CAPÍTULO 8.

Alina estaba en shock por el momento que había pasado hace apenas media hora en frente de los comensales. Mientras el resto de los empleados se encargaban de cumplir las órdenes de la gente, Mark y Caro, intentaban calmarla y limpiar un poco su ropa.

Carolina recordó que en su casillero guardaba una muda de ropa, ya que cada tanto dejaba una muda de recambio para ciertas ocasiones.

—¿Cómo te sientes? —pregunto Caro, acercándose. —Encontré esto en mi casillero, te acompañaré al sanitario para que te limpies un poco y te cambies de ropa.

—Gracias, chicos. —exclamo ella. —Estaré bien.

Alina se puso de pie y Carolina fue detrás de ella para ayudarle con el aseo. Ya en el baño, Ali se quitó la blusa y Carolina se preocupó, ya que tenía la piel roja debido a que la pizza estaba caliente cuando Christian se la volcó encima.

—¿Eso duele? —pregunto Caro.

—No, mi piel es algo sensible. —exclamo ella.

—No quiero verte mal, ese hombre no lo merece. —exclamo Carolina. —Ninguna excusa es válida para ese escándalo y mucho menos para levantarte la mano.

—Me duele saber que hace siete años era el amor de mi vida. —Dijo. —Y yo sería su esposa, apenas termináramos nuestros estudios. Estábamos tan enamorados, debiste vernos, todos pensaban que éramos la pareja perfecta.

—Joseph, me ha dicho algo de lo que ocurrió contigo. —Exclamo. —Sé que apenas te conozco, pero creo en tu inocencia.

—¿Por qué?

—Porque Joseph cree en ti. —Dijo. —Y él siempre ve lo bueno en las personas.

—De todos modos… —Dijo Ali, suspirando. —Tal vez no debería seguir trabajando aquí.

—No digas tonterías.

—No lo son. Ellos seguirán viniendo y será siempre la misma situación. —Dijo Ali. —Debo admitir que siento temor de encontrarlos en otro lugar y pasar por lo mismo que aquí. Acepte muchas cosas, pero no soporto la condena pública, es muy deprimente.

Carolina sintió pena por ella, definitivamente es una buena chica que ha sufrido demasiado. Después de que Ali lavara su rostro y su cabello que estaban sucios por algunos restos de comida, ella se cambió y ambas chicas salieron de regreso a la cocina a seguir con sus labores. Minutos más tarde, Joseph estaba llegando.

—Lo lamento muchachos. —exclamo Joseph saludando. —Me demoré más de lo esperado.

—Hola jefe. —exclamaron todos a la vez, excepto Alina, quien estaba concentrada en preparar los postres y en ocultar sus lágrimas. No quería decirle nada a Joseph.

Sin embargo, Joseph noto que algo le ocurría a su vieja amiga, así que decidió acercarse a ella, bajo la mirada preocupada del resto de los empleados.

—¿Está todo bien, Ali?

—Sí, Joseph. —Dijo ella.

—¿Por qué no respondiste mi saludo? —pregunto sospechando.

—No te oí, lo siento. —Respondió.

—Estuviste llorando y tienes el cabello mojado, ¿qué ocurrió?

—Nada. —Respondió ella. —Solo un pequeño accidente con la comida.

—Miente. —Dijo Mark. —Lo que paso es que…

Mark le explico con lujos y detalles a Joseph lo que había pasado con Alina y su exnovio mientras él no estaba y también le contó sobre el golpe y sobre cuando le echo encima la comida.

Joseph, enojado, elevo el mentón de Alina para ver su mejilla un poco roja en donde supuso, Christian puso su maldita mano.

—¿Christian te hizo esto? —pregunto.

—No es nada. —exclamo ella, corriendo su rostro para alejarse.

—¿No es nada?, ¿te parece poco que te golpee y encima delante de las personas? —Dijo indignado Joseph. —Ali, ¿cómo dices eso? —pregunto. —Hablaré con Christian y aclararé este asunto.

—Joseph, será mejor que me vaya. De verdad, agradezco mucho tu ayuda, pero no puedo seguir trabajando aquí.

—No acepto tu renuncia. —Dijo Joseph. —Hablaremos luego tú y yo.

Joseph se puso manos a la obra para seguir cocinando y Ali continuo preparando sus postres. Estaba cansada, decepcionada y frustrada por la vida que le toco.

Cuando cerraron el restaurante, ella estaba a punto de irse cuando Joseph la detuvo.

—Espérame. —exclamo.

—¿De qué quieres hablar Joseph? —pregunto. —Todo está claro ya.

—Lamento mucho lo que tuviste que pasar. —Dijo él, caminando a su lado rumbo al apartamento de Alina. —Lamento no haber estado para defenderte.

—No era necesario. —exclamo ella. —Es inútil hacer entrar en razón a quien no quiere escuchar verdades.

—¿Qué paso ese día, Ali? —encaro. —Sé que sabes algo que yo no, y eso es lo que te obsesiona.

Alina suspiró.

—Sam y yo solo discutimos a causa del tipo con el que ella se veía.

—¿Richard?

—Sí. —exclamo Ali. —Resulta que Richard no es un chico de nuestra edad, más bien es un señor veinte años mayor que ella y el culpable de que se divulguen esas fotografías.

—¿Por qué lo dices?

—Sam me confesó que solo él las tenía.

—Conozco a Richard. —Dijo Joseph. —Es un empresario que siempre está en el círculo de la familia Walton. Estoy seguro de que lo conoció allí.

—¿Lo dices en serio?

—Sí. —Dijo Joseph, enseñándole una foto. —Richard Paddington.

—Es él. —Exclamo Ali. —Lo encontré al fin,

—¿Y qué harás? —pregunto Joseph.

—Haré justicia. Quiero quitarle la máscara a ese hombre y demostrar que soy inocente, que no fui yo quien empujo a Samantha del barco.

Joseph suspiró.

—Esto no es una novela, Ali, es la vida real.

—¿Crees que eso importa?—pregunto. —Yo pasé siete años en prisión por un crimen que no cometí y todo el mundo me dio la espalda.

—Te expliqué que yo…

—¿Y qué hay del resto?, éramos amigos. Al menos creí eso. Cuando prestaron declaraciones, ninguno pensó en el daño que me hacía. Simplemente, hablaron como si yo fuese la responsable, eso no hizo más que hundirme.

—No sabes cuanto lo siento.

—También yo. —exclamo. —No pretendo estar en libertad y no hacer nada por mi amiga.

—Está bien, te ayudaré. —Exclamo Joseph. —No volveré a darte la espalda.

—Joseph tú…

—No, Ali, está bien. —exclamo. —Y no creas que lo que ocurrió con Christian quedara así. Hablaré con él.

—De verdad te agradezco, Joey. —exclamo ella, parándose frente a la puerta de su edificio.

—¿Te veré mañana en el restaurante? —pregunto él.

—Ahí estaré. —Sonrió ella.

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