Ya no me importa

Linda

Pensé que volver a tener frente a frente a Fabián me iba a hacer flaquear, pero resulta que no fue así. Realmente me preocupaba más qué pensaría mi tritón, pues él conoce mi pasado con aquel hombre que tanto amé hasta el anhelo, hasta el punto de convertirme en su amante. Mendigué amor y perdí mi dignidad, eso ya no volverá a suceder, la segunda oportunidad que Dios me dio, me dio la valentía para soltar todo aquello que me hizo daño.

- Querida jefa, ¿aceptas almorzar conmigo? - me pregunta ese bombón nacido de la espuma del mar.

- ¡Por supuesto! - le doy una sonrisa y sus ojos reflejan un azul más intenso.

Ambos salimos de mi oficina, él coloca su mano en mi espalda baja, provocando un estremecimiento, puedo ver de soslayo que se le dibuja una sonrisa. Íbamos en nuestro idilio cuando nos topamos con Fabián que nos mira con cara poco amistosa.

- ¿Ya te marchas? - pregunta con tono exigente.

- Sí, así es, Articus me invitó a almorzar, así que si necesitabas algo puedo atenderte más tarde - le respondo indiferente - con permiso.

Articus y yo nos subimos al ascensor y mientras se van cerrando las puertas metálicas, logro oir una maldición por parte de mi ex amante. Al terminar de cerrarse el bello tritón me atrapa entre él y la pared de metal.

¡Si que es alto!

- No quiero que ese imbécil respire tu mismo aire - su voz es apenas un susurro.

- ¿Por qué no? - pregunta con ,curiosidad, mi vista está fija en sus labios mientras yo relamo mis labios.

- Porque no sé qué me pasa contigo, pero no quiero que ningún idiota te mire, quiero ser el único que te mire - me habla mirando él también mis labios.

El ascensor tan oportuno, abre sus puertas y ambos salimos con la respiración agitada.

Caminamos hasta llegar al auto donde el conductor nos espera para llevarnos a donde almorzaremos.

- ¿Qué deseas comer bonita?

''A ti!'' pienso, regalándole una sonrisa inocente.

- Eso se puede solucionar - me dice y yo me ahogo con mi propia saliva.

- ¿Puedes oir mis pensamientos? - le pregunto recuperando la compostura.

- Puedo hacer muchas cosas, bonita - eso fue muy con doble sentido.

- Eso suena interesante - digo con el calor en mis mejillas y en otra zona.

El conductor detiene el auto frente a mi hamburguesería favorita, veo la expresión de Articus, sé que nunca ha venido a un lugar de estos.

- ¿Te gusta este lugar? - yo asiento ante su pregunta.

- Es mi lugar favorito.

- Entonces también será el mío.

Este hombre se está ganando mi corazón sin darse cuenta, tanto que hasta me parece imposible el hecho de que no sienta ni el menor sentimiento por Fabián.

Bajamos del auto, avanzando al lugar, cuando de repente toma mi mano, entrelazando nuestros dedos. Muchas mujeres se quedan mirando fascinadas a mi tritón, es que no es para menos, él es todo un bombón dorado con sexy mirada.

Nos acercamos al mostrador y pedimos nuestras hamburguesas con papas a la francesa y refresco de cola.

- ¿Qué comían cuando estaban en el océano?

- Solemos cazar tiburones, son nuestros enemigos naturales, pero saben muy rico.

- ¿Tú te enfrentas a tiburones? - pregunto asombrada - yo les tengo miedo, es una de las causas por la que no voy al mar, entre las películas de Tiburón y la semana del tiburón, fue suficiente para mí.

- Mientras estés conmigo, ningún tiburón se acercará a ti, pues ellos de verdad nos temen.

Él es una cosita preciosa, creo que si sigue así, me voy a enamorar pronto, si es que ya no lo estoy.

Disfrutamos de la deliciosa comida, me encantó ver sus gestos cuando probó la mezcla de sabores. Es tan bello, su inocencia pese a ser un depredador natural.

- Esto es una maravilla, debo darle crédito a los humanos por crear esta delicia y por crearte a ti, que sé, serás mi comida favorita por encima de ésta.

¡Jesús Cristo! Creo que hice un gran charco bajo mis pies.

Nuestra linda parejita

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