Un refugio

Articus

Me sumerjo en el mar y voy hacia la cueva donde dormimos anoche para sacar varias cosas que los humanos creen de valor. El viejo Duvall nos contaba que la cosa amarilla brillante que llaman oro, había causado muchas muertes y que entre humanos peleaban por tenerlo. Tomo varias cosas para llevar en la cosa cuadrada que las guarda y vuelvo a la superficie, aquí no suelen llegar mucho los humanos, me he dado cuenta todos estos días desde que llegamos mi hermana y yo, por eso nos llamó la atención el día que por primera vez vimos a la preciosa criatura de ojos tristes.

Al llegar a la costa, ahí están, mi hermana quien lleva ropas humanas y ella, quien me mira con ojos brillantes, me gusta como me mira, ella es tan bella.

- ¡Hermanito! - Zei salta sobre mí y yo la recibo.

- ¿Cómo te comportaste? - le pregunto mientras le sostengo el rostro.

- Muy bien, Linda es la mejor cuñada de todas - mis rostro cambia de calor, siento fuego en él, menos mal y no estamos hablando en el idioma de mi bella criatura.

- Eres una impertinente - la reprendo.

Volteamos a mirar a Linda y ésta nos mira con sus labios curveados.

¡Se ve tan hermosa!

- Debemos irnos, aún los rescatistas me están buscando por órdenes del prometido de mi prima, y aún no pueden enterarse de que vivo - nos dice.

Los tres nos dirigimos hacia donde hay varios humanos más, quienes me miran con ojos brillantes. Suele ser el efecto que causamos en los humanos debido a nuestra belleza. Uno de ellos me da algo de ropa, la cual me coloco para que después entrar en la caja grande. Me sorprendo al sentir la caja moverse solo por un movimiento de mano del humano que va delante de mí.

- Es fascinante - digo en mi lenguaje.

- ¿Verdad que sí, hermanito? Los humanos tienen cosas interesantes.

- Linda - llamo su atención y ella me mira con sus ojos tan bonitos - ¿Iremos hoy a esa casa cerca del mar, hoy?

- No lo creo, nos iremos mañana a primera hora, yo viviré con ustedes también.

Mi corazón se acelera de solo pensar que ella estará con nosotros, no quepo de la felicidad de saberla cerca todo el tiempo.

- Por esta noche iremos a casa de mi padrino, debemos descansar y comer algo.

Después de un largo camino en esa caja, llegamos a una muy grande casa con murallas altas. Al bajarnos vemos a un hombre de buena presencia que abraza a Linda, eso me molesta demasiado porque solo yo quiero abrazarla.

- George, él es Articus, el hermano de Zei y un muy buen amigo - me gustan sus mejillas cuando se ponen más color sangre.

- Un gusto, soy George Spencer, padrino de esta preciosa dama.

- ¿Padrino? ¿Qué es un padrino? - pregunto con curiosidad, espero que no se apareén.

- Es como un segundo padre ¿acaso no conoces la palabra? - pregunta el hombre que no veo tan viejo para ser padre de Linda.

- ¡No! - respondo serio - y tú eres muy joven para ser padre de Linda.

Los dos ríen como si hubiera dicho algo que les cause risa.

- Bueno, sí, solo tengo 34 años - me dice el hombre - su padre me crió cuando me sacó de las calles y me dio un hogar. Conozco a Linda desde que nació. Yo tenía 12 cuando mi padrino fue padre y desde entonces juré protegerla siempre, así que soy su padrino ahora y ella es como mi hermana menor, pero también como mi hija - me dice el hombre de cabellos de noche.

No sé por qué, pero noto cierta alegría de mi hermanita, ella es la que nació más reciente de los 4 hermanos que éramos, nació hace 19 años y se supone que debía aparearse para dentro de 24 lunas llenas, ya Nammu estaría en proceso pues era la mayor de las tres y luego sería Nínive. Pensar en mis hermanitas me hace doler el pecho, recordar a esos malditos humanos me dan ganas volverlos a matar y beber su sangre.

- Hermanito, pronto nos iremos a la casa de la playa con nuestra amiga Linda - la veo saltar en sus dos piernitas humanas - ¿George nos acompañará? - creo que mi hermana quiere aparearse antes de llegar a las 48 lunas llenas que le hacen falta.

- Por supuesto que iré, pero no hoy, debo primero hacer varios asuntos en mi oficina, pequeña Zei - este humano anda como bobo mirando a mi hermanita.

Las criaturas del mar somos seres libres, no somos para nada posesivos, pero si me alegra que no vea como yo veo a Linda, ella es una joya única y la quiero mía.

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