De camino a la cita.

La hechicera blanca leía sentada en un cómodo sillón, Leire frente a ella, esperaba que acabase para pedir su permiso; sentía nervios, su corazón y sus tripas le estaban jugando una mala pasada:

_ Mi señora, necesito _ la hechicera hizo una seña con sus dedos para que este se callase, dobló la esquina superior de la hoja y cerro el libro

_ Puedes creer que si dos guivernos de electricidad chocan pueden crear una honda expansiva capaz de matar a todo lo que está a su alrededor _ el joven negó con la cabeza _ bueno, ¿ Qué querías? _ Leire tomó aire y dijo:

_ Necesito ir a la ciudad de Eriton _ su rostro se tornó rojo _ tengo una cita _ Tarts rió estrepitosamente, esto hizo que el joven sintiera mucha vergüenza

_ Está bien _ dijo secándose una lágrima de sus ojos _ pero tienes que realizar una misión

_¿ Cuál es dicha misión?

_ Dentro de cuatro días será la coronación de la princesa Ariel, el rey murió en extrañas circunstancias, pero eso no nos concierne, tu misión es ir al puente del vino, allí encontrarás a un soldado de pelo largo, que porta un arco en su espalda _ estiró la mano dándole un pergamino sellado con la insginia del gremio, un cuervo _ le darás esta carta y escucharás su respuesta _ la hechicera volvió a sentarse _ ¿alguna duda?

_ Si _ dijo el joven _ ¿ Por qué no puedo ir en un caballo? _ la hechicera lo miró extrañada

_ ¿ Un caballo? ¿que es eso? _ Leire la observó sin entenderla, luego de unos segundo dijo

_ Son esos seres que tienen en el establo _ la hechicera suspiró

_ Recuerda que no estamos en tu mundo, hay palabras que no entiendo, pero a ese animal lo llamamos Saloc _ rebuscó algo en el librero, al rato lo encontró y lo abrió sobre la mesa, eran unos dibujos de esos animales _ Mira aquí _ señaló a un Saloc de dos colas _ entre más colas tiene un Saloc mejor es _ señaló otro de cuatro colas _ estos son los mejores, pero respondiendo a tu pregunta _ con paso cansado volvió hacia el sillón _ los Saloc son únicos, cada ser humano puede tener solo uno, y ellos solo pueden tener un ser humano, los que ves en el establo tienen dueños, así que no puedes montarlos

_¿ Cómo puedo tener uno? _ la hechicera blanca suspiró

_ Son muy difíciles de conseguir, pero la mayoría busca los huevos en sus habitacs naturales _ el joven Leire se sorprendió

_ ¿ Huevos?¿ Acaso no son mamíferos? _ Trats abrió la puerta con su mente

_ Gastaste tus tres preguntas, así que vete _ Leire volteándose se alejó un poco molesto _ espera un momento _ el joven miró a su maestra _ ¿ Dónde estaba Griso mientras ustedes eran atacados por la bestia?

_ Decidimos que era prudente que ella se quedara cerca de la cueva para vigilar a los soldados _ Trats meditó

_ Lo mismo que me dijeron todos, bueno ya puedes irte.

Luego de cenar fue a su habitación, cerró la puerta con llave y fue a la otra dimensión, allí lo esperaba Lucius con alegría. Luego de darle comida a su mascota entró dentro del agua y recordó algo que había leído en un libro de magia elemental de agua : " La concentración del agua ", una vez dentro, siguió al pie de la letra lo leído en el libro, primero debía cerrar sus ojos, poner la mente en blanco, pensar en una gota de agua cayéndose del cielo, luego en un río tranquilo, en aguas agitandoce cuando cae una hoja, en el agua que cae de una cascada, en el río cuando desemboca en el mar, en el mar cuando está tranquilo, cuando hay tormenta, cuando hay tsunami; al abrir sus ojos se maravilló con lo que acontecía a su alrededor, Leire estaba de pie en lo seco, mientras que a ambos lados, el agua daba vueltas cuál si fuera un tifón, en ese momento toda el agua cayó empapandole, molesto se secó afuera y salió de la dimensión.

Levantándose antes que saliera el sol preparó todo lo necesario, en su zurrón echó dos pellejos, uno con agua y otro con néctar, también preparó una manta por si acaso, tomó dos piedras de fuego, limpió su manto y el báculo de roble; bajó a las cocinas y habló con Ela y Edy los dos cocineros del gremio, estos le dieron algunas frutas, néctar, algo parecido al pan y una sustancia dulce y melcochosa, que creyó ser miel y además prepararon carne en salación.

Decidió pasar por la enfermería para despedirse de Sorka, que como todas las noches estaría allí cuidando de Redo; y efectivamente allí estaba su maestra de viento, la cual le aconsejó varias cosas, que tuviese cuidado con los bandidos, que escuchara bien cada vez que decidiera acampar y que no durmiera profundamente, sino que estuviese siempre atento.

Como llevaba comida de sobra no paró en todo el camino a cazar nada, pero no iba apurado, todo lo contrario, observaba el camino, miraba bien las plantas y como llevaba su libro de Fauna y Flora, comparó cada ave y planta que veía con los dibujos en el libro; quería aprender todo, los nombres de las cosas, para qué servían y sobre todo, si probaba algo que no muriera intoxicado.

Cuando cayó la noche preparó una hoguera, recogió algunas ramas y al golpear las piedras estas chispearon, creando fuego. Dio un golpe con el báculo y trajo de la otra dimensión a Lucius; el Fenrus en cuanto sintió bajo sus patas la hierba comenzó a correr de un lado a otro, en menos de media hora el Fenrus había cazado media docena de especies, tanto aves como mamíferos:

_ Amigo mío _ dijo en alta voz _ hoy vas a cenar muy bien _ un poco más tranquilo decidió dormir un poco, sacó la manta del zurrón, depositó la cabeza en sobre una raíz y acurrucándose quedó dormido. Soñó con su mundo, Leire era niño, estaba jugando con un perro callejero cuando su tía lo vio, el regaño fue tan fuerte que se despertó al instante; era de día y debía continuar su marcha.

Prefirió que el Fenrus lo acompañase hasta llegar muy cerca de la ciudad, Lucius no paraba de correr de un lado al otro, de vez en cuando se perdía de la vista del joven y este no se molestaba en tratar de buscarlo, sabía que el Fenrus seguiría su rastro hasta dar con él.

Esa noche cuando prendió la hoguera, buscó una vara larga y gruesa que partió con la espada de aire, puesto que su mascota había cazado un gran animal ^ Sería un desperdicio que no aprovechara algo ^ así que se puso manos a la obra, tomó el puñal negro e intento despiezar el animal, tal como había busto a su maestra hacerlo, no le quedó tan bien como esperaba, pero por lo menos podía comerlo.

Asarlo no fue un problema, en misiones anteriores vio a sus compañeros asar diversos animales, unos más pequeños y otros más grandes que ese. Varias horas después tanto Leire como Lucius comían carne asada.

Cuando despertó el sol ya había salido, así que apurandose recogió todas sus pertenencias y retomó su camino, el Fenrus no estaba cerca, pero no había tiempo que perder.

Al mediodía Lucius volvió con su dueño, traía la boca llena de sangre ^ Al parecer te tengo pasando hambre ^ pensó.

Esa noche cenó el pan con la miel y bebió mucho néctar, acostándose boca arriba en la hierba, quedó dormido mientras miraba como las extrañas constelaciones bailaban en el cielo nocturno.

Estaba muy emocionado, nervioso, sentía miedo, pero quería llegar cuanto antes, sabía que ese día llegaría a su destino y que lo iba a estar esperando.

Antes de que cayera la tarde, paró debajo de un árbol esperando a Lucius, desde donde estaba veía la ciudad y a muchas personas entrando y saliendo de Eriton. El Fenrus llegó al rato, arrastrando una gran presa que doblaba su tamaño; diciendo Tretón, hizo desaparecer al lobo y a su presa.

Caminó rumbo a la ciudad y sin saber por qué comenzó a sudar, sentía frío, pero a la vez calor, quería reír, pero también llorar; cuando estuvo frente a las puertas sintió el deseo de correr para el gremio, lejos de allí, pero sacó valor de su corazón y entró en la ciudad.

Muchas personas caminaban de un lado a otro, cientos de comerciantes vendían sus productos gritando que tenían, el bullicio era terrible, pero le gustaba estar allí. Preguntó donde quedaba el puente del vino y un obeso señor le indicó con el índice donde estaba dicho puente. El joven caminó hacia allí, esperó un buen rato y de repente vio al arquero acercarse y este se colocó justo a su lado:

_ La hechicera Trats me envía _ dijo Leire, el arquero lo miró de los pies a la cabeza

_ Se nota que no eres de aquí _ el joven sacó la carta del zurrón, el arquero rompió el sello y la leyó _ dile a tu maestra lo siguiente:" El día de la luna roja se vio al pez de ese color nadar cerca del río Eriton, pero desde ese día no se sabe nada más" _ el muchacho memorizó lo escuchado y se despidió del arquero.

^ Ahora voy a casa de Cat, quiero verla ^, pensó el joven con una rara sonrisa en su rostro, una mueca típica de alguien que está enamorado.

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