—Caled, cariño, prometo volver antes de que comiences tu primer entendimiento esta tarde —prometió ella.
—¿Lo prometes por el meñique? —preguntó, mostrando su dedo meñique.
—Por el meñique —respondió ella, besando su mejilla.
Caled la abrazó, pero después de unos segundos, Alexander lo separó de Estrella para luego tomarla de la cintura y atraerla hacia él.
—Florecilla, sabes que te acompañaría, pero tengo mucho trabajo y retraso con los reportes de los nobles del sur —dijo él.
—No te preocupes, Lex, volveré pronto —dejó un pequeño beso en sus labios.
Aquí está la versión corregida:
Alexander no estaba muy convencido de dejarla ir sola hasta el pueblo.
—Llevarás 15 escoltas —dijo él, serio.
—Cinco.
—Diez.
—Tres.
—Cinco.
—Acepto, serán cinco —dijo ella, sonriendo. Alexander solo asintió, resignado.
—Pero vas a tener cuidado —dijo él, abrazándola.
—Sí, lo tendré, y tú no serás gruñón en esa reunión, y ni se te ocurra comerte mis pastelitos de mantequilla con fresas —advirtió Estrella.
—¿De qué pastelitos hablas, florecilla? —preguntó nervioso. Estrella entrecerró los ojos.
—No te hagas, sé que fuiste tú quien se los comió la semana pasada, parece que quien estuviera embarazada fuera otro —dijo ella.
Estrella salió de la mansión minutos después de despedirse, llevando consigo a los cinco escoltas que le proporcionó Alexander.
El camino hacia el pueblo fue realmente tranquilo, hasta que una turbulencia y sonidos de luchas fuera del carruaje alertaron a Estrella. Antes de que ella pudiera hacer algo, la puerta del carruaje se abrió y se dejaron ver dos hombres encapuchados.
—¡Maldita perra, no sabes cuánta lucha nos has dado! —escupió uno de ellos con odio, para luego golpear a Estrella y dejarla inconsciente.
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Estrella despertó después de que le tiraran agua fría encima. Se despertó asustada, en un lugar oscuro y frío.
—Por fin despiertas, maldita —el hombre le agarró la cara a Estrella, lastimándola.
—Suéltame, ¿quienes son ustedes? —preguntó ella confundida y asustada.
Los hombres empezaron a reír. —Sabes cuánto daría nuestra jefa por verte así —habló uno de ellos.
Fueron las horas más difíciles para Estrella. Cuando los hombres comenzaron a golpearla, ella solo pensaba en proteger a su bebé.
—Eres una perra —habló mientras le daba más patadas.
Estrella escupió sangre y se quejó del dolor, pero nunca dejó de proteger su vientre, hasta que uno de los hombres se dio cuenta.
—¿Qué estás escondiendo ahí? —preguntó, arrastrándola del cabello.
—No, no, por favor, suéltame —el hombre la soltó y Estrella cayó al suelo.
El hombre la volvió a poner de pie y comenzó a destrozar su vestido. —Voy a disfrutar de ti antes de matarte, pequeña zorra —amenazó.
Estrella intentó golpearlo, pero ya no tenía fuerzas ni para hablar, tanto que se desmayó antes de que ese depravado la tocara.
Pero antes de que el hombre pudiera hacerle algo, los otros encapuchados no se lo permitieron.
—¿Qué ibas a hacer, Franco? No nos contrataron para esto —habló uno de ellos.
El tal Franco solo rodó los ojos. —Le quitan la diversión, ¿eh? Después de todo, la vamos a matar y nadie se dará cuenta, pero bueno, no le haré nada por ahora —dijo, para luego salir del lugar.
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—¡¿CÓMO QUE NO LA HAN ENCONTRADO?! ¡HAY CINCO DE MIS HOMBRES MUERTOS Y MI ESPOSA Y MI HIJO ESTÁN DESAPARECIDOS! —Alexander estaba molesto. Habían pasado horas y no habían encontrado nada.
Cuando se enteró de que Estrella había desaparecido, le cayó como un balde de agua fría. ¿Quién se atrevería a secuestrar a su esposa? No saben con quién se están metiendo.
Pensó que encontrarla sería más sencillo, pero al parecer, quien sea que la haya secuestrado estaba muy preparado.
Alexander aún no le ha dicho nada a Caled, su pequeño hijo. Estaba esperando que su mamá fuera con él a su primer entrenamiento, pero desafortunadamente eso no va a suceder.
—Señor, encontramos algo —entró su mano derecha, entregándole unos papeles—. Al parecer, hay una cabaña en el bosque, en una zona que aún no hemos buscado.
Alexander leyó por encima los papeles y luego los tiró al suelo.
—¿Y qué estamos esperando? —preguntó parándose de golpe.
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En la capital...
Soraya estaba tomando té en el balcón de su habitación con una sonrisa.
—Muy pronto estarás muerta, maldita —susurró con una sonrisa malévola.
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Estrella despertó aturdida y segundos después sintió un dolor intenso en su vientre. (¡Mi bebé, no! Por favor, Lex, ¿dónde estás?)
—Hasta que despiertas —dijo el hombre al verla.
—Aléjate de mí —dijo ella, intentando cubrirse al ver su vestido destrozado.
Él la agarró y la jaló hacia él.
—Sabes, Franco tiene razón. Si te hago algo, nadie se dará cuenta porque pronto morirás —le susurró. Estrella estaba congelada del miedo.
Sentía que le faltaba el aire y empezó a hiperventilar. El hombre aprovechó el shock de Estrella para empezar a desvestirse. Al ver esto, ella retrocedió insegura.
—Quédese donde está, maldita —dijo él antes de darle una cachetada.
Luego, la agarró fuertemente de las manos y la lanzó a la cama. —No, no lo hagas —suplicó ella entre lágrimas, pero al hombre claramente no le importó.
Justo cuando estaba a punto de bajarse los pantalones, la puerta se abrió de golpe. El hombre se asustó al ver a Alexander en la puerta, lleno de sangre.
(¡Lex, al fin llegaste!) pensó Estrella con un alivio evidente.
Alexander corrió hacia Estrella, ignorando al hombre, porque si no lo hacía, lo mataría, y no quería que Estrella presenciara eso. El hombre salió sin esperar a que lo detuvieran. Alexander solo lastimó a algunos, no los mató, porque quería darles mucho dolor, pero eso sería después de poner a salvo a Estrella.
—Lex, ¿por qué tardaste tanto? —preguntó Estrella con la voz entrecortada.
Alexander se sorprendió por la magnitud de los golpes en Estrella. Sus labios estaban partidos y tenía moretones en todos los lugares visibles, sin mencionar su ropa destrozada.
Se acercó a ella. —Perdón, perdón, perdón. Ya estoy aquí —dijo mientras Estrella se aferraba a él, llorando.
—Mi bebé, Lex. No sé si mi bebé está bien —sollozó con más fuerza.
Al verla así, lo único que invadía a Alexander era su enojo. Esos hombres no saben lo que les espera. Su hijo tenía que sobrevivir porque, si no, el precio sería peor.
—Me duele, Alexander, me duele el vientre —dijo Estrella con dolor.
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Alexander estaba preocupado. Estrella no despertaba y no hacía más que preguntar por ella.
Se sentó al lado de la cama, observando a Estrella. Cuando ella abrió los ojos, lo primero que preguntó fue:
—Lex, ¿mi bebé está bien? —preguntó con voz débil.
Él solo bajó la cabeza para que ella no viera que estaba a punto de llorar.
—¡Dime que mi bebé está bien, Alexander! —gritó Estrella, mirando fijamente a Alexander.
Silencio. Solo hubo silencio.
Estrella se cubrió la cara con las manos, llorando desconsoladamente.
Alexander sintió un nudo en la garganta al verla así. Odiaba no poder hacer nada para aliviar su dolor.
—Te prometo que haremos todo lo que esté en nuestras manos para que tú y el bebé estén seguros —dijo, acariciándole el cabello con suavidad.
Estrella asintió débilmente y, con la mirada perdida, se dejó llevar por el dolor y el miedo.
---------------nota del autor---------------
Mis disculpas por no haber subido un capítulo ayer. Espero que disfruten de este nuevo fragmento de la historia.
besos y abrazos. 😘💋
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Updated 31 Episodes
Comments
Mirna Luz Sierra Sanchez
ah cuando irán a matar a esa desgraciada princesa
2024-04-09
1
Pricila Medina
que triste pobrecita, su bebé 😭😭😭😭
2024-01-24
0
🌹𝑵𝒐𝒓𝒂 𝑲𝒊𝒕𝒔𝒖𝒏𝒆🦊
Al fin esta ves es diferente, esta ves si pudo ser salvada
2023-11-12
0