Capitulo 10

Celeste.

Abro mis ojos lentamente y parpadeo varias veces para acostumbrarme a Luz.

— Cielos que horror

Un dolor cruza mi cabeza y frunzo mi entrecejo, causando que el punzante dolor se aumente.

Mierda.

Me coloco de pie y me siento algo mareada, de pronto siento unas ganas terribles de vomitar y corro hacia el baño, me colocó en cuclillas junto al WC y comienzo a vaciar mi estómago.

Después de cinco minutos en esas, me levanto con pesadez y me miro en el espejo del baño.

— Que terrible.

Me lavo los dientes y decido darme una ducha, que hace que me relaje un poco.

Me visto con algo cómodo y salgo a la cocina. Al sentir el olor de lo que Jenifer cocina siento otra oleada de náuseas, pero ya no puedo vomitar porque no tengo nada en el estómago.

Llegó a la cocina y voy directo al refrigerador, lo abro y saco la jarra con agua.

— ¿Mucha resaca? — indaga ella llevándose un poco de comida a la boca.

— Primera y ultima vez que tomo tanto. — ella me sonríe y asiente.

— Parece que la tarde estuvo divertida.

— Algo, la verdad todo iba bien hasta que un imbécil quiso sobrepasarse conmigo. — le explicó ella frunce el entrecejo.

— Siempre hay un idiota.

Asiento, mientras tomo un vaso de la alacena y me sirvo un poco de agua, me tomo una Aspirina y la paso con agua.

— ¿Y quien es el Adonis que te trajo ayer. — frunzo mi entrecejo y la miro extrañada.

— ¿Adonis?

— Sí, un hombre alto de cabello negro y ojos azules, parece extranjero.

Abro los ojos al escuchar aquello y entonces recuerdo que mi jefe estaba en el bar, que presenció todo el show con el tipo y además de eso, se ofreció a traerme.

— ¡Oh por Dios ese es mi jefe! — exclamó horrorizada. — ¿Dime que no dije o hice algo estúpido? — le pregunto suplicante, ella sonríe.

— No lo sé, cuando el dios griego te trajo estabas dormida o mejor dicho desmayada no hubo poder humano que te despertara, así que él te cargó en sus brazos y te llevó hasta tu habitación. — abro los ojos aún más al escuchar aquello y deseo que la tierra se abra y me trague. — Cuando te llevaba en sus fuertes brazos a la habitación te oí murmurar algo Como de que te gusta su olor.

— ¡Oh Dios mío no puede ser!

¿Cómo voy a hacer para mirarlo el lunes a la cara?

— No sé si hiciste algo más porque él te llevó a su habitación y yo me vine a la sala, no pensé que era tu jefe así que quise darles un poco de privacidad.

— Cielos que vergüenza.

Ella me sonríe burlona.

— Bueno, debo decirte que eres muy afortunada al tener de jefe a semejante hombre tan papasito y verlo todos los días. — dice mientras se sirve el desayuno que preparo. — Si yo fuera ya me lo hubiera tirado.

Me sonrojo al escucharla decir aquello.

— Tiene novia.

Frunce el entrecejo.

— ¿Y?

Abro los ojos sorprendida.

— Si un hombre como ese me dice que quiere coger conmigo yo sin duda le abriría las piernas.

Sonríe maliciosa y sale de la cocina. Miro la estufa pensando en sus palabras por varios segundos.

¿Si el quisiera...

No, no, ¿que estoy pensando? Cielos que horror.

Sacudo mi mente y decido hacerme algo de comer para entonar mi estómago.

Una hora más tarde, me acuerdo de mi auto y llamo a Brittany quien me confirma que el auto quedó en el bar, asi que me tuca ir por él.

Durante el fin de semana no pude dejar de pensar en mi jefe y en la conversación que tuvimos en el auto, la cual logré recordar el sábado en la tarde mientras tomaba una siesta.

¡ Cada vez sentía más horror por tener que enfrentarlo el lunes!

__________

La alarma del celular sonó, avisandome que ya era la hora de despertarme, pero ya yo estaba despierta.

Tuve una pesadilla en la que mi jefe me despedía por lo sucedido el viernes, desperté asustada y no pude volver a pegar el ojo.

Suspiro y me levanto de la cama, me doy una ducha de pie a cabeza y lavo mis dientes, al salir del baño solo me colocó mi ropa interior y un albornaz, voy hacia la cocina y me hago un desayuno rápido, luego vuelvo a lavarme los dientes y entonces si me preparo para ir a trabajar.

Para hoy elegí un pantalón jeans, negro, ajustado al cuerpo, un suéter de lana, mangas largas de color gris, de escote en V, con un cinturón a la derecha, unos botines formales negro y una cartera negra,. Seco y peino mi cabello en una coleta baja, y aplico un maquillaje sencillo, aplico perfume y salgo de mi habitación.

Cuando entro a lo auto tomo el volante y antes de encender el auto suspiro.

Que sea lo que Dios quiera.

_____

Detengo el auto en el estacionamiento del bufete y miro hacia todos lados, buscando el auto del abogado Ivanov pero no está, respiro un poco aliviada por tener un poco más de tiempo.

Salgo del auto y cierro la puerta, justo en ese momento veo el auto de mi jefe entrar al parqueadero.

¡La suerte me duró poco!

Quiero salir corriendo y meterme al baño, para ahogarme en mi vergüenza, pero eso tal vez empeoraría mi situación, así que solo subo a la acera y espero a que mi jefe salga de su auto.

— Buenos días, señorita Cruz. — Me saluda al salir.

— Buenos días abogado, ¿Cómo está? — le devuelvo el saludo tratando de oírme lo más tranquila. posible.

— Muy bien, ¿Cómo le terminó de ir el fin de semana? veo que fue por su auto al bar.— Comenta mirando mi auto.

Ante la mención de aquello sonrió nerviosa.

— Sí, fui el sábado en la tarde por el. — mi jefe asiente y vuelve a colocar su mirada en mí.

— He de imaginar que amaneció con una resaca terrible.

— Si, bastante pero nada que una aspirina no resolviera. — vuelve a sentir y se coloca a mi lado.

Me mira por varios segundos y luego pone su mirada enfrente.

— Bueno será mejor que entremos a trabajar. — dice y me indica que camine, le sonrió y comienzo a mover mis piernas temblorosas.

Dios al parecer el horrible sueño que tuve no se va a hacer realidad, ¡Gracias Dios mío!

Llegamos al piso de su oficina y saludamos a Brittany, antes de entrar a la oficina ella me guiño el ojo y le sonreí.

Mientras caminábamos hacia la oficina del abogado Ivanov pienso que debo pedirle una disculpa por el hecho de que me tuviera que llevar a mi casa estando borracha y luego cargarme. Si no lo hago no podré estar tranquila.

Entramos a la oficina y antes de que ambos tomemos asiento en nuestros respectivos lugares llamo su atención.

— Abogado. — él voltea a verme y me mira interrogante.

— Quería pedirle una disculpa por lo que pasó el viernes.

— ¿Disculpa?¿Con respecto a qué? — pregunta mientras camina hacia su escritorio y lo sigo. .

— Bueno, usted tuvo que llevarme a mi casa, además de eso Jennifer me contó que me quedé dormida en el asiento de su auto y que al no poder despertarme usted tuvo que llevarme a mi habitación cargada en sus brazos. — aquello último lo digo sintiendo mis mejillas arder. Él se quita el saco de su traje y lo pone sobre la espaldar de su silla, no puedo evitar reparar en sus fuertes brazos. — L.. lamento sí le causó alguna molestia. — bajo la mirada sintiendo todo el peso de la vergüenza sobre mí.

— No hay nada porque tengo que disculparla señorita Cruz. — levanto la cabeza y lo miro a los ojos. — Para mi no fue ninguna molestia, al contrario fue un placer. — se queda en silencio y mantiene su mirada penetrante en mí, vuelvo a sentir mis piernas temblar, cuando sus ojos viajan de mis ojos a mi cuerpo, debo sostenerme muy disimuladamente de la silla que tengo al lado.

— Si eso era todo, por favor, vaya a su escritorio y empecemos a trabajar. — me dice y me regala una pequeña sonrisa que empeora todas las emociones que tengo en este momento.

— S.. si señor, gracias. — doy media vuelta y camino hacia mi escritorio, mientras puedo sentir su mirada sobre.

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