La abuela Fátima

Emilio Belmonte

Me encantó el perfume de Lady y por eso me provocó pasar la lengua por su piel, aunque ya quería probarla.

Ella me tiene como un maldito enfermo, lo primero que hago luego de llegar del trabajo es ir debajo de la ducha para retirar esas ganas de besarla como un pervertido, morder y marcar ese cuerpo tan delicado.

Pocos minutos más tarde recibí un mensaje de Lady y directamente la llamé por su contenido.

Ella no puede decirme que no debía molestarme en comprar su regalo, pero ya que estamos, como castigo, la pondré nerviosa.

Cuando cortó la llamada me reí, puesto que imaginé su carita sonrojada.

— ¡Ay, princesa! Ya no podrás escapar — Murmuré sonriendo y aproveché a sacarme una foto.

Cené en la cocina y luego volví a mi habitación, le envié la foto a mi futura mujer y me puse a trabajar un poco.

Antes de dormir el celular sonó con una notificación, la cual demostraba que Lady reaccionó a la foto con un corazón luego de verlo tiempo atrás. Simplemente, sonreí y me acomodé en la cama.

...

Siendo un nuevo día, me despertó quien menos creí capaz de visitarme. Mi abuela.

—¡ARRIBA QUE ESTOY VIEJA!— Gritó la señora Fátima de Belmonte luego de tirarme un vaso de agua.

— ¡Abuela! — Pasé mi mano por la cara y la miré con el ceño fruncido.

— ¿Qué haces en la cama?

— Es sábado— Respondí obvio

—¿Y? Tú duermes mientras llegó alguien para quitarte a Lady

—¿Qué?— Bajé de la cama y me paré inmediatamente.

— ¡Dúchate rápido! — Me señaló la puerta de mi baño — Te llevaré a donde debemos ir

Le hice caso y veinte minutos después estaba vistiéndome a la velocidad de la luz.

—¿Dónde está?— Pregunté colocando lo último que faltaba.

— No seas ansioso, yo te llevaré y disimularemos no verla — Rio

— Bueno, confío en ti — Agarré el celular y caminamos juntos.

Mi abuela trajo a su propio chófer, así que lo utilizamos. También trajo seguridad y aunque no soy fan de ser seguido, lo acepto por ella.

Llegamos a un café muy diferente a los que yo asisto, pero de gusto de mi abuela, cosa que me hizo sospechar.

Recorrí mi mirada por todo el lugar, buscando a mi Princesa y no la hallaba.

— No está. — Confesó la abuela

—¿Por qué me mentiste?— Suspiré más tranquilo.

— Debía sacarle de ese departamento y todo el trabajo — Alzó sus hombros y me reí.

— ¡Eres de lo peor, abuela! ¿Sabes el susto que me dio?— Reclamé todavía entre risas.

— Tiene que ser así, querido nieto — se burló — Ahora vamos a desayunar cómodamente e íntimos, quiero saber tus planes para conquistar a Lady.

— No puedo decírtelo

— ¿Por qué?— Se cruzó de Brazos — ¿Crees que será un escándalo para mi cabeza?

— No es eso, sino que...

— Emilio, ¿Quieres secuestrar a Lady?— Me miró seriamente

— ¡No! — ¿Qué locura pasaba por su cabeza?

— ¡Ay, hermoso! Eres muy inocente todavía. — Negó decepcionada. — En mis tiempos era muy divertido que el amor de tu vida te secuestrara, te encerrara en una cabaña y luego te diera contra todo.

— Eso es traumático para mí —Respondí

— ¿No has tenido relaciones duras?— Me miró sorprendida — Te creía con potencial, espero que al menos Isaías haya salido como yo.

—¿Loco? — Cuestioné

— No, pervertido. — Sonrió — Tu padre lo fue hasta que conoció a tu madre, quién resultó peor. ¡Gracias a Dios! ¿Sabías que les recomendé algunos lugarcitos íntimos en la empresa?

—¿Qué?— Eso no quería saberlo, bajo ningún concepto.

—Sí, y según sé, tu madre le contó a Ariam y ella se dedicó a llevar a Bastian. ¡Qué hermoso, de generación en generación!

— Has creado una línea de perversión— Me reí y ella igual

— Estoy orgullosa, por eso siempre digo, nuestra sangre es así y cuando no, lo contagiamos, así como con tu madre, Amanda, Bella y Ariam.

— Abuela, no quiero saber más— Suficiente información

—¿En serio, no quieres saber que piensa Lady?

—¿Ella dijo algo?— Me removí en mi lugar y la abuela asintió

— Recuerda que hemos hecho muchas pijamas, pues... — Hizo silencio, generando suspenso— Ser de nuestra familia la ha contagiado de perversión, y creo que es peor.

—¿Me ha nombrado?

— Sí, obvio — Dijo ilusionándome — Eres su amigo— Concluyó, rompiendo mi burbuja.

Suspiré y me acomodé en mi silla pensando en las siguientes palabras.

—¿Hasta dónde han llegado a hablar de sus deseos?

— Mucho, ¿Qué quieres saber?

— ¿Ella tiene alguna fantasía? — Pregunté directamente

— Una en particular no, pero parece que le gusta cambiar la rutina, más que nada con respecto al lugar donde hará sus cositas

— Interesante... — Sonreí

La mañana empezó algo accidentada por culpa o travesura de la abuela, pero luego de eso, se volvió emocionante, más que nada al descubrir muchas cosas que se comentaron en esas pijamadas.

Mi abuela no escatima en decir con detalle cada palabra o pensamiento que ha tenido Lady.

Por suerte no debo esperar mucho para verla, ya que es sábado y la invité a bailar, siempre que quiera.

Las siguientes horas las pasé con mi bella abuela, almorzando, haciendo compras, tomando un helado; en una pequeña frase "Pasando tiempo juntos".

Nos sacamos varias fotos juntos y las subí a mis redes sociales.

Una de las primeras personas que reaccionaron con un corazón, fue mi linda secretaria, Lady.

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