Es fea y sin gracia

Fabián

Muchos dirán que soy superficial, sé que sí, también soy consciente de que esa es la razón por la cual estoy a punto de perder a mi gordita, pero me niego a tener a una asistente así de desaliñada, simple y sosa. No sé quién carajos la asesora para que mantenga esa apariencia tan fea, para completar, es simple.

Desde que la vi entrar por la puerta de mi oficina, estuve a punto de sufrir un colapso visual, si la sigo viendo me dará cáncer de ojos.

- Señor Conrad, aquí están los documentos que me pidió por la mañana - por lo menos es eficiente - todo está debidamente revisado y traducido.

- ¿Tradujo en cada uno de los idiomas? - pregunto sorprendido.

¡Lo dicho! Es una nerd.

- ¿Necesita alguna otra cosa, Sr. Conrad?

''Que saques tu fea cara de mi campo de visión''.

- Necesito que vaya a D'gusto y me compre el almuerzo.

- Como diga, regreso en un rato.

La veo salir y respiro aliviado, esa mujer es un virus antiestético. Vuelvo a concentrarme en los documentos que me trajo Betty la fea, es impresionante su trabajo, solo por eso la conservaré. En cuanto termine voy a ir a la oficina de mi gordita, la quiero invitar a cenar, solo espero que acepte, porque ese imbécil mechudo no se le despega ni a sol ni a sombra. Cómo lo detesto con su carita de niño bonito y cómo mira a mi mujer, parece un perro cuando le van a tirar un hueso.

Me distraje tanto que ni siquiera noté que la fea había vuelto. Lleva en sus manos una bolsa con la inscripción D'gusto Restaurant.

- Aquí tiene su almuerzo Sr. Conrad - deja la bolsa en mi escritorio - me retiro, también debo ir a almorzar.

- Coma algo nutritivo, está demasiado flaca.

- con permiso - es lo único que dice y sale.

Ya casi ha terminado la jornada laboral, me preparo para salir e ir a la oficina de Linda, al llegar toco la puerta pero no recibo respuesta, así que entro pero ella no está, escucho voces y risillas en el baño, al acercarme a la puerta del baño que está entreabierta, lo que veo me deja de una sola pieza y mi sangre empieza a hervir. Ese maldito mocoso la tiene acorralada entre él y el lavabo.

- ¿Qué está pasando aquí, Linda? - pregunto, abriendo la puerta de manera abrupta.

Linda da un sobresalto, pero el tarado ese parece no importarle mi presencia, solo sonríe con ironía.

- Lo que ocurra aquí no es de su incumbencia, Sr. Conrad, mi jefa y yo estábamos solucionando un tema personal.

- ¿Qué necesitas, Fabián? - por lo menos ya no me dice señor.

- Quería invitarte a cenar...

- Lo lamento, Articus me invitó a cenar, así que no podré aceptar que deberé declinar tu invitación.

Ella jamás me había dicho no, era yo el que siempre me excusaba para no llevarla a sitios públicos. He sido un gran imbécil, tuve todo y lo perdí, ahora ella parece respirar por ese tipo caribonito.

- Bien, entonces me marcho - salgo con mi rabo entre las piernas.

Cuando llego al estacionamiento, veo a mi fea asistente subirse a una moto Vespa clásica color rojo, se coloca su casco también rojo. Es una mujer bastante particular, llevo una semana trabajando con ella y siempre es muy pulcra en su trabajo, debo reconocer que aunque su apariencia personal es un asco, su desempeño laboral es de primera.

Sin querer la voy siguiendo, veo que conduce hacia la vía que va a la montaña. Es extraño porque es una zona rural donde a los jóvenes muy poco les gusta estar, debido a que está lejos de las universidades y de los centros nocturnos. Seguramente vive con su abuelita o abuelito.

Desvío en la siguiente calle y me voy directo a mi casa, no puedo sacar de mi cabeza el como encontré a Linda con ese idiota. Antes era yo su todo, ella solo tenía ojos para mí y para más nadie. Si yo decía que el cielo era verde, ella lo creía porque era yo, más ahora parece no importarle mi opinión ni mi presencia.

Me voy al bar de mi departamento, me sirvo un whisky, necesito olvidar esa escena y borrar esta frustración que siento. Debí ser menos cobarde y pedirle algo formal, ahora me doy cuenta lo tonto que fui. Linda es una mujer a la que cualquier hombre llevaría orgulloso de la mano.

- Lamento todo lo que te hice mi Linda, ahora sé que te amo - una lágrima se desliza por una de mis mejillas.

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