Arturo entendió lo que pasaba por la mente de Alicia y comprendió.
Pasaron un par de meses más donde sintieron que ya desaparecía el enamoramiento para empezar a ver sus defectos y amarse con toda la intención...
Ellos planearon presentarse como pareja primero a los padres de Alicia y luego a los padres de Arturo.
En su interior estaban en una mezcla de emoción y nervios. Emoción porque querían que todo resultara como lo habían planeado y casarse poco más de un año después de que Arturo recibiera todos los bienes de su padre, para que tuvieran bienes propios. A su vez con nervios porque cabía la posibilidad de no ser aceptados.
Arturo se presenta en la puerta de la mansión FuenteMayor con Alicia tomándose de las manos, mientras el padre de Alicia y su madre estaban sentados en la sala de estar esperando su llegada.
Entraron y el Señor FuenteMayor, aunque débil, le había comunicado a su esposa que quería estar sentado en un sofá y no en una silla de ruedas. Lo ve como si lo conociera de alguna parte.
-Tomen asiento -habla primero el señor FuenteMayor señalando con la palma de su mano extendida hacia los sofás de al frente.
Alicia y Arturo están en un manojo de nervios, pero se dan apoyo mutuo.
-Habla -le expresa el señor FuenteMayor mirando fijamente al hombre frente a él.
-Señor, yo soy Arturo Altamira. Quiero presentarme formalmente ante usted y su esposa como novio de su hija Alicia -expresa con firmeza el hombre que pretende ser el futuro esposo de su hija. Arturo, al decir Altamira, juntó los puntos, pero aún quería continuar.
-¿Pretendes casarte con ella? -hizo el interrogante a Arturo.
-Sí. Soy el único heredero de mi padre. Al cumplir los veintiun años obtendré mi herencia junto con el puesto de mi padre en la empresa Altamira. Poco más de un año de haber adquirido esta herencia... tenemos planeado casarnos.
-Lo que dices suena muy bien, pero hay un problema.
-¿Qué problema dice? -Arturo estaba tan seguro de sí, que escuchar un problema, lo haría desplomarse de su seguridad.
-Eres un Altamira.
-Sí, lo soy. Usted es un FuenteMayor.
-¿Acaso tu padre no te ha contado por qué ni debes acercarte a nosotros? Ahora estando en mi casa, en mi sala...-dice con sombriedad- ¡¿No te das cuenta de que no puedes ni siquiera dirigirnos la palabra luego de lo que tu familia le hizo a la mía?!- Grita con odio el señor Héctor.
A Arturo nadie en su vida le había levantado la voz, solo su padre cuando quería enseñarle una lección, como él le decía "necesaria".
-¡Yo no tengo nada que ver con eso! -grita más fuerte el joven porque los nervios lo dominaron, mientras todos se percatan que le acaba de gritar al dueño de la mansión, padre de su amada Alicia.
-¡Lo sabías y aun así pretendes venir a mi casa a engatusar a mi hija como lo hizo tu familia hace años para perjudicar a la mía! -se nota el odio en sus palabras, el resentimiento- ¡Vete de mi vista y no vuelvas a intentar algo con mi hija nunca más!
-Pero papá él no tiene nada que ver con ese incidente hace años -Alicia intenta remediar, cuando seria como intentar armar un globo que ya explotó.
-No vuelvas a ver a ese hombre Alicia. Su cara me parecía conocida, pero no esperé que entre todos los hombres, hayas elegido al peor -le ordena a Alicia.
A gritos manda a buscar a los guardaespaldas para que no dejen volver a ningún Altamira.
Alicia sabía la historia y nunca pensó que fuera un impedimento, *eso no tenía nada que ver con nosotros* se repetía Alicia una y otra vez.
Mientras que Arturo solo se pudo ir a enfrentar a su padre, que no le había dicho lo tan grave de la situación.
Se dirige a su mansión como una furia. Va directamente hacia el despacho, ya que sabe que su padre en esa hora de la tarde, está ahí llenando unos papeles. Cuando irrumpe sin tocar antes la puerta.
-¡Padre! ¿Por qué nunca me dijiste que le hicimos a la familia FuenteMayor? -reclama Arturo con brusquedad a su progenitor.
Su padre se acerca con más furia que él, ya que nadie le habla de esa manera y nadie interrumpe su hora de tranquilidad con los papeles. Se acerca con brusquedad lo toma del cuello de la camisa y le da un puñetazo en la cara a su histérico hijo.
-¡¿Quién te crees para hablarme de esa forma?! -grita el señor César mientras ve a Arturo sobarse con la palma de la mano la parte afectada- ¿Acaso los humos se te subieron?
-Padre, quiero saber qué pasó hace años y por qué no me has contado -expresó más tranquilo el joven-. Acabo de pedir la mano de la hija de los FuenteMayor.
-¡¿Qué?! - Dijo casi con un tono de terror a Arturo- ¡¿Era ella la que me contaste?! ¿Sabes lo grave que es esto? ¿Qué has hecho hijo? -se lamenta.
Ambos son hombres razonables, de negocios, quisieron tranquilizarse antes de continuar.
-¡ay hijo! ¿Qué has hecho?- comunicó con pesar al joven. Arturo estaba cada vez más confundido y pidió explicaciones.
-Verás... hace muchos años, cuando yo no había conocido a tu madre. Conocí a una hermosa joven... Cecilia Bracamonte, ese era su nombre. Ella estaba comprometida con un joven un poco mayor, sólo por conveniencia, sus padres tenían muchas deudas. Yo me metí entre ellos dos porque la amaba, puse mi vida por ella, enfrenté a mis padres, pagué las deudas de su familia aunque la mía me haya dicho que no lo hiciera -cada vez lo decía con más pesar-, para que no tuviera que casarse. Ya libre de ese compromiso, se enamoró de otro, al menos yo creía que ella sentía lo mismo por mí... ese otro es Héctor -expresó con sombriedad.
-Acaso tu y ella...
-No, no Arturo, no llegamos a tanto... Años después, llegó una preciosa chica a mi vida y nos enamoramos profundamente y desde ese día... nunca la he dejado de amar, esa chica es tu madre -sonríe cuando dijo eso último-. Héctor cree que años después quise robarle y me mandó a investigar por lavado de dinero, solo para perjudicarme. Ya que según él "soy el único que quisiera hacerlo".
-Vaya.
-Él piensa que aún sigo queriendo perjudicarlo y que te mandé a tí para hacerlo -lo mira con pesar-. Si de verdad la quieres...- Le pone la mano en el hombro- Tendrás que luchar mucho por ella.
- Lamento que hayas pasado por eso padre.
- No hijo, eso me hizo ver el mal de las personas y que no debes confiar en todos los que te rodean -aconseja el mayor Altamira. Luego mira con seriedad a su hijo-. Si se aman, no la dejes ir-.
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