Episodio 3: Maltrato

^^^Catherine Howland.^^^

La relación de Landon y Amy es un secreto para ambas familias, se supone que lo dirán luego de salir por una temporada, descubriendo como resultan las cosas entres ellos.

Yo digo que estarán bien.

Lan y Amy parecen almas gemelas, estaban destinados a encontrarse, puedo verlo en sus ojos, en el tono de voz que utilizan solo entre sí, como si estuvieran hablando con su otra mitad.

Amy es dulce y gentil, una chica extrovertida con un corazón enorme. Siempre es amable cuando viene a casa en compañía de su madre, quien se ha vuelto una gran amiga de mamá.

Mamá también cree que Amy es perfecta.

Escuche una conversación entre ella y nuestra vecina, ambas de acuerdo con unir a su hija con mi hermano.

Saltarán de alegría cuando sepan que Lan y Amy se adelantaron y ya se encuentran en una relación.

Todos parecen muy contentos con ellos como posible pareja, incluso yo estoy contenta, lo estoy, estoy muy contenta.

Estoy feliz porque mi hermano es feliz, pero entonces un feo sollozo se escapa de mis labios, no puedo detenerlo, no puedo detener el dolor.

Llevo mis uñas hacia mi pecho, arañando mi piel en búsqueda de alivio, pero el dolor interno es aún más intenso, tanto que le suplicó por ayuda a nadie en particular.

Mi corazón sangra por Landon y me duele tanto no poder encontrar consuelo en él.

Ha sido así desde que supe sobre ellos, desde aquel mensaje en aquella noche hace una semana.

Mi mente no ayuda cuando me entrega la imagen de ellos dos juntos, felices y enamorados, algo que jamás podré tener porque tuve que enamorarme del hombre equivocado.

Duele, duelen los sueños que sigo guardando en lo más profundo de mi roto corazón.

Duele la ilusión de un tal vez que nunca ocurrirá.

He llorado todas las noches desde aquel mensaje, llorando hasta el dolor, con mis ojos hinchados y enrojecidos.

Entonces la puerta de mi habitación se abre sin previo aviso, mostrando a mamá en el marco de esta, con un cinturón en sus manos y con el rostro ensombrecido.

La única luz que ilumina mi dormitorio es la que se filtra a través del pasillo.

Me siento en mi cama, limpiando mis lágrimas y sintiendo mis labios secos cuando le hablo.

—¿Mamá?.—Digo casi en un susurro.

—Vi el resultado de tu examen, Catherine.

—Sí, yo... saqué un 8, lo siento.

La nota máxima es un 10, pero mamá no tolera una nota menor que 9.

—¿Lo siento?.—Está molesta.

—No estudié lo suficiente, no volverá a ocurrir.

Normalmente, siempre saco 10 en la escuela, me esfuerzo mucho en hacerlo para cumplir con sus expectativas, pero no me he sentido bien en estos días y no podido concentrarme mucho en las clases.

—No, no volverá a ocurrir. Me aseguraré de que esta sea la primera y última vez que me decepcionas de esta manera.—Sus palabras son frías y sin una gota de calidez.

Mamá se acerca a mi cama, quitándome las mantas que cubren mi cuerpo y golpeando mis piernas con el cinturón.

El dolor lo siento en el segundo golpe, cuando vuelve a golpearme. Llevo mis manos hacia mis piernas, justo donde había golpeado para aliviar la piel maltratada, pero entonces vuelve a golpearme y en esta ocasión mis manos son las lastimadas.

Estoy llorando y diciendo que pare, que me esforzaré más en la escuela, pero ella no escucha. Nunca lo hace, nunca me escucha y me siento tan frustrada.

—Estás castigada hasta nuevo aviso.—Vuelve a golpearme.—Olvídate de salir de casa, no lo harás.—Otro golpe.—Irás a la escuela y luego regresarás a casa.—Otro golpe más.—¡¿Estás escuchando?! No tienes permitido ir a otra parte, le diré a tu hermano que no podrá salir contigo.

—Pero será mi cumpleaños.—No debí quejarme, no debí hacerlo cuando sé que ella lo odia, odia escucharme cuando está molesta.

Tira el cinturón al suelo para darme una cachetada en el rostro, arañando la piel de mi mejilla con sus largas y rojas uñas.

—Estás castigada, Catherine. A las niñas malas no se les premia celebrando sus cumpleaños.

Nunca lo ha hecho, nunca lo ha celebrado.

Es la familia de Fanny quien lo ha hecho, es la familia de mi amiga quien ha celebrado todos mis cumpleaños desde que me hice amiga de ella.

Mamá se marcha de la habitación, cerrando la puerta y dejando el dormitorio consumiendo en la oscuridad.

Me duelen las piernas, las manos y el rostro, pero me duele aún más saber que no podré ver a Fanny en mi cumpleaños y que ya no podré tener esa salida con mi hermano.

Esa salida hacia la firma del autor que me gusta era lo único que podía luchar contra los demonios que atormentan en mi interior.

Ahora estoy desprotegida para ellos, soy una presa fácil para esos pensamientos que han empezado aumentar con demasiada rapidez.

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