Eriton

Descansaban a la orilla del río Sigurd, según le había dicho Urla; la cual estaba recogiendo algo del suelo, lejos suyo.

Varios días antes, salieron del gremio rumbo, Eriton una ciudad localizada al este de allí

_ Este es el reino de Frusto _ dijo la maestra guerrera mientras asaban un Nero, en su mano derecha sujetaba un viejo mapa roído por los años _ aquí queda Eriton, es la capital de este reino y una ciudad muy hermosa _ el olor del pequeño animal inundaba todos los alrededores, la guerrera lo sacó del fuego y lo sirvió.

_ ¿Cuál es nuestra misión? _ preguntó el joven mientras masticaba la carne asada

_ Debemos entregar un mensaje a un fabricante de armas y recoger el dinero que nos debe

_ ¿Por una misión completada? _ la guerrera asintió con la cabeza _ y ¿Cómo es la ciudad?

_ Bueno cuando lleguemos ya lo podrás comprobar con tus propios ojos.

Retomaron el camino, era la primera vez, en ese mundo, que veía un camino con calzada; una piedra con una blancura admirable. A ambos lados del camino contempló pequeños arbustos florales, separados uno de otro, a varios metros, pero no contempló ningún árbol, estos se encontraban en la distancia.

Fue entonces cuando a lo lejos divisaron un grupo de personas, no eran más de seis, cuatro de ellos caminando y dos en una carreta

_ Esos es un grupo luego de regresar de una misión _ dijo en voz baja, la guerrera, cuando pasaron a cierta distancia de ellos _ y por sus caras no han de haber conseguido nada _ Leire contempló al extraño grupo, en sus rostros vio reflejada la completa desesperación.

_ ¿Cuántos gremios existen? _ preguntó el joven cuando adelantaron a los extraños viajeros, Urla rascó su cuello mientras pensaba

_ No lo sé _ dijo finalmente _ son muchos gremios, reconocidos y con fama en este y otros reinos existen diez, entre los que se encuentra el nuestro, pero en realidad y cientos, aunque la mayoría son grupos de amigos que quieren fundar uno _ suspirando agregó _, pero eso nunca termina bien.

Estaba perdido en sus pensamientos cuando un codazo de la guerrera lo hizo regresar, esta apuntó a lo lejos y cuando Leire alzó la vista contempló en la distancia la ciudad.

Mientras más se acercaban, más maravillado quedaba el joven con la belleza de tan gigante ciudad; lo primero que contempló fue la gran muralla blanca que la rodeaba, no pudo calcular la altura, pero era gigantesca.

En la puerta, vió apostada a cuatro guardias, dos de ellos no se movían de su posición a la orilla de la gran puerta, vestían unas armaduras muy distintas a la que portaba la guerrera; Urla no poseía casco, en vez de una coraza cuerpo completa, ella prefería traer una cota de maya y unos pantalones de cuero, los guerreros de la ciudad llevaban grandes lanzas, mientras que la maestra guerrera cargaba en su espalda una enorme hacha de plata.

_ Buenos días, caballeros _ dijo la guerrera

_ ¡Vaya! _ exclamó uno de los soldados _, pero si es Usla la guerrera

_ Si, al parecer no eres tan tonto _ los otros soldados rieron _ ¿ Qué pasa?, ¿Te debo dinero?

_ No es eso _ respondió el otro guardia _ fue que perdió contra ti en un pulso y como es un mal perdedor aún no lo supera _ todos rieron excepto el soldado que de mala gana preguntó

_ ¿Motivo de la visita?

_ Asuntos del gremio _ dijo tajante la guerrera, el soldado examinó al joven

_ Hoy el gran rey Mikel dará su vuelta por la ciudad, así que ya saben _ hizo señas a uno de los guardias de la puerta, este bajó una palanca y acto seguido se abrió la gran puerta y entraron.

Caminaron junto por las calles de la ciudad; fue una sensación única para Leire, en su mundo, nunca había estado en nada que se le pareciera.

Vio tabernas, casas, panaderías, telares y otros establecimientos, casi todos, poseían un tablón grande indicando el nombre del local:

_ Tengo que ir a un lugar específico al cual tú no puedes acompañarme _ justo cuando el joven iba a reclamar la guerrera sacó una bolsa del zurrón que colgaba al lado de sus caderas _ aquí tienes _ el muchacho tendió la mano y tomó el peso _ hay veinte espadas de oro, quince lanzas de plata y uno que otro escudo de bronce _ aunque no entendió bien lo que significaba cada cosa, comprendió que era dinero así que sin rechistar lo amarró de su cinturón _ nos vemos aquí al atardecer.

Caminó hasta que se cansó de hacerlo, miró gran parte de la ciudad con cara de sorprendido, compró un pedazo de pan, en nada parecido al que comía en su mundo.

Escuchó a muchas personas hablando, casi todas ellas tenían el mismo tema de conversación, la vuelta del rey Mikel por la ciudad.

También pudo comprobar la limpieza y organización de la urbe, no encontró ni un solo basurero, todo estaba en su sitio, donde tenía que estar, ^ Demasiado ordenado para mi gusto ^ pensó mientras caminaba por encima de un puente, justo por debajo de él, pasaba una barca.

Siguió él caminó principal hasta llegar a un cruce de calles, cuando miró a su izquierda, vio un gran letrero que decía" Maestro de armas", y decidió entrar en el establecimiento.

Una vez dentro quedo extasiado con lo que observó, a ambos lados de la entrada observó varias estanterías con distintas armas; miró una a una, tomó en sus manos una espada, luego un escudo, más adelante vio dos espadas gemelas muy hermosas

_ ¿Te puedo ayudar en algo? _ al voltearse contempló a una hermosa joven, de cabellos color oro y ojos como rubíes, quedó hechizado por su belleza

_ Sí _ dijo cambiando la voz a una más gruesa _ deseo un arma, pero no me decido _ la joven sonrió

_ Por la túnica y el báculo creo que eres un mago _ el muchacho se sonrojó, ^ ¡Claro!, que idiota soy, esto debe ser una tienda para guerreros.

_ Lo soy _ extendiendo su mano saludó _ Soy Leire, un mago de viento _ la joven apretó su mano, el muchacho sintió una como si una corriente de aire lo golpease

_ Mi nombre es Cat _ Leire observó su hermosa sonrisa _ soy la hija del dueño de este local

_ Un placer _ dijo mientras besaba la mano de la joven

_ Ven, acércate aquí, creo que tengo algo que te pueda interesar _ la joven caminó hacia un mostrador ubicado en el centro del establecimiento _ esto es un puñal negro _ dijo mientras sacaba el puñal del estante _ son muy raros de encontrar y algunos dicen que son mágicos _ Leire tomó en sus manos el puñal, tenía buen peso, la empuñadura era de plata adornada con otras piedras preciosas, cuando lo desenfundó, comprobó que la hoja era negra como la noche

_ ¿Cuánto cuesta?

_ Son treinta espadas de oro _ el joven recordó la cantidad de dinero que poseía y devolvió el puñal

_ No me lo puedo quedar _ dijo avergonzado

_¿Cuánto tienes?_ Leire extendió la bolsa, la muchacha contó el dinero _ no importa, quédatelo _ el joven abrazo a la muchacha, cuando la soltó comprobó que estaba sonrojada _ pero con una condición

_ Claro, cualquiera tú solo dime ¿ Qué tengo que hacer?

_ Cada vez que vengas a la ciudad, tendrás que pasar por aquí _ Leire sonrió y la joven le devolvió la sonrisa.

_ Tenlo por seguro.

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