El momento más esperado

Yo iba delante dirigiéndolo a la salida con nuestras manos unidas. Aunque a veces volteaba a verlo y él me sonreía como si fuese lo único importante allí.

Saliendo del lugar, fuimos hasta el auto y empezó a manejar.

El camino es silencioso, pero de vez en cuando nos miramos y sonreímos. Ambos sabemos que esto es lo que queremos y esperamos mucho tiempo.

Él nos dirigió a su departamento, el cual ya he visitado antes en calidad de amiga, pero lo de hoy va a cambiar todo.

Ingresamos a su hogar y se acercó a un pequeño bar que tiene allí, se sirvió un vaso de Whisky y me miró...

—¿Deseas tomar algo?— Su voz sonó ronca e incluso más sensual.

— No, gracias— Ya había tomado y quería seguir consciente para lo siguiente.

—¿Estás bien?

— Sí — Le sonreí y me senté en el sofá. Él hizo exactamente lo mismo, a mi lado.

— Princesa... —Dejó su vaso en la mesita central y se recostó en el respaldo. — Necesito preguntarte algo

— Dime.

—¿Estás segura? — Asentí en respuesta y él se levantó. Me tendió la mano y la tomé, parándome junto a él.

Empezamos a caminar a su habitación, la que también ya conozco, y al llegar solo me observó. Con sus hermosos ojos celestes recorrió cada curva, mis brazos, mis piernas, mi cuello y cuando conectó con mi mirada, temblé por lo intenso que resultó.

— Hoy sabrás cuanto ansié esto. — Dijo.

— Emi... — Susurré

— Seré suave, lo prometo —Interrumpió

— No lo seas — Concluí consiguiendo como resultado una sonrisa muy amplia.

Se acercó a besarme y lentamente fue llevándome hasta la cama, me recostó en ella y subió encima de mí para seguir devorando mis labios.

Luego bajó por mi cuello, mis clavículas y los hombros, sin bajar de ahí, ya que sigo con el hermoso vestido.

Acarició mis piernas y cada rincón de la piel expuesta, también mis glúteos, cintura y pechos, pero por encima de la ropa.

Mis manos recorrían de igual forma su cuerpo, hasta donde llegaba. Empecé a desabrochar los botones de su camisa mientras que mi respiración iba en aumento.

En determinado momento y sin paciencia, rompí los últimos botones para quitársela.

— Traviesa — dijo riendo, separándose algunos centimetros de mí — Debemos quedar en igualdad de condiciones — Concluyó rompiendo los tiradores de mi vestido.

— ¡Eyyy! Me lo debes — Reclamé

— Te compraré cien — Sonrió bajando el escote cuadrado para degustar mis montañas.

El hermoso vestido era demasiado cómodo de usar, no solo por la tela y el largo, sino porque no debía usar corpiño y me encanta estar libre por la delantera.

Gemidos empezaron a escucharse de mi parte, mientras él estaba muy entretenido.

— Esto es el cielo — Dijo en medio de marcas que iba dejando apropósito en mis grandes protuberancias. —El tamaño es el indicado — Pasó su lengua por uno de los picos y me Volteó, dejándome boca abajo.

— ¡Ahh!— emití un pequeño gritito de asombro

— Te queda hermoso, pero es una pena que esté molestando tanto — Pasó su mano por mi espalda, encima de la tela y creí que bajaría el cierre del vestido, pero no, la realidad superó absolutamente todo. Con ambas manos agarró el cierre y ejerció fuerza para romperlo desde la costura.

Admito que estaba aún asombrada, no solo por la facilidad de voltearme, sino por romper los tiradores y ahora el cierre, pero más por lo que podía venir, me está demostrando cuando lo ansiaba.

Alejó los pedazos de tela y me dejó a su merced con simplemente una mini tela de encaje cubriendo mi intimidad.

— No estamos en igualdad de condiciones —Reclamé aún debajo de él, sin poder verlo.

— Tienes razón— Dijo en mi oído, lambió mi lóbulo y se alejó, lo podía sentir por el peso de la cama. — ¡Voltéate! — Ordenó e hice caso.

Con vergüenza porque mi parte superior no está cubierta, volteé cubriéndola mientras me senté en la cama y vi como él se desnudaba para mí.

Lentamente, retiró su camisa, dejándome ver sus abdominales; los mismos que me mostró en la foto. Desabrochó el botón de su pantalón y lo quitó junto al calzado.

Mi mirada se perdió entre su amigo despierto y los tatuajes que tiene.

—¿Te gusta?— Asentí sonrojada pensando que me preguntó por su entrepierna — No era eso — Emitió riendo sensualmente, dándome cuenta de que señaló sus brazos.

— Yo... — Iba a defenderme, pero se acercó y quitó mis brazos de donde están, cubriendo mis montañas

— Conmigo no lo hagas, nunca. — Perdió su cara entre ellas y gemí placenteramente.

Volvimos a acostarnos en la cama, tal cual estábamos antes y lo abracé con mis piernas para rozar intencionalmente.

Mis manos recorrieron su musculoso cuerpo y acaricié su amigo por encima de la ropa interior, arrancando un ronco sonido que me derritió absolutamente.

— También te compraré cien de estas— Dijo pasando su mano por encima del encaje y luego la rompió

Reí de los nervios y metí mi mano donde debía, tocando su lisa y venosa piel.

— Te necesito — Susurré con los labios hinchados de tantos besos.

— Y yo te daré lo que deseas porque te amo — Mordió mis labios y volvió a danzar con mi lengua, mientras le bajé lo último que queda y él ayudó desde sus rodillas hasta terminar de quitarlo.

En un principio, nuestras carnes se rozaron y luego él entró donde lo esperaban dolorosamente por la pasión retenida.

— También te amo — Dije sonrojada, no solo por la confesión, sino por la conexión sin límites que tenemos.

Su cuerpo parece conocer el mío como si hubiésemos estado juntos anteriormente.

El amor que nos tenemos, la confianza, la pasión, el calor, la sinceridad, las ganas retenidas, todo... Es el conjunto ideal para este preciso momento que esperamos dos años.

Sus movimientos intensos y profundos, las caricias, los besos, los sonidos obscenos e incluso sus marcas en mi cuerpo, me encanta y vuelve loca.

Lo único malo de esta noche es que nuestra ropa se rompió, aunque todo es mi culpa y extrañaré el vestido. Por suerte, me saqué varias fotos que serán un lindo recuerdo.

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