves de la chica se posaron en los suyos tan fuertes y varoniles. Solo un pequeño roce, solo eso y Max se alejó. No podía hacerle esto de nuevo.
—Lo siento, Electra. —Max la observó con tristeza.
Electra negó dolida y se incorporó en su posición.
—Iré a lavar los platos —dijo ella saliendo rápidamente de la estancia.
Al presenciar la partida de su amiga, Max soltó un gruñido molesto y golpeó la mesa con su puño en el proceso.
"Siempre hacía todo mal", pensó mirando hacia la ventana.
La noche caía sobre la ciudad de Neo Tech y en el hogar de Max, las sombras danzaban en la penumbra por la tensión que se filtraba en el aire. Max, se sentía atrapado entre la mentira que era ahora su vida y el desorden de sus sentimientos.
Más, sin embargo, se obligó a respirar profundamente y no dejarse ahogar por el caos en su vida. Debía centrarse en lo que era importante en este momento, en Electra.
Sintiendo surgir de nuevo la tensión en sus hombros, decidió que debía liberarse y aclarar esto de una vez por todas. No quería que su amiga se volviera a alejar como lo hizo en los días pasados.
El chico se encaminó hacía la cocina y la vio refregando un plato con fuerza. Como le dolía verla así.
—Electra...
La chica decidida a no rendirse fácilmente, lo detuvo. —Max, entiendo que las cosas son complicadas, pero no puedo evitar sentir algo por ti. No quiero perderte. —La voz de Electra era forzada, estaba conteniendo su llanto.
Max se sentía el peor hombre del mundo pero debía ser sincero. —Electra, eres una mujer hermosa y puedes tener al hombre que quieras. Debes encontrar a alguien que te valore de verdad.
—Pero yo te quiero a ti, Max. —Los ojos de la chica reflejando angustia por perder a su amor platónico.
Él la observo con tristeza, como quería abrazarla para aliviar su dolor pero era mejor detenerse o le daría una idea errónea.
—Electra eres mi mejor amiga y aprecio todo lo que hiciste esta noche por mi, pero las cosas no pueden ser forzadas. Mi corazón está en otro lugar. —La verdad en sus labios salió demasiado fácil.
La chica de cabello corto bajo la mirada entendiendo las palabras de Max. La cena romántica no había logrado el efecto deseado y estaba segura que hiciera lo que hiciera, jamás lograría hacer que él, la mirara con otro ojos.
Priscila desde la habitación donde había visto y escuchado todo, observó con compasión y preocupación a Electra pero también a Max.
"Pobre de su hijo estaba enamorado de un imposible", pensó su madre con aflicción en su corazón.
...****************...
Mientras tanto inherentes al mal que acechaba en sus vidas, Titanía en otra lugar de la ciudad, observaba las imágenes de Max en las pantallas holográficas.
La cena romántica no había pasado desapercibida para ella y solo pudo sonreír al ver la escena. Titania amaba una buena cacería y este chico se la serviría en bandeja de plata.
—Max, ya no puedes escaparte del camino que has trazado. —Murmuró la mujer con malicia.
Por otra parte Aria observaba con nerviosismo a Maxwell. El robot no había dejado de seguirla en todo el dia y por si fuera poco, ella sentía que su mirada ya no era la misma. Entre el azul celeste de sus ojos, se mezclaba un punto rojo que la hacía estremecer.
—Maxwell, qué le sucede a tu mirada —preguntó Aria con valentía.
El robot se acercó a ella y le dio una sonrisa cálida, su propósito no había cambiado. Amaba a Aria y la protegería siempre, más sin embargo estaba de acuerdo con el código de su creadora. Debía velar por la seguridad de su amada y por ende resguardar sus propias decisiones.
—Solo es el mantenimiento, cariño. —Maxwell dijo la mentira fácilmente.
Aria pareció creerle y se dejó estrechar entre sus brazos.
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