Pov: Alicia FuenteMayor
-¿Qué piensas sobre esto?-Le pregunto a Max, mi fiel compañero, mi mejor amigo-.
-No tiene sentido que vuelva a extorsionar por segunda vez-.
-Solo tendría sentido si no es ella la que extorsiona-.
-Debemos seguir observándola -me dice Max pensativo. Al menos sabe sobre esto; aparte de que me ayuda, se distrae un poco de todo-.
Pienso por un momento sobre esto... sí, quería hacer que otro lo extorsionara por ella, por Sarah. No tendría lógica si es la misma persona, con la misma cosa dos veces.
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Estamos siguiéndola con una distancia respetable, hasta que entra en una oficina.
Me pregunto por qué estoy siguiendo a la "todo es mío" de nuestro instituto, a lo que recuerdo que es para matar el tiempo mientras Arturo no me escriba. Ya lo quiero ver nuevamente.
Sigo viendo que de esa oficina sale un chico, no lo amenaza, lo besa. Oh, espera, lo abofetea, parece que va a llorar. *Lágrimas de cocodrilo seguramente".
-¡¡¡Hola bichess!!! -es una voz conocida y me sorprende y casi me caigo de donde estaba-.
-No me digas que me tienes miedo -ríe con gracia-.
Volteo y me encuentro con Sofía. Hace mucho que no la veía. Es mi prima, es una modelo curvy y ha sabido sobrellevar todo tipo de comentarios, aún no sé por qué si es muy hermosa, las personas le temen a lo diferente.
Corro a abrazarla. Es muy inoportuna, pero no deja de ser mi prima favorita (y mi única prima, además).
Con alegría le pregunto como me encontró.
-Tengo mis métodos -me guiña un ojo- ¿Qué hacen ahí escondidos? -pregunta con cierta curiosidad-.
-Nada, ¡nada! -Max está muy nervioso-.
-Esperen...-Sofía ve hacia la dirección que estábamos espiando y ve a Sarah furiosa, casi le sale humo por las orejas. A lo que Sofía frunce su ceño-. Esa debe ser la bully de aquí, sé muy bien como reconocerlos...
Sé que Sofía es de fiar. Por eso decido contarle.
-Vaya, sabía que no me fallaba la vista, ¿cómo puedo ayudarles?-.
-Puedes hacer que la investiguen -respondo rápidamente-. Necesitamos saber su punto débil-.
-Bien, así será -seguridad es el segundo nombre de Sofía-.
-Gracias, vayamos a casa-.
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Estamos en el auto.
-Oye primita, me dijeron que estás suspirando por los rincones por un apuesto hombre -su mirada picarona se intensifica cada vez más y mi sonrojo también-.
-¿Qué? ¿cómo sabes?
-Nana.
-Ya me lo debí haber esperado -mantengo mi compostura-.
-Bien, mi amigo es un empresario amante del deporte sobre hielo-.
-Es patinador.
-Sí. Solo hemos tenido una cita, pero ya verás que algún día te lo presentaré-.
-Estás muy confiada-.
-Lo estoy porque estoy segura de que me llamara para una cita en cualquier momento-.
-Entiendo -me dice pensativa-. Si lo quieres, no lo dejes ir, sabes que te puedes arrepentir.
-Lo sé, no te preocupes. Será mío -decidida es mi segundo nombre-.
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Después que dejé a Sofía en la mansión. Recibo un mensaje, del mismo número de aquella vez.
"Si quieres descubrir el secreto familiar, ve a *****"
*¿Secreto familiar?*
Estoy muy confundida, sé que mis padres son buenos y tienen los negocios más limpios que hay. No tengo más primas que Sofía, sus padres murieron y tuvo que arreglárselas sola. Mis abuelos igual... esperen; no tengo casi familia cuando todos tienen primos, hermanos, tíos, sobrinos, abuelos... siempre he jugado sola a excepción de mi prima que venía con sus padres de vez en cuando, ni siquiera sé como murieron y no quise cometer la imprudencia de preguntar.
*¡Tengo que ir!* Si sí, sé que puede ser un poco arriesgado que una chica de dieciocho años salga sola al encuentro con un desconocido, pero ¡vamos! Es mi familia y Arturo no es el único que sabe defensa personal y artes marciales, mis padres me obligaron a practicarlos cuando mis tíos murieron hace un par de años. Obvio no se lo mencioné ese día porque ese dato de mí, podría cambiar su percepción y no quiero que eso ocurra.
Voy de inmediato a la dirección, que se encuentra a las afueras de la ciudad.
-Todo bien -me decía a mí misma dándome cuenta de que fue mala idea, pero ya estaba aquí, no me iba a echar para atrás, no soy de esas.
*Me llegó un mensaje*
"Espera un momento afuera, pronto iré"
No pasaron ni cinco minutos cuando un hombre de unos cincuenta y tantos, saliera desde dentro del almacén que a mi parecer, me daba escalofríos, me hago películas de terror diciéndome que probablemente encierra el cuerpo de sus víctimas ahí. Sí... no debí desvelarme viendo películas de terror durante mis vacaciones.
-Hable Señor, me encuentro impaciente por saber qué me quiere decir. Sin mencionar que tengo que saber quien es usted -lo digo tan fría como la voz y las facciones me lo permiten.
-Veo que tus padres te han enseñado a negociar -me dice con ironía-. Yo soy el hombre de confianza de los Altamira, mi nombre es Javier.
-Bien, señor Javier, no lo conozco y no sé qué ganaría en decirme lo que sea que quiera decirme. Diga de una buena vez el motivo de esos mensajes anónimos.
-Está bien. Mucha seriedad para una niña -habla con desdén-. Mañana se presentará el hijo de los Altamira para una aceptación de parte de los accionistas. Con tu presencia, esto puede cambiar, eso ganaría; en cuanto a tu otra pregunta... tus padres te mintieron, tu padre no está enfermo por una rara enfermedad, tu padre fue apuñalado en un intento de proteger a sus empleados en la empresa y lo hicieron en la columna a tal punto que no podrá caminar y su salud se deteriora porque al recibir la noticia, le dio un paro cardíaco -lo dice tan sencillo, como si no fuera nada.
A mí se me resbala una lágrima por la mejilla a la que de un manotazo la hago desaparecer de mi cara.
-¡Usted no tiene derecho! ¡No tiene pruebas! -grito casi en la agonía.
-¿Quién dice que no las tengo? -llama a uno de sus hombres, que le da una carpeta amarilla, la cual me entrega. Veo en su interior fotos de las radiografías, que dicen el nombre de mi padre y veo que es real por un tornillo que tiene en la misma parte a causa de un accidente años atrás. Caigo en el suelo desconsolada.
-Ya te entregué las pruebas. Encuentra el de Arturo Altamira y no dejes que él se presente ante los accionistas, o si no, esto será presentado a la prensa diciendo que tu padre es un asesino, porque sí lo es, asesinó a la persona que lo atacó y por eso resultó herido.
Estoy llorando mucho, sigo tirada en el suelo mientras él me mira sin ninguna expresión en su rostro y luego, vuelve a entrar en el almacén.
Me levanto porque nadie puede verme así. Me muestro altiva a cada problema cuando me di cuenta que mis padres nunca están a mi alrededor, no han estado para mí porque siempre priorizan su trabajo para que "no me falte nada" como ellos dicen, pero nunca se han dado cuenta que lo que me falta, son ellos.
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