capitulo 12: “recuerdos"

_________ provincia de Arwest.

...Residencia de Farabelo....

Tras pasar un día de viaje. Fausto aún vestía la apariencia del rey Leonidas. Demostrando que cada vez su condición empeoraba.

— llegamos. — había anunciado el cochero. Luego ayuda a bajar a su alteza— ¿Se encuentra bien, rey?

— no moleste... Sólo quiero descansar.

— s-si...

Actuando como debe, el rey camina con un bastón para no forzarse mucho. Los sirvientes saludan a su alteza y este solo pide privacidad.

— iré a descansar, no quiero que me molesten en mi habitación hasta que yo diga lo contrario.

Los criados asintieron, para nada le gustaban llevarle la contraria a su alteza, así que por ahora, ellos se retiran. Cuando Leonidas llega a su habitación, saca un gran suspiro de irritación. Habla para si mismo.

— ¿Cuánto mas es de soportar está apariencia tuya?... No importa. Todo sea para hacerte sufrir... Iré a darme un baño antes de verte, rey Leonidas.

Rato después. Cuando era más de la doce de la noche. Los pasos de alguien bajar hacia el sótano, hace que un señor mayor se levante del suelo. Tomando los garrote grita con la poca fuerza que tienen.

— ¡Maldito Fausto!... ¡Sácame de aquí!

Fausto aparece frente a él con la apariencia del rey. Con una sonrisa llena de satisfacción, mira al verdadero Leonidas con un perfil desfavorable, como un indigente.

— ¿Como has estado?

— ¡Quítate ese disfraz usurpador!... ¡Muy pronto te descubrían y me sacarán de aquí! ¡Me encargaré de hacerte sufrir!

— He actuado como tú durante este tiempo y nadie se dio cuenta. Ha, sobre el asesino de tu adorado hijo, fuí yo, quién lo envenenó, pero puse a alguien en mi lugar así que nadie lo sabrá.

— maldito sea Fausto... Me traicionaste. Te di la mano cuando te quedaste solo y me la mordiente de la peor forma.

Los ojos de aquel hombre dejan de brillar. Los recuerdos más doloroso le llegan a su mente.

— ¿De quien fue la culpa?... ¿Ah?...— recordando esa escena pierde los estribos y toma al Leonidas del cuello— ¡¿Quién me volvió el cruel y vengativo hombre que ahora soy?!...

— s-si... Hubiera... Sabido que tú eras un brujo... No la hubiera matado a... Ella.

Soltándolo. Fausto le dice fríamente.

— así es. Hubiera sido mejor para tí matarme en ese entonces. Cuando era un niño. Pero ahora es muy tarde. Te quitaré todo lo que te importaba, ya fue tu hijo, ahora falta lo más importante... Tu reino.

Al terminar de toser. Leonidas le recuerda.

— tu madre... Te protegió haciéndose pasar por una bruja, ya que alguien vio que uno de los dos uso magia débilmente, no sabían quién era, pero...

— cállate.

— ella confesó que lo era, solo para que tú no sufrieras las consecuencias... Y lo demás ya lo sabes ¿No?... Todo ocurrió delante de ti.

— ¿Esa serán tus últimas palabras?— cuestionó seriamente.

— aún tienes tiempo, Fausto. Puedo perdonarte si me dejas salir. Esta venganza no es buena para ti. Tu madre no querría esto.

— ¿Crees que soy idiota?... La única manera de que salgas será muerto por una enfermedad... Y comenzará dentro de... 3, 2... 1.

Leonidas miraba confundido por un momento, hasta que siente que su gárgara arde como cuál fuego dentro de él.

— ¿Que... Que me hiciste?

Preguntaba mientras que se agarraba del cuello con total desespero. Luego mira la cena de esta noche.

— ese... Maldito cómplice tuyo.

— le encargué perfectamente que cuando yo llegara a la residencia, te diera un veneno que crea un efecto infección de la garganta que hace ilusión a una enfermedad... Arde ¿No?... Tu hijo Andrés fue peor, hubieras visto como lloraba para no morir.

— ¡Elaisa!... ¡Ella sabrá que algo raro está pasando!... ¡Mataste al hombre que ella más amaba!— exclamó con sus últimos aliento.

— Elaisa ahora es mi mujer. Ella se dió cuenta del tipo de hombre que era Andrés. Un mal nacido como su infeliz padre... Adiós, rey Leonidas, estará con tu hijo pronto.

Alejándose de ahí, Fausto le da la espalda y sale del sótano que parecía un pequeño calabozo.

— ¡Fausto... Regresa!— apenas se podía escuchar la voz de Leonidas a la lejanía del lugar.

Cuando él sale. Se encuentra con un único guardia.

— ¿No se quedará a ver, jefe?

— no. Prefiero que muera solo y en completa oscuridad. Ya sabes que hacer ¿No?

— si. Una vez muerto, lo llevaré a su habitación. Lo vestiré y haré parece como si no hubiera estado por varios días encerrado.

— recuerda. Que nadie te vea.

— no se preocupe. Ahora mismo la mayoría de los sirvientes está del otro lado de la residencia, estamos en un área casi vacía.

— bien.

« al principio no quería tener algún cómplice. Sin embargo, Raúl también fue víctima de la crueldad del rey. Sin dudar él aceptó ayudarme y me ha sido fiel ante todo. De lo contrario, no hubiera dado de comer al rey y me hubiera delatado hace tiempo»

Mientras que Fausto caminaba en el pasillo desierto. Él recuerda el sufrimiento que le había causado el rey cuando tan solo apenas era un niño de 8 años.

— ¡Madre!... ¡Déjela, por favor!... ¡Yo, yo soy-...— gritó un niño con desesperación.

— ¡Fausto, no!...— abrazo la mujer a su hijo. Susurrándole al oído, le confiesa—... No fue tu culpa, Fausto, eres un niño especial, pero en este mundo nadie lo entiende. Las personas le teme a lo que desconocido, por eso te tengo que proteger para que tú puedas vivir, hijo... Te amo.

— madre...— al separarse, el niño derrama lágrimas sin moverse del lugar, estaba tan pasmado que sus sentidos ni respondían.

— yo soy la bruja a la que casi vieron. Mi hijo no tiene nada que ver con ello...

— que bueno que sea usted. No me gusta hacerle daño a los niños. Ya sabe que es lo que te va a pasar ¿No?— era el rey Leonidas quien hablaba. En ese entonces era tan malvado que todos sentía pavor al tenerlo de frente.

— si. Pero se lo suplico, no al frente de mi hijo. Él no-...

Leonidas no esperó a que ella terminara, y le disparó sin rechistar. Una bala directo al pecho.

El pequeño Fausto había visto eso, hasta peor al caerle un poco de esa sangre. Sus ojos se había pasmado de lo que veía y las lágrimas se desbordan solas con un gran sentimiento de vacío profundo.

— una bruja menos...— el rey le entrega el arma a uno de sus soldados.

— ¿Que haremos con el niño, su majestad?

Leonidas lo observaba por un momento, hasta que tiene una idea.

— llévelo a cualquier residencia lejos de aquí. Que lo críen y cuando sea el momento que trabajé para mí.

Asintiendo, el guardia tratá de llevarse al niño. No obstante, este lucha para quedarse con su madre. Que dio la vida por él para protegerlo de los ojos del rey. Pero al final estará bajó su tutela.

— ¡No!... ¡Madre!

Cuando ese recuerdo termina. Fausto apretaba las manos con tal magnitud que se lastimaba.

« si no hubiera sacado mi poder para mostrarselo. Mi madre estuviera viva. Todo fue mi culpa... Perdoname»

Cayendo al suelo, Fausto se arrodilla y baja la cabeza.

— ¿Por qué todo lo que amo muere frente de mí?... No importa el tiempo, siempre es así...— levantado su rostro con un par de lágrimas, este solo susurra—... Elaisa, te necesito... Eres la única que calma la tempestad de mi corazón.

_______________ en el palacio real.

La rubia mira rápidamente a sus espaldas, estaba sola, pero sintió un presentimiento que alguien la llamara.

— ¿Que fue eso?... Fausto...

Luego, mira al frente suyo. Mejor dicho, no estaba sola. Ella se encontraba en su jardín, frente a una estatua más.

— Fausto me ayudó desde un principio. Devolviendo el tiempo y dándome una segunda oportunidad. Por ello hago lo mismo... Le ayudo a sacar las piedras de nuestro camino.

Acaricia la mejilla de aquella estatua de hielo. Luego la empuja y se rompe en varios pedazos. Ella observaba con una sonrisa perversa.

— un ministro menos.

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