Un día como cualquier otro en la capital del reino de Tetzgard. Donde todo ocurre como en cualquier otro. Donde la paz y tranquilidad prospera. Estaba una joven que estaba corriendo por las calles como si estuviera huyendo de algo o de alguien, esquivando a las personas con tanta facilidad que parecía ya haberlo hecho miles de beses.
“Por favor, deténgase” dijo una voz de un hombre detrás de la joven.
“Solo si me atrapas” Le respondió la joven con tono burlesco a su perseguidor.
Y así siguieron corriendo ambos lados, una para evitar que la agarraran y el otro para agarrarla. Fueron esquivando a la gente, saltando entre las cosas y escondiéndose en pasillos. La gente solo se quedaba viendo la escena divertidos ya que no era la primera vez que sucedía. Llegó hasta tal punto que la chica llegó a saltar entre los tejados mientras aún el hombre montaba un caballo. Hasta que llegaron a una de las puertas de la ciudad.
La joven llegó confiada de que los avía perdido. Así que se sentó en el borde de la puerta con sus pies colgando al aire viendo hacia el horizonte. En ese momento cuando ella no prestaba atención una persona con ropas negras se acercaba lentamente por su espalda.
“Veo que ya has llegado Cetbas” dijo la joven sin siquiera mirar atrás.
“Veo que está más atenta a lo usual señorita” le respondió el hombre con cortesía.
Ambos se quedaron en silencio mirando hacia el horizonte. Así ambos se quedaron en silencio contemplando la vista hasta el punto de que el sol irradiaba en su punto máximo.
“Si me lo permite señorita. ¿Por qué últimamente ha estado saliendo así?” pregunto Cetbas cortando el silencio de repente con algo de sospecha
“A que te refieres” le respondió la joven inclinando su cabeza confusa
“Me refiero a que se ha estado escapando para venir aquí y mirar a lo lejos” volvía a cuestionar Cetbas
“Oh, eso, no sé si ya te lo avía dicho, pero siento que algo va a pasar, eh visto en un sueño. Pero creo que solo fue eso un sueño” respondió sin más con algo de tranquilidad mientras se levantaba y se ponía de pie junto a Cetbas.
“Ya es hora de ir a casa” dijo Cetbas mientras le daba paso a la joven.
Ambos bajaron las escaleras asía donde se encontraba su carruaje, el que había llegado tiempo después de la persecución. Cuando los dos se subieron el carro comenzó a moverse en dirección a lo profundo de la ciudad.
“Cetbas, ¿tú sabes que ay más allá del mar?” cuestiono la joven, mientras distraídamente miraba por la ventana contemplando las calles de la ciudad.
“Claro más allá ay muchos países tal como este, y también muchas jovencitas preguntándose lo mismo que usted” contesto Cetbas con una sonrisa cálida.
“Ya veo me gustaría viajar por el mundo tal y como suelen hacer las personas aladas” dijo cabizbaja la joven
Después de eso el camino continuo con tranquilidad. La joven siguió mirando las calles cuando los caballos que tiraban del carro comenzaron a moverse asustados dando brincos inquietos y relinchando inquietos.
“Que es lo que pasa” grito Cetbas al conductor
“No lo sé estos animales comenzaron a comportarse así. “Les pido que bajen” fue lo que le respondieron
“Vamos señorita” Cetbas tomo la mano de la señorita y bajaron
“Que sucede” esta vez fue la joven quien preguntó comenzando a entrar en pánico.
Mientras la joven se preguntaba eso, vio que en sus alrededores que no fue a los únicos que les ocurrió el que se detuvieran sus animales, otros tres carros que pasaban les paso lo mismo. También barios gatos y como perros corrían en todas partes tratando de esconderse.
“tenemos que llegar al castillo” dijo la joven casi en un grito a Cetbas.
“Concuerdo” fue la única respuesta.
Entonces ambos comenzaron a caminar con rapidez casi trotando por la calle, en el camino se podía ver que la gente empezaba a entrar en pánico por todo el ruido que hacían los animales. Así siguieron caminando hasta llegar a las puertas del castillo.
“Déjenos pasar” exclamó la joven a los guardias que custodiaban las puertas.
“Quien te” antes de que uno de los guardias terminara su oración vio a la cara de los dos y guardo silencio y saludo respetuosamente haciéndose a un lado.
“Abran las puertas” grito el guardia lo más alto que pudo para sacar la tensión de su cuerpo.
Ambas puertas se abrieron de par en par dejando pasar a los dos sin más preguntas. Al entrar la joven corrió directo al salón real donde tendría que estar su padre y como esperaba él se encontraba ay en su trono escuchando además de sus asistentes.
“Estimado Padre tengo algo que decirte” dijo la joven con urgencia.
“Hija mía me alegro de que te encuentres bien, pero ahora no te puedo atender” respondió el rey
“Se que estas ocupado, pero todos los animales de la ciudad están alterados por algo” respondió la joven con la misma urgencia que antes.
“Entonces también está pasando en la ciudad” dijo en rey casi en un murmullo mientras se acariciaba la barba.
Antes de que la joven volviera a hablar un señor con aspecto de erudito entró en la sala acercándose cerca del trono e inclinando su cabeza respetuosamente.
“Su majestad eh venido a informarle que el alboroto de los animales del palacio se ha calmado” dijo en señor con un tono calmado.
Todos en la habitación se tranquilizarnos al escuchar esas palabras.
“también paso aquí en el palacio” cuestiono la joven viendo hacia el rey.
“Si también paso aquí como en la caballería como en otros destacamentos que ocupan animales” Respondió el rey ya más tranquilo.
“Me pregunto qué es lo que ha pasado” se cuestionó una de las personas arrodilladas frente al rey.
No hubo ni una sola respuesta.
“Querida hija, podrías dejar la habitación” Le dijo el rey
“Claro no ay problema” dijo la joven inclinando su cabeza ante todos y saliendo del salón.
Ella salió dirigiéndose directamente a su habitación que estaba un uno de los pisos superiores. Al llegar se acostó en su cama pensando en todo lo ocurrido en el día. Así estuvo varios minutos hasta que tocaron a su puerta.
“señorita se encuentra bien” dijo una doncella al otro lado de la puerta
“Si me encuentro perfectamente” respondió con algo de sarcasmo
“En ese caso voy a pasar” respondió la doncella antes de abrir la puerta y entrar con una charola en su mano donde llevaba unos aperitivos y una taza de té.
La joven se acercó a ella para tomar la charola y ponerla en su mesa. La joven doncella se inclinó levantando los bordes de su falda en modo de reverencia. Volvió a abrir la puerta y se marchó.
“Ya ni me dio tiempo en preguntarle algo” decía chasqueando su lengua
Quiso ir hablar con su padre, más el seguía ocupado. Salió a su balcón personal y se quedó viendo a la distancia donde se encontraba cierta estructura. Cuanto estuvo a punto de entrar cuando el cielo comenzó a llenarse de nubes tapando poco a poco los rallos de sol. Todo comenzó a teñirse de oscuridad. En el cielo los relámpagos comenzaron a bailar y asomarse poco a poco.
Comenzaba a entrar pensando que pronto llovería. Cuando un gran rayo callo en la distancia iluminando todo momentáneamente. Después que callo el rayo las nubes se comenzaron a disipar como si nada uniera pasado. Entró a su cuarto y salió al pasillo corriendo una vez más para ver a su padre. Corrió pasando entre el salón esperando encontrarlo más el ya no estaba fue al jardín trasero donde se encontraba ahora su padre al igual que su madre.
“padre, ¿viste lo que sucedió?” Pregunto la joven.
“No, no eh visto nada ocurrir” respondió el rey algo confundido.
“Entonces no viste las nubes grises y escuchado el rayo que callo” insistió la joven a su padre.
“Que estás diciendo, si el día ah estado despejado desde la mañana, ¿te encuentras bien?” Dijo el rey algo preocupado por su hija.
La joven se quedó en silencio pensando en lo que su padre le avía dicho.
“Si me encuentro bien” respondió después de un rato vagamente dando vuelta en su lugar para volver a entrar e ir a su cuarto.
“Me lo habré imaginado” pensó para sí misma mientras caminaba.
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