Siguió mirándola fijamente. Karim se sorprendió que lo desafiase de aquella manera y su gesto se endureció todavía más. —No deberías haber coqueteado con Jaul ni haberle permitido que se tomase tantas libertades...
–¡No he coqueteado con él! –replicó Kat enfadada–. Solo estábamos bailando...
— No, estabas coqueteando, he tenido que advertirle a mi hermano que eres mía.Furioso al ver que Kat le echaba a él la culpa, cuando había sido su inaceptable comportamiento lo que había provocado que él tuviese que hacerle una advertencia a Jaul, y luego montado semejante espectáculo Karim apretó su perfecta dentadura y estuvo a punto de rugir. Alargó las manos hacia ella con decisión. Kat retrocedió tan bruscamente que, de no haber tenido un escritorio detrás, se habría caído al suelo.
–Eres un bruto –murmuró.
Karim se quedó donde estaba, a tan solo unos centímetros de ella, y bajó las manos, desconcertado por sus palabras. Karim casi se sintió culpable porque había estado a punto de perder los nervios con ella y sabía que la había asustado. Recordaba demasiado bien los estallidos de ira de su padre como para hacer algo parecido. De hecho, el principal bastión de su carácter era el autocontrol en cualquier momento y situación.
–Jamás te haría daño.
—No soy tuya –insistió.
–Pero no dudes ni un instante de que ese es mi objetivo, habibati –le advirtió
— Eso no va a pasar.
–¿Por qué tienes que llevarme siempre la contraria?
–¿Quieres que te responda con sinceridad? –le preguntó Kat.
–Sí –le confirmó él con voz ronca, que en esos momentos estaba con la cabeza en otra parte al moverse el vestido se había levantado unos centímetros, y él estaba imaginándosela adornada solo con perlas. No, perlas no, rubíes, esmeraldas o zafiros que realzasen su piel.
–Estás tan seguro de ti mismo y eres tan arrogante que me pones enferma –confesó Kat, haciendo una mueca. Ademas debes recordar que no te pertenezco. No te pertenezco de esa manera...
–Tampoco eres de otro –señaló él con frialdad–. Estás disponible...
–¡No! No estoy disponible –replicó ella enseguida–. No me interesa tener una relación con nadie...
–Salvo conmigo –le dijo él con terquedad Mientras servia un vaso de agua. Y Kat pensó aturdida que tenía las pestañas demasiado bonitas. Se le secó la boca y le costó responder.
–Me deseas –le dijo Karim con voz ronca y profunda, acercándose para darle el vaso de agua.
Ella bebió un sorbo el temblor del vaso en su mano era casi imperceptible. Kat podía luchar contra ello todo lo que quisiera, pensó triunfante, pero se sentía tan atraída por él como él por ella. Alargó la mano para quitarle el vaso y dejarlo a un lado. Ella lo miró sorprendida.
–¿Que pasa? –inquirió, nerviosa.
–Voy a besarte –murmuró él con voz ronca. Aquello la tomó completamente desprevenida. –Pero...
–No necesito que me des permiso para darte un beso –argumentó Karim–. Solo lo necesito para llevarte a la cama. Y eso me da bastante margen, habibati.
—No quiero –le dijo ella con vehemencia, con el cuerpo rígido entre sus brazos.
–Permite que te demuestre qué es lo que quieres –le respondió él, hundiendo la mano en su larga melena. Y entonces la besó apasionadamente, sus labios la devoraron y su lengua entró en su boca a entrelazarse eróticamente con la de ella, haciendo que Kat se pusiese a temblar. De repente, notó que el sujetador le oprimía los pechos. Los tenía duros que casi le dolían y un agradable cosquilleo entre las piernas. Notó una mano grande en su trasero, que la apretaba contra él. Sintió un ligero dolor en la pelvis.
—Ya ves... –murmuró con la respiración entrecortada, controlando el deseo con su enorme fuerza de voluntad, decidido a no estropear el momento–. No tienes nada que temer.
Sin respiración, Kat volvió a apartarse de él, destrozada por el efecto que Karim tenía en ella y porque su cuerpo protestaba al verse desconectado de la fuente de energía y excitación que Karim le había enseñado a ansiar. ¿Cómo que no tenía nada que temer? ¿Era una broma? En esos momentos no podía estar más aterrada. Karim era un depredador de pura cepa y estaba jugando con ella como un gato con un ratón, estaba muy seguro de sus armas de seducción.
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Karim saboreó su copa tan contento, sin preocuparse por el furioso silencio de Kat. Estaba enfadada, pero él ya había sabido que reaccionaría así. Era una mujer que estaba acostumbrada a hacer siempre lo que quería, pero él no iba a retroceder como un niño pequeño al que le hubiesen pegado en la mano por hacer algo mal, y era mejor que Kat conociese la jugada desde el principio. Llevaba demasiado tiempo andándose con miramientos con ella. Aquel no era su estilo y había llegado el momento de volver a ser él.
— Será mejor que nos vayamos a la casa dijo él.
Karim hablo en árabe y la puerta se abrió.
Se quitó la chaqueta y se la coloco sobre los hombros, no soportaba que se exibiera de esa manera.
— ¿Dónde están todos?, pregunto ella.
— Ya se fueron respondió algo molesto.
Salieron del club Kat caminaba adelante, Karim iba detras hablando con Stus y, en la calle mal iluminada, una oscura sombra se abalanzó sobre ella de repente, haciéndola gritar de miedo. Con la misma brusquedad, Karim se interpuso entre ella y el presunto asaltante y dijo algo que sonó a blasfemia. En el posterior altercado, Kat tuvo la sensación de que salían hombres de todas partes y, sin saber cómo, terminó arrinconada contra la puerta de donde habían salido, sin aliento y asustada, con el corazón acelerado mientras veía como Karim ponía al hombre contra la pared de manera amenazadora. Stus, su jefe de seguridad, también había intervenido y parecía estar discutiendo con Karim. Este parecía muy enfadado y zarandeaba al otro hombre, que habia dejado caer una navaja parecía aterrado, Karim lo zamarreaba como si fuese un estropajo. Lo soltó con desprecio y se volvió a buscar a Kat.
–¿Estás bien? –le preguntó.
–Me ha asustado... Eso es todo –balbució ella.
Conduciéndola hasta la limusina, donde la puerta ya los esperaba abierta–, todavía temblando por el susto, Kat se subió al coche y se olvidó de su enfado al ver cómo la había protegido Karim.
—¿No se habría ocupado de él tu equipo de seguridad? –le preguntó.
–Su principal tarea es protegerme a mí. Mi deber es protegerte a ti.
— Gracias dijo ella.
Karim la observó en silencio, había tenido un intercambio con Stus, que lo había regañado por interponerse entre el asaltante y Kat arriesgando su propia vida.
Había sido un acto totalmente visceral, se había olvidado por completo quien era él, y cuáles eran sus obligaciones para con su país no le gustaba que Katherine tuviese aquel efecto en su estado de ánimo. No le gustaba en absoluto. Jaul era su hermano, pero si hubiese dado un paso más con Kat, él habría sido capaz de pegarle. Se había vuelto loco al ver la mano de Jaul en Kat y eso también lo perturbaba. Sinceramente, ¿qué habría podido pasar entre Jaul y Kat en una habitación llena de gente? Nada, le respondió su lógica. Nunca había sido un hombre posesivo, pero Kat hacía que reaccionase de manera inquietante. No quería que ningún otro hombre se le acercase. Pero ¿por qué decía ella que era un bruto? Era un hombre elegante y educado, que nunca había tratado a una mujer de manera brusca. Por primera vez en su vida se estaba controlando con una mujer y le estaba dando la oportunidad de que lo conociese respetando sus límites.
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Updated 179 Episodes
Comments
Blanca Idalia España Lozano
No me digas Karim , que considerado , si eres un asalta cunas
2024-10-16
1
Sonny Hernandez
Está novela es muy aditiva
2024-07-23
4
Arcenia de Rosas
DÍOS me encanta ésta novela
2024-06-02
1