Episodio 17: Límite

^^^Catherine Howland.^^^

Mi cumpleaños que se encuentra a la vuelta de la esquina, a solo un par de semanas antes de la graduación.

Antes lo odiaba porque mis padres siempre lograban hacerme sentir miserable en día en particular.

Ahora lo espero con ansias porque solo entonces seré libre para dejar todo atrás.

—Es una desagradecida. No sé qué hacer con ella, nunca nos escucha.—Escucho a mamá hablar en el pasillo.

Es tarde y debería estar durmiendo, pero los demonios son enemigos del sueño y no me permiten descansar.

Me levanto de la cama y toco el suelo con mis pies desnudos, caminando en silencio hacia la puerta para escuchar con más claridad a mamá.

—¿Internarla?.—Pregunta horrorizada.—Sería una vergüenza tener a una hija internada en un centro psiquiátrico. Tiene que haber otra forma de controlar sus tontos impulsos adolescentes.

Cierro los ojos con alivio, porque al parecer incluso mamá no es tan drástica como para internarme por el solo hecho de no ir a la universidad como ella lo deseaba.

—No. Landon dijo que no tenía tiempo para hablar con ella.—Sigue hablando mamá.—Está preparando su boda con Amy. Espero que en esta ocasión mi hija no arruine a esos dos, realmente quiero que mi hijo termine con una chica decente, exactamente como lo es tu hija.

¿Está hablando con nuestra vecina?

No es de extrañar que la madre de Amy haya propuesto internarme en un centro psiquiátrico. Tanto como la madre y la hija me odian por quién sabe qué razón.

—Te tengo tanta envidia, me hubiera gustado tener una hija como Amy. Catherine me decepciona en cada una de sus decisiones, no entiendo cómo pude traer a la vida un fracaso tan grande.

Me alejo de la puerta antes de seguir escuchando las palabras de mamá.

La noche anterior también escuché algo parecido cuando papá le estaba reclamando por no haberme abortado cuando se lo había exigido hace años.

Mamá se defendió diciendo que pensaba que sería igual a mi hermano, algo que no ocurrió porque me niego a trabajar en algo que no quiero para mí.

Las lágrimas nublan mi visión cuando veo hacia la ventana, tentada a irme, aunque sea a mitad de la noche.

Haría lo que sea para escapar de la oscuridad.

Estoy enferma, ahora no solo con el amor de mi hermano, el amor no es lo único que atormenta mi mente.

Se encuentra este bicho que susurra a mi oído, un bicho demoníaco que pone ideas raras en mi cabeza.

Terminará con el dolor, es lo que promete.

Hazlo, Catherine.

Termina con el sufrimiento, con el dolor que has guardado durante tanto tiempo.

Intento pensar en mis únicas dos personas que pueden salvarme de la oscuridad, pero ambos pueden vivir sin mí y para ninguno de ellos soy la primera opción.

Amo a mi mejor amiga como lo haría una hermana, pero ella tiene su propia persona y aunque lo niegue, sé que no necesita a nadie más.

No soy necesaria para ella.

No soy necesaria para él, para mi hermano, porque mi hermano ya encontró a su persona, encontró a su otra mitad.

Amy tiene tanta suerte.

Estoy tan celosa de ella.

No estoy pensando cuando abro el primer cajón del escritorio y saco las tijeras, puntiagudas y con un filo peligroso.

No estoy pensando cuando las sostengo entre mis manos y ese bicho demoníaco que habita en mi cabeza susurra anhelos que no me atrevo a mencionar en voz alta.

Termina con el dolor, Catherine.

Termina con la agonía.

Nunca serás suficiente para nadie.

Nunca serás amada por nadie.

Tienes el corazón sucio y la mente enferma.

No existe una cura para ti.

Entierro la punta de la tijera en mi piel, trazando una línea recta en mi muñeca, luego una segunda justo arriba de la primera.

La sangre adorna mi piel pálida, goteando de mi antebrazo y ensuciando la alfombra blanca del cuarto.

Mamá se enojará conmigo y dirá cosas crueles.

Papá tendrá que cambiar la alfombra y probablemente quiera golpearme con su cinturón, golpeando más fuerte si me escucha gritar.

Me siento en el suelo, con la espalda contra la cama, viendo mi muñeca con dos cortes restos y profundos.

No hay dolor, ¿lo ves?

Mi corazón dejó de sangrar porque mi brazo lo hace en su lugar.

El bichito tenía razón, tal vez no era tan demoníaco como pensaba.

Solo quería ser escuchado, al igual como yo deseaba ser escuchada.

Tal vez solo necesitaba ser aceptado, al igual como yo deseaba ser aceptada.

Doy un tercer corte, uno mucho más profundo que los anteriores, uno que termina por empapar mi pijama y el suelo en el que me encuentro sentada.

Dejo caer mis brazos hacia ambos lados, apoyando mi cabeza en mi cama al observar el techo.

Es extraño la paz que hay en medio de la oscuridad que ha estado asustándome durante mucho, mucho tiempo.

Ya no duele.

La voz de mi cabeza también decidió guardar silencio porque finalmente decidí escuchar su petición.

Sonrío al ver que pierdo la conciencia, siendo atraída por un sueño abrumador. He pasado días intento conciliar el sueño y finalmente ha llegado, ha llegado el momento de descansar.

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