Pov: Arturo Altamira.
- ¿De verdad piensas que la tiene Héctor? -interroga mi padre al escuchar tan descabellada teoría.
- No es seguro, solo sé que no hace daño intentar, preguntarle hasta quien atendió el parto de su madre.
- Está bien, voy contigo, no quisiera dejarte solo en esto -asiento en señal de aprobación, cualquier ayuda es necesaria en tiempos de crisis.
Ambos nos dirigimos a altas horas de la noche a la mansión FuenteMayor con la esperanza de encontrarla, porque ya estoy desesperado.
El auto se estaciona en la entrada, esperando a que el portero nos autorice el paso. No pasan ni diez minutos cuando lo autorizan y nos encontramos en el estacionamiento, frente a esa mansión, a ese lugar donde me echaron de la peor forma por ser quien soy.
- Buenas noches -volteo y veo a un señor entrado en años en silla de ruedas, es el mismo anciano que tuvo la fuerza de sacarme a patadas de su casa sin inmutarse.
- Buenas noches Señor Héctor. Tiempo sin verle.
- Si... mucho tiempo -entrecierra los ojos-. ¿Qué los trae por aquí? De verdad me sorprenden y a estas horas.
- Vamos a ser directos -expresa mi padre-. Secuestraron a Alicia-. El señor no parece sorprenderse.
- ¿Y así cuidan a mi hija? Seguro escapó, vaya trato que le estaban dando -siento culpa, pero no, no permitiré que juegue con mi mente.
- Solo queremos saber si ella está aquí. Te aseguro Héctor que si se encuentra en este lugar y no nos estás diciendo la verdad... te la haremos pagar, porque no te creo este show del enfermo inválido, ¡Tenemos la misma edad, por Dios! -dice mi padre con ganas de arreglar viejas cuentas con él.
- Padre, la hallaremos -volteo hacia el señor en silla de ruedas-. Usted señor FuenteMayor, no hará nada para volver a impedir que estemos juntos. Yo amo a su hija y nada, ni nadie, ni siquiera usted - Esto lo digo señalándolo - va a separarnos.
- Entonces te quedarás sentado esperando a MÍ Alicia, porque aunque seas su pareja, yo soy su padre. Sabes que no la he visto desde ese fatídico día. Ahora, por favor, voy a dormir, ya es tarde -señala la puerta y nos vamos con recelo.
- No me convence lo que dice -me recalca mi padre al entrar al auto.
- A mí tampoco, mantendremos vigilada esta área de la ciudad e infiltraré a unos hombres en la mansión.
Pov: Alicia FuenteMayor
Tengo cuatro meses de embarazo. Mi padre no lo sabe, o ese viejo que se hace llamar así.
Despierto en mi habitación y solo puedo pensar en mi bebé. Fallé en la misión, no pude escapar como lo hacía años atrás.
*¿Donde estarán nana y mi madre?* Si, es cierto que tenía empleados que a veces me daban noticia de ellos, pero no me mencionaron nada de esto, de que mi padre se había vuelto loco y que ni madre, ni mi nana vivían aquí.
Ahora que recuerdo las palabras de Héctor "No son tus empleados, son los míos" me da escalofríos. Se supone que Arturo les pagaba el sueldo a ellos *traidores* espero se mude de ahí que está rodeado de puros comprados.
Entra alguien a mi habitación y no me dí cuenta hasta que ya estaba hablando.
- Mi querida Alicia -se oye una voz conocida-. La misma que fue capaz de drogar a su amor por no causarle otro mal a su padre -sí, es Javier-. Sabes... conozco a Héctor desde hace muchos años... antes de que tu nacieras, productor de un amorío entre tú madre y el primero en su vida.
- ¡Eso es mentira! Mi madre no haría algo así. ¡Si eres tan hombre suéltame y defiéndete de mí! -mi desespero es mayor cada vez más, ni siquiera sé por qué me quiere aquí Héctor después de tantos años.
Se acerca a mí y me da una bofetada.
- ¡Insolente! No te dejaré ir, no hasta que Héctor diga lo contrario y créeme... vas a estar aquí por el resto de tu miserable vida -se ve por donde vino y mi mente está agotada luego de forcejear tanto con esto que me tiene atada y me tienen los ojos vendados.
No sé como, pero me quedo dormida nuevamente, no tardará para que sepan que estoy esperando un bebé.
- ¿Ya despertaste? -me pregunta una voz que no logro identificar.
Abro los ojos y ya no estoy atada, no estoy en mi cama, ni vendada. Logro identificar a la persona a mi lado...
- ¿Nana? Rápido, tienes que llamar a Arturo, no quiero que le hagan daño -digo casi llorando.
- Alicia, tranquila -me acaricia el pelo suavemente - Todo estará bien. Que bueno que regresaste, tendremos que ponernos al corriente de todo lo que has hecho desde que te fuiste.
- ¿En serio no sabes, nana? - Le veo con esperanza de que me dijera que no, que ella no está envuelta en todo esto. Niega con la cabeza y me tranquilizo.
- Nana yo... - Veo que ya no tiene el brazalete que me prometió que nunca se quitaría, uno que le hice un año antes de irme.
- Nana y tu brazalete? - Ella me mira extrañada.
- Alicia, no tengo ninguno ¿de qué hablas? - No, ella no lo olvidaría... Ella no es Berta.
- ¡Tú no eres Berta! - Me alejo bruscamente de ella.
Berta pone una cara sombría e intenta atacarme, cuando me intento defender... despierto.
Sigo con los ojos vendados, con hambre, amarrada y puedo sentir mi almohada de peluche en mi espalda. *Sí, fue un sueño* Debo estar volviendo loca. No sé cuanto tiempo llevo aquí.
*¿Cuándo vendrás por mí, amor?*
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