Capítulo Nº3

Renato se levanta sin mucho ánimo del escritorio y saluda con un beso a su madre, ella percibe el olor a whisky en el lugar y frunce el ceño pero en él parece que no hay ni una sola gota.

⎯ Hijo ¿dime que no has estado bebiendo hasta perder la razón?

⎯ Mamá, solo tomé unas copas y se me derramo un vaso, ya pedí que limpien la alfombra.

⎯ Ese hombre no merece tu sufrimiento.⎯ ella lo toma de los hombros para mirarlo directo a los ojos.⎯ Ya olvídate de todo lo que te dijo, debes ser feliz. Formar una familia, tener una mujer que te ame y te de hijos.

⎯  No pienso traer a este mundo a ningún hijo y menos para que sea señalado como el elegido.

⎯ Eso es una tontería.⎯ Abril está perdiendo los estribos hace años que mantiene la misma conversación y él no entra en razón, camina por el lugar como una leona enjaulada hasta que lo mira furiosa y le dice.⎯ Mira bien mi rostro, cargue toda la vida con esto.⎯ se señala su ojo.⎯ Y un loco no me va a arruinar la dicha de ver a mi hijo mayor formar una familia y ser feliz. Por que escucha bien lo que te diré, tú eres Renato Rinalde, no tienes nada que ver con ese demente y y sé que por tus venas no corre nuestra sangre, pero tu corazón se forjo con el amor más puro y sincero que existe y ya es hora de que recupere a mi Reni.

⎯ Mamá lo siento, pero ese niño que tanto anhelas volver a ver quedó en el pasado.

⎯¿A qué le tienes miedo? Mira a tus hermanos, ninguno nació con algún lunar, esa teoría es falsa.

⎯Tengo miedo que todo lo que estaba escrito en esos diarios sea real.⎯ confiesa al fin frustrado arrodillándose en el piso y llorando como un niño.⎯  Tengo miedo que si me enamoro de una mujer inocente, cometa la misma locura que ese hombre y mate a alguien.

⎯ Hijo.⎯  Abril  se arrodilla a su lado sin importarle que se arrugue su vestido y lo abraza.⎯ Eso nunca va a pasar. Ese hombre escribía muchas incoherencias, no debes hacerle caso.

Abril sostiene a su hijo con mucho amor y este se recuesta en su falda como cuando era niño, ella acaricia su cabeza hasta que al fin se calma, pero sus pensamientos están en el día que recibieron una caja.

Diez años atrás seguían en España cuando le notificaron la muerte de Lucas Tenesi, faltaban apenas unas horas para que tomaran el vuelo de regreso a su hogar cuando el timbre de la gran casona resonó en el lugar. Cuando abrieron la puerta un empleado del correo postal sostenía una caja, era una encomienda enviada desde la penitenciaría con todas las pertenencias del difunto. Abril se negó aceptarla, pero Renato aún necesitaba algunas respuestas y recibió la entrega con la condición que solo podía abrirla en Italia y en presencia de sus padres, así fue que viajaron a su hogar con la curiosidad latente en sus mentes.

Cuando abrieron el paquete, su contenido era espeluznante, había libros y cuadernos donde explicaba la teoría del elegido, de como tendría una vida de miserias y las atrocidades que podría cometer al tener un heredero con la marca del mal. Lo único valioso que realmente le sirvió al pobre muchacho, fue encontrar una fotografía de su madre, la mujer era muy bella rubia, con ondas y con el mismo color de ojos que Renato. El muchacho de todo lo que había en ese espeluznante cofre fue lo único que pudo conservar, ya que esa mujer dio la vida por proteger a su bebé. Facundo al ver que el muchacho estaba absorto en esas páginas y las leía día y noche volviendo a su hijo cada vez más frío y distante optó por deshacerse de todo, pero ya era demasiado tarde. El daño ya había calado hondo en el corazón del joven y no obtuvo la respuesta que quería, él solo buscaba ver a su padre arrepentido y eso nunca sucedió.

Renato se reincorpora y ayuda a  Abril que se levante. La abraza con cariño y le dice.

⎯ Lo siento mamá, pero ya es tarde y debo alistarme para una reunión.

⎯ Renato, ve a casa y duerme un rato.

⎯  Lo haré.

⎯ Hijo a propósito, le di permiso a Helen para que hoy no se presente en la reunión. Es el cumpleaños de su madre y sabes lo que pienso de esas fechas.

⎯ Está bien, pero no quiero que vuelvas a interferir en mis asuntos. Es mi empleada, no la tuya.

⎯ Es una joven muy dulce que te teme.⎯ responde Abril.⎯ Deberías ser más tolerante.

⎯ Soy tan tolerante como puedo.

⎯ Está bien corazón.⎯ la mujer suspiró y besó la mejilla de su hijo.⎯ Te dejo seguir trabajando, el domingo te espero en casa para el almuerzo familiar.

⎯ Está bien. Nos vemos el domingo.

Abril sale de la oficina y al pasar junto a la secretaria le guiña un ojo, la joven comprendió que había obtenido el permiso y se sintió feliz. Ella miraba con una sonrisa las puertas del elevador cuando siente la mirada penetrante de su jefe que le calaban lo más profundo de su ser entonces se gira y ve que le hace señas para que ingrese a su despacho. Ella lo sigue y se fija en su espalda trabajada, está solo de camisa y se le traslucen los músculos de los brazos bien fornidos y piensa como sería sentir su abrazo., ella se pierde imaginando como sentir su calor o que la proteja pero de repente su voz la trae a la realidad.

⎯ Si tenías una fiestita de cumpleaños, me lo hubieras dicho y no le hubieras contado a mi madre lo ogro que soy.

⎯ Jefe… Yo.⎯ dice al ser sacada de sus pensamientos.

⎯ Nada, no digas nada. Tienes permiso para ir a esa celebración, pero no vuelvas a acusarme con mi madre. No tienes cinco años.

⎯ Lo siento, no fue mi intención.

⎯ Dime ¿ por eso llorabas antes de la junta, porque querías ir a un cumpleaños?

⎯ No, yo no lloraba.⎯ mintió muy descaradamente y él la miró divertido.

⎯ ¿A no? Me pareció ver tus ojos cristalizados y tu maquillaje corrido.

⎯Tengo… Tengo  alergias. ⎯ dijo titubeante.

⎯Bueno, voy a hacer que te creo, pero recuerda no me gusta mezclar las cosas. Los asuntos personales quedan fuera de este edificio.

⎯ Lo sé.

⎯ Así que nada de llorar en los rincones por algún novio o por tu mamita.

⎯ Yo no tengo novio y no lloraba por mi mamá.

⎯ ¿A no? Entonces ahora no niegas que estabas llorando.

⎯ No, yo… no es.. no estaba llorando.⎯ responde dubitativa mientras mira al piso y pregunta con desesperación ya que desea huir de su lado.⎯ ¿Puedo irme?

⎯ Bueno vete. Nos vemos el lunes.

⎯ Adiós señor.

⎯ Jajaja, adiós eres pésima mintiendo.

Renato se quedó mirando la puerta, no podía creer que alguien le temiera de tal forma o peor aun que le mentía tan mal en su propia cara, pero bueno ya por lo menos ahora sabía que esa chica no tenía novio y eso era un problema menos. Si todo sale como pensaba en un mes ambos tendrían que viajar a Alemania y no tenían fecha de retorno. Solo faltaba coordinar un par de cosas y convencer a la muchacha de que lo acompañe.

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