Llevando a cabo el plan.

—¿Qué demonios significa esto?— furioso, cuestionó el general.

Sasha jamás había visto a su padre tan enojado, ni en esta, ni en su anterior vida. Parecía que destrozaría a quienes le estaban haciendo daño al príncipe. Se acercó al hombre que tenía el látigo, se lo quitó y lo golpeó con el mismo látigo, pero en su rostro.

Pronto se escucharon los gritos de dolor de aquel hombre, pues el látigo tenía púas, entonces al darle el golpe, le levantó trozos de carne.

—Cierra la boca, si a ti te dolió, imagina el dolor que ha estado sufriendo su alteza. Esto no es nada comparado a lo que les espera. ¡Llévenlos y enciérrenlos en una celda!— ordenó a sus hombres.

Los soldados hicieron caso a lo que su general les ordenó. Después de eso, con mucho cuidado, levantaron al príncipe del suelo, pues ya se había desmayado.

—Lo llevaremos a la mansión y ahí se quedará de ahora en adelante— esas fueron las últimas palabras del general y se fue del lugar, tenía que informar de todo esto al emperador, para ver qué debía hacer con los que se habían atrevido a golpear a un integrante de la realeza.

Llegaron a la mansión y Sasha pidió que llevaran al príncipe a la habitación que estaba a lado de la suya. Ahí el médico y algunas doncellas lo atendieron. Limpiaron sus heridas y después de eso se fueron.

—Lo siento, no quería tardar. Lamento haberte hecho pasar por esto— Sasha se lamentaba por lo que había tenido que hacer, derramaba lágrimas por la culpa que sentía.

—Espíritu de luz, dale bienestar a este ser, cura sus heridas y limpia cualquier impureza que pueda llegar a tener, en el nombre de su descendiente, se los pido—

Juntando sus manos como de costumbre, poniéndolas contra su pecho, Sasha pedía por el bienestar de Archer. De pronto del cuerpo de la pequeña, un brillo resplandece e inunda el lugar, curando así, el cuerpo del príncipe.

Ya estando un poco más tranquila, Sasha deja descansar al príncipe y baja para hablar con sus padres.

—¿Cómo se encuentra el príncipe?— aún impresionada, pregunta Miran.

—Sus heridas desaparecieron, pero no creo que ayude mucho, tendré que curarlo cada vez que vuelvan a aparecer. Mamá, ¿por qué las personas lastiman de esa manera a un chico indefenso?—

Derramando lágrimas, Sasha cuestiona. Aunque ya lo había visto y ella misma le pidió al príncipe que lo hiciera para deshacerse de sus guardias, el verlo sufrir de esa manera le duele mucho, además es claro que Archer le tiene tanto miedo a esos hombres, un trauma así no se cura solo con que las heridas físicas desaparezcan.

—Mi pequeña niña, no tengo respuesta para ello, aunque aún no se lo comento a tu padre, estoy segura que esos hombres no actuaban por voluntad propia, creo firmemente que alguien les ordenó dañar al príncipe—

La madre de Sasha, había sacado conjeturas. Ninguna persona en su sano juicio, lastimaría a un integrante de la familia imperial, a menos que alguien les diera esa orden.

—Listo, envié la carta con uno de nuestros mejores soldados, por lo que espero que llegue en dos días a la capital— El general había llegado y se dirigió hacia Sasha y Miran.

—Papá, mamá piensa que tal vez alguien le ordenó a los guardias hacer lo que estaban haciendo, ¿tú qué piensas?— intrigada, preguntó Sasha

—Eso es seguro, incluso si el mismo emperador ordenó hacer estás atrocidades, el que lo hayamos descubierto hará que dejen de hacerlo. Nadie querrá que se enteren sobre lo que le hacían al príncipe, el prometido de la hija del general que creó un milagro, ¿cierto?—

Orgulloso de sus palabras el general habló.

—A pesar de haberlos descubierto, me siento muy mal por el pequeño, nadie sabe cuánto ha estado sufriendo y yo todavía lo envío con ellos para que entrene. En cuanto se mejore, será mi aprendiz, seré yo el que se encargue de entrenarlo y así jamás se atreverán a tocarlo de nuevo—

Las palabras del general, hicieron que Sasha se emocionara mucho. Su padre era el mejor en todo el lugar y nadie mejor que él, para entrenar al príncipe.

La pequeña se acercó a sus padres y los abrazó fuerte. —Por favor, ayúdenme a proteger a su alteza— pidió.

Sus padres se mostraron orgullosos de su pequeña hija, al intentar proteger a alguien desvalido.

Mientras tanto en los calabozos del marquesado, los soldados torturaban a los guardias que golpeaban al príncipe.

—¿Qué se siente que te golpeen y no puedas defenderte?— entre carcajadas, decían los soldados, dándole latigazos a los hombres.

—Ya basta, por favor— llorando y suplicando, pedían.

—¿Acaso ustedes le hicieron caso al príncipe cuando pidió que pararan?, ¡malditos!, lo golpearon hasta que se desmayó— con más fuerza, volvieron a golpear.

Desde siempre, el general inculcó a sus hombres que la familia es lo más importante, por esa razón cuidaba de sus soldados tanto como a su familia y muchos de ellos tenían hijos, el simple hecho de pensar en el sufrimiento del príncipe, hacía que sus mentes se llenaran de rabia. Por eso continuaron torturando a los guardias, su única orden, fue no matarlos.

Esta vez, la golpiza que había recibido el príncipe fue tanta que lo había mantenido en cama y con fiebre durante dos días, incluso con los intentos de Sasha por curarlo, éstos no funcionaban con tanta eficacia.

—Mamá, estoy preocupada. Por favor dime qué se salvará— la pequeña abrazaba con fuerza a su madre, estaba muy preocupada por la situación actual de Archer y sobretodo, se culpaba.

—Tranquila mi amor, sus heridas desaparecieron, creo que más bien, es el príncipe el que necesitaba un largo descanso y por esa razón no ha despertado— acariciando la cabeza de su pequeña hija, Miran trataba de consolarla.

En la capital, apenas había llegado el guardia enviado para entregar el amuleto que le quitaron al príncipe.

—Por favor informe a su majestad que me envía el capitán que cuida al segundo príncipe, él me pidió que le entregara algo a su majestad personalmente—

Dijo el guardia, haciendo una reverencia, pues estaba ante el gran secretario imperial. Éste, lo llevó a una sala alejada y pidió que esperara.

Pasados unos minutos, el emperador entró a la sala junto al secretario.

—Quiero ver lo que enviaron— ordena con muecas, el emperador.

El guardia hizo una reverencia, sacó el amuleto y lo entregó al secretario, acto seguido éste se lo entregó al emperador.

—¡Guardias!— gritó de pronto el emperador. Los guardias entraron de inmediato. —Arresten a este hombre y ejecútenlo, quiso atacarme— con un rostro lleno de furia, el emperador ordenó.

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Comments

Isabel Conde Lema

Isabel Conde Lema

qué hombre más egoísta y loco, ojalá el amuleto el amuleto lo haga morir pronto/Angry//Angry//Angry/

2024-03-31

9

Lucia Feliciano Falcao

Lucia Feliciano Falcao

Que viejo avaricioso por el poder, ya no le basta la riqueza y el estatus que tiene,desea el ajeno 😡🤮😡.

2024-03-06

3

Gara

Gara

el padre del Príncipe es un verdadero monstruo

2024-03-02

1

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