Tus labios

Linda

Estamos en mi oficina revisando varios documentos que muestran desfalcos hechos por el amante de Amanda, esta mujer no tiene escrúpulos, quería dejarme en la ruina total. Menos mal que pude darme cuenta a tiempo, sino hubiera sido por su intento de homicidio, seguiría siendo su marioneta. Debo agradecer a Fabián y a Crissia, quienes están muy comprometidos revisando también los documentos del antiguo contador, quien al parecer era otra secuaz más de la mujer que me parió.

Mi secretaria me nos trae un café, pero en un descuido derramo el líquido sobre mí, gracias a Dios no daño ninguno de los documentos. Me levanto y entro al baño para pasar una toalla húmeda, detrás de mí ingresa mi precioso tritón, con rostro de preocupación.

- ¿Te has hecho daño? - sus ojos azules recorren toda mi anatomía - Por los 7 mares, eres hermosa.

Su afirmación me causa gracia, es un coqueto.

- ¿Si? ¿Te gusta lo que ves? - trato de sonar coqueta, mientras en acto reflejo paso mi lengua por mis labios que están deseosos de volver a probar los de él.

- Me encanta lo que veo, de hecho, me encantaría ver mucho más - sus palabras, acompañadas de su mirada, me hacen estremecer - creo que voy a probar un poco más de ti.

Su beso me toma por sorpresa, de estar hablando y coqueteando, pasamos a devorar nuestras bocas. Su lengua mantiene una guerra con la mía, nos separamos para tomar aire.

- De verdad que me provocas, eres demasiado hermosa mi ninfa.

- Tú también me provocas, mi tritón.

- Aah... ¿soy tuyo? - me pregunta coqueto con una sonrisa que me deja boba.

- Jejejejeje... eso quisiera - se pega aún más a mi cuerpo, dejándome sentir el mazote entre sus piernas - me gustas mucho Articus Fairge.

La puerta es abierta, dejándonos ver a un Fabián con cara de querer matar a alguien, quizás antes me hubiera gustado ver esa reacción en él, pero ahora me fastidia porque interrumpió nuestro momento.

El muy descarado nos pregunta qué está pasando como si tuviera algún derecho a hacerlo, la verdad es que no es asunto suyo, total, él y yo jamás tuvimos una relación de verdad. Yo solo era el momento de desfogue que solía tener cada martes después de visitar a mi prima. Muy diferente a Articus quien suele tomarme de la mano y llevarme con orgullo.

Fabián me invitó a cenar, pero de inmediato rechacé su pedido, pues ya mi tritón me había invitado a cenar. Nos marchamos dejándolo casi con la palabra en la boca, la verdad es que ya no me nace estar junto a él, ya no me interesan sus atenciones para conmigo. Él fue demasiado cruel siempre que me decía que simplemente no podíamos tener algo más formal conmigo, que me amaba, pero que sus padres no nos querían juntos, debido a mi poca gracia.

¡Poca gracia! ¡Ja!

Jamás fui suficiente para él, yo sabía que se avergonzaba de mi apariencia, solo por ser una mujer curvilínea y con sencillez para vestir.

Lo quería con locura, estaba más que dispuesta a ocupar toda mi vida el papel de amante, solo para quedarme a su lado a recibir las migajas que me brindaba. Sin embargo, ver su cara de burla y oir sus palabras hirientes, aquellas que me llevaron a querer terminar con mi existencia, me hicieron recapacitar, me hicieron saber que yo no le importaba y que ahora lo que tiene es su ego herido porque mi atención no gira a su alrededor. Ahora sé cuánto valgo, sé exactamente lo que merezco.

- Odio que ese idiota se te acerque tanto, quisiera arrancar su corazón - es tan lindo cuando se pone así - de ahora en adelante les diremos a todos que tú eres mi mujer, no quiero a ese humano cerca de ti.

Quiero reír de verlo gruñir y hacer gestos de ahorcar a alguien, ese alguien es Fabián. Llegamos al restaurante donde cenaremos, Articus me lleva de la mano, tanto hombres como mujeres nos quedan mirando, antes solía sentirme intimidada, sin embargo ahora me siento regia. El mesero nos entrega el menú que está en italiano, ordenamos nuestros platos.

- Si estos humanos conocieran mi verdadera naturaleza, no se atreverían a mirarte como lo hacen.

- ¡Baia! Siempre pensé que los hijos del mar eran espíritus libres, que dejaban un amor en cada puerto.

- La mayoría, pero yo no quiero compartir, yo te quiero toda mía - su voz es más rasposa.

No hemos pasado a segunda base, siempre hay algo que nos interrumpe, pero de verdad que quiero probar más que besos. Es como una necesidad naciente, quiero sus besos, sus caricias y todo lo demás. Presiento que de esta noche no pasaré, espero gustarle, aún me siento insegura con mi cuerpo.

- Mira nada más a quién tenemos aquí, a la ingrata de mi hija - la voz de Amanda me saca de mis pensamientos - veo que ahora te gusta alimentar vagos.

- No soy como tú, Articus no es para nada un mantenido.

- De verdad, que dudo mucho que este tipo con ese aspecto de Harlista, pueda llegar a tener un centavo encima.

- Señora, porque no deja de estorbar y se va por donde vino, ni mi mujer ni yo tenemos porqué soportarla - el rostro de mi ''madre'', se descompone.

- ¿Com este tipo de persona es que te mezclas? Definitivamente estás peor que nunca.

- Amanda, te pido por favor te retires o tendré que quejarme con el gerente.

La veo irse hecha una furia; yo la amaba demasiado, pero a diferencia de Fabián, ese día ella si que quiso matar mi amor al empujarme por el acantilado.

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