De compras.

Entró a la ciudad de Eritón en la mañana; los guardias como era costumbre le interrogaron en las puertas, pero al cabo de un momento, al conocer sus intenciones le dejaron entrar.

Días antes pidió permiso para ir a la ciudad, necesitaba ropa nueva, y ver a su amiga Cat; la hechicera no tuvo el menor inconveniente y le dio lo ganado en su anterior misión; también le explicó que cuando muere un integrante del gremio, mientras realiza una misión, su parte de la recompensa pasará a quienes iban con él.

Leire pensó que la hechicera blanca le ordenaría cumplir alguna misión, pero no fue así, simplemente deseándole suerte lo despidió.

Otro suceso extraño aconteció con Sorka, pues esta desde que él había despertado estaba más atenta, y por un momento creyó que Redo lo había mirado con mala cara; pero todo eso fue olvidado, pues por la mente del joven mago solo podía pasar una cosa, iba a ver a Cat.

No le mandó ninguna carta, quería darle una sorpresa, la idea era llegar cuando ella estuviese trabajando y asustarla.

Camino a casa de Cat compró una botella de Nerlux, que aunque no sabía que era, el vendedor logró que el joven se la llevase.

De la tienda salía una delgada mujer, portaba una armadura roja y en su cinturón una extraña espada; al abrir la puerta de la tienda comprobó que Cat le estaba enseñando una coraza a un joven paladín, así que aprovechó para esconderse detrás de un estante.

Estuvo un buen rato así, espero hasta que el paladín se marchara, pero cuando miró alrededor no vio a la joven. De repente unos látigos verdes lo sujetaron por los tobillos y lo alzaron, justo a sus ojos, apareció una espada de hojas y observó como Cat lo miraba a los ojos:

_ ¡Leire! _ exclamó sorprendida _ ¿Qué haces aquí? _ el joven cabeza abajo sonrió

_ Sorpresa _ Cat comenzó a reír y luego lo bajo

_ Que susto me diste _ comentó la maga de naturaleza _ pensé que eras un ladrón

_ Lo siento mucho Cat, quería sorprenderte _ el joven tomó de la mano a la chica _ tengo algo que contarte

_ ¿Por qué tiemblas?

_ Ahora lo entenderás _ ambos tomaron asientos uno frente al otro _ en mi última misión ocurrió algo extraño, mi compañero, perdió los nervios y me atacó _ la cara de la joven perdió el color _ yo intenté defenderme, pero no pude, pero cayó en una trampa que el mismo había preparado _ Leire comenzó a llorar _ y murió _ Cat se puso en pie

_ ¿Y tú por que lloras? _ la voz era tranquila, pero severa, el joven levantó su vista y la miró incrédulo _ según lo que me estás contando, no fue tu culpa, así que no debes estar triste _ tomándolo de la mano lo llevó a la cocina _ ven siéntate, llegaste a buena hora _ preparó algo en una vasija _ come _ el muchacho comió lo que la joven le había dado, era delicioso.

Juntos salieron de la tienda, Cat volteó el cartel y cerró la puerta con llave, en ese momento iban a comprar ropa:

_ Te voy a llevar a un sitio donde venden ropa, que de seguro te va a gustar.

Caminaron bastante, cruzaron un puente y cinco cuadras, voltearon en una herrería y finalmente llegaron a las tiendas de ropa.

Eran unos grandes establecimientos, por fuera estaban muy adornados y bien pintados, por dentro eran espaciosos y la organización era exquisita.

Vieron cientos de ropas; Cat agarraba la que más le gustasen y Leire de vez en cuando opinaba, ^ Se muy poco de la moda en este mundo, prefiero que ella escoja la ropa.

Una vez en el cuarto de vestuario, Leire fue probándose una a una la ropa escogida por Cat, que no eran pocas. A veces a Leire le gustaba una ropa, pero a Cat no, y otras veces a Cat le gustaba una ropa, pero a Leire no; y no lograban llegar a un acuerdo. Estuvieron así varias horas hasta que encontraron una ropa que le gustó a los dos: Un pantalón de cuero marrón, zapatos negros, un chaleco de cuero negro y un cinturón de algún tipo de metal.

Luego de pagar la cuenta se dirigieron a un restaurante, allí Cat invitó al joven mago; la comida que servían era extraña, la notó un poco alada y muy babosa; pero al final tomaron un buen néctar para quitar ese sabor de su boca.

Cuando hubiesen acabado, Cat acercó su mano a la boca de Leire, limpió la comisura de su boca y llevó a sus labios el poco de néctar que recopiló del joven; el rostro de Leire se encendió y comenzó a sentir calor.

Como era de noche, caminaron de la mano por la ciudad; iban hablando cosas sin sentido, que pronto se les olvidaría. Llegaron a un puente y Cat sacó una cinta roja:

_ Dice la leyenda _ contaba con voz dulce _ que si dos enamorados amarran una cinta aquí estarán juntos por siempre _ Leire sujetó el otro extremo de la cinta

_ Yo la quiero amarrar _ a la misma vez dieron vuelta a la cinta y la amarraron en el puente, el pacto lo sellaron con un beso lento y apasionado.

Al abrir la puerta volvieron a besarse y estuvieron así un buen rato. Cat se alejó sobresaltada y el corazón de Leire quería salir de su pecho:

_ Acércate _ dijo entrecortada _ quiero que veas esto _ el joven se acercó a ella, que estaba mirando una pieza de armadura

_ ¿Qué es esto?

_ Esto es una cota de maya _ la sacó de la percha donde estaba _ y es muy liviana, ¿la quieres? _ el joven asintió con la cabeza _ bueno, quítate la camisa _ al decir esta palabra Leire notó como cambiaba el color de su cara a rojo, Cat enseguida se volteó avergonzada, el joven hechicero se quitó el chaleco y probó la cota de maya, era liviana y muy fácil de llevar

_¿Me queda bien? _ la joven se volteó de a poco

_ Sí, te queda bien, ahora ponte el chaleco por encima _ así lo hizo el muchacho _ te lo regalo

_ Muchas gracias _ dijo el joven apenado _ tú siempre me regalas cosas y yo no tengo nada que darte _ Cat acercándose le calló con un beso

_ No quiero que me regales nada material _ llevó su mano al corazón del joven _ con esto me conformo.

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