CAPÍTULO 12.

CAPÍTULO 12.

Algunos días después, Joseph y Alina no insistieron más con Richard, por ahora, más bien querían que el hombre sienta miedo y cuando menos se lo espere, volverían al acecho.

Las cosas en el restaurante marchaban de maravilla, Christian y sus amigos ya no regresaron por allí y Ali no volvió a cruzarlo, por suerte para ella.

Era sábado por la noche, así que cerraron el restaurante un poco más tarde de lo normal. Ali se dirigió a su apartamento, sola esta vez, ya que Joseph debió irse más temprano por un asunto personal. Si bien no le dijo de que se trataba, ella decidió que luego le escribiría para preguntarle.

Al llegar, Ali busco sus llaves de su bolso mientras el ascensor subía. Al salir de este, vio que había una persona sentada junto a la puerta de su apartamento. Eso le sorprendió mucho. Se acercó lentamente y la sorpresa fue aún más grande cuando se dio cuenta de quién se trataba.

—¿Christian? —preguntó ella, sorprendida.

—Ali. —Exclamó él, elevando la vista. Parecía estar ¿borracho?

—¿Estás ebrio? —preguntó ella.

—Algo. —Respondió él, sonriendo de lado.

Alina suspiró, puso las llaves en la puerta para abrirla y luego ayudó a Christian a ponerse de pie para ingresar dentro.

—Ven, te llevaré hasta el sillón. —Exclamó ella, llevándolo casi a rastras.

—¿Recuerdas cuando venía por las noches y entrabamos en silencio para que tus padres no nos descubrieran?

Alina se quedó recordando aquello. Lo recordaba bien. Pero decidió ignorarlo.

—Te traeré un café. —exclamó ella.

Alina se dirigió a la cocina y preparo una taza de café negro para que a Christian se le pase un poco la borrachera. Después, se sentó frente a él y se lo entregó.

Christian bebió un sorbo. La cabeza le dolía demasiado. Se había pasado de tragos y lo sabía bien. No sabía cómo fue a parar a la casa de su exnovia. Aunque recordaba exactamente el porqué de su estado: su compromiso con Miranda. Un compromiso que le pesaba cada día más y que, a pesar de quererla mucho, no se sentía cómodo.

¿Cómo había llegado a esto?, frente a él estaba la mujer que más amo en su vida. El amor de su vida, la mujer con la que compartía sus planes, sus sueños, sus proyectos. Sus ganas de casarse y formar una familia. Con quien deseaba tener hijos. Ella estaba ahí, frente a él, esperando a que él diga una sola palabra del porqué estaba ahí, sentado en su sillón y encima ebrio.

La verdad era esa, no había otra. Le pesaba su compromiso con Miranda. En apenas un mes sería su esposo y a pesar de pasarla bien con ella, había algo que le pesaba. Se sentía ahogado y sabía que la razón tiene nombre y apellido: Alina Levine.

—¿Me dirás por qué estabas esperándome, Christian?

—Puedo decirte mil cosas y nada a la vez. —exclamó él. —No lo sé, Ali. Quería hablar contigo.

—¿Sobre qué?

—Mira… No sé qué me ocurre. —exclamó él, poniéndose de pie y comenzando a caminar por la sala. —Mi compromiso con Miranda me sofoca, me atosiga. Necesitaba desahogarme.

—Entiendo. —exclamó ella. —Solo que me sorprende que hayas venido hasta aquí.

—Lo sé. —suspiro.

—Mira Chris. —Dijo ella. —Puedes quedarte aquí, si quieres. El sofá es grande. Pero no puedo aconsejarte. Lo siento. Esto es demasiado extraño para mí.

—Ali. —exclamó él, acercándose. —Siento que… Esto se acabó muy rápido. No tuve tiempo de despedirme de ti, de nosotros. Teníamos tantos sueños, tantos proyectos que yo…

—Y pudimos cumplirlos, Chris. —Dijo ella, derramando algunas lágrimas. —Pudimos ser todo, ser la pareja perfecta, tener hijos, casarnos… Yo te amaba Chris.

—Pero mataste a mi hermana, Alina. —exclamó él. —Dime, ¿qué pensaría Sami si me casara con su asesina?

—¡Yo no maté a Samantha!, Sam era mi mejor amiga. Pase siete años encerrada, Christian. No tienes idea por las cosas que tuve que pasar en la cárcel.

Christian negó.

—Creo que… nos debemos una despedida. De alguna manera, nuestras almas no quieren soltarse y dejarnos ir el uno al otro. —Se acercó a ella y acarició su mejilla, mientras con su otra mano, limpiaba las lágrimas de ella.

—Christian, yo…

Sin embargo, Christian no la dejó terminar su frase. Pego sus labios a los de ella, besándola con intensidad, dejando que sus bocas se envuelvan en una danza lenta pero apasionada. En un beso que decía poco y mucho a la vez.

Las lágrimas de Alina se mezclaban con las de Christian. Él la tomó de la cintura, llevándola hacia el sofá, mientras seguía besándola. Pronto la ropa de ambos quedo esparcida por el suelo. El acto era cada vez más intenso. Pero como si cayera del cielo de repente y se diera duro contra la acera, Alina salió de su trance, empujando a Christian y sacándolo de encima de ella.

—No, esto está mal. —exclamó ella. —Esto no puede ser.

Christian, al igual que ella, como saliendo de su trance, se levantó rápidamente, tomo su ropa y salió del departamento, dejando a Alina sola con sus lágrimas y sus pensamientos.

Hace un tiempo ella estaba segura de cuánto amaba a Christian y de que siempre caerá redondita a sus pies. Pero ahora algo había cambiado en ella. Algo que descubrirá más pronto de lo que piensa.

Sintiéndose triste y deprimida, Alina se vistió, tomó un abrigo y salió de su apartamento a buscar a la única persona que podría consolarla en estos momentos. Desde que salió de la cárcel no había ido a su casa, pero supo que vivía en una linda, pero acogedora casa a unas diez cuadras del restaurante.

Alina tomó un taxi y le pidió al taxista que la deje en la dirección, que ella misma le fue diciendo. Al llegar, se quedó unos minutos parada fuera de la casa, la cual estaba a oscuras. Miro la hora en su teléfono, marcaba las tres de la mañana.

Decidió acercarse a la puerta y cuando estaba por golpear la puerta, decidió que mejor le escribiría un mensaje.

A: “Hola, ¿duermes?”

^^^J: “Estaba en eso. ¿Paso algo?"^^^

A: “Estoy afuera”.

Joseph no respondió su mensaje, pero minutos después, Alina escuchó ruidos dentro de la casa y pronto el chico abrió la puerta.

—¿Ali?, ¿qué ocurre? ¿Qué haces aquí a esta hora?

—¿Puedes hablar?— preguntó.

—Claro, pasa. —exclamó él.

—Lamento venir a esta hora, es que… La cagué.

—¿Qué ocurre, Ali? —preguntó él, preocupado, acompañando a Ali para sentarse junto a ella en el sofá.

—Christian fue a mi apartamento y él… yo… nos besamos. —exclamó llorando.

—Ay Ali. —dijo Joseph, abrazándola. —¿Lo hicieron?

—No. —exclamó ella. —Lo detuve. Yo… no sentía lo mismo que hace años, además él… sigue creyendo que soy culpable de la muerte de Sam, ¿cómo pude ser tan tonta de siquiera dejarlo entrar al apartamento?

—Ya, ya. —exclamó Joseph, calmándola. —Te han pasado demasiadas cosas en poco tiempo, estás confundida.

Ambos se quedaron abrazados en un cómodo silencio. Ninguno de los dos supo reconocer las sensaciones que fluían por sus cuerpos en ese momento tan simple. Pero, fueron interrumpidos por alguien.

—¿Papá? —exclamó una voz chillona, que venía saliendo del cuarto de Joseph.

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Comments

San Aguirre

San Aguirre

¡vaya!

2024-02-29

1

🌺 Diglass 🇵🇦🤗🌺

🌺 Diglass 🇵🇦🤗🌺

que bueno que lo frenas te. porque nada cambiaría

2024-02-06

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