Por la mañana Bernadette bajo a desayunar, lo que vio en el salón principal la dejo helada.
— ¿Qué es eso? — pregunto.
— Regalos de tu novio — Camille se apresuró a hablar con voz molesta.
— ¿Por qué hay tantos? — miro asustada la mesa llena de regalos
— ¿Por qué será? — Rena sonrió.
— Una muestra de su interés — añadió Edmundo sumándose a la conversación — Desayuna pronto, hoy saldrás con el archiduque.
— Si abuelo — terminó de bajar las escaleras, resignada, se dirigió al comedor donde las sirvientas le sirvieron su comida.
— ¿Algo no te gusto? — pregunto Edmundo, comenzando a enojarse.
— No es eso, ya no tengo mucha hambre — respondió Bernadette con voz tímida.
— Te ordeno que desayunes, lo único que me falta es que te desmayes en plena reunión con el archiduque, ¿Quieres que piense que te matamos de hambre? — regaño a su nieta.
— No abuelo — acto seguido Bernadette comenzó a comer.
— Lady Marjorie envío algunos vestidos, hoy usarás uno de esos, mírate — Edmundo la miro de arriba a abajo despectivo — Te vistes como la hija de un barón, eso no es correcto.
— Mi padre es un barón — murmuró ella.
Edmundo, muy enojado, le arrebato el plato y lo arrojó, este se rompió de inmediato, sobresaltado a Bernadette.
— ¿Si recuerdas quién te crío todos estos años? — pregunto, acercándose mucho a ella.
— Si — respondió secamente.
— YO LO HICE — grito molesto — Me lo debes Bernadette, recuerda quién te alimentó, quien te educó y quién te abandonó.
— No estoy diciendo nada — tímidamente lo miro a los ojos.
— QUIERO QUE TE CASES CON EL ARCHIDUQUE — grito tan fuerte que, tanto los sirvientes cómo los miembros de la mansión corrieron al comedor.
— No quiero casarme — susurró.
Edmundo la jalo del brazo levantándola de su silla, la paro frente a él y le pego en la cara tirándola al suelo de la fuerza que empleo.
— ¿DIJISTE ALGO? — grito mirándola desde arriba.
— Nada — chillo en silencio.
— Ahora te levantas y te cambias por qué el hombre vendrá a buscarte en cualquier momento — el duque miro a los sirvientes — ANNIE — grito llamando a la sirvienta de Bernadette — Tú irás con ellos.
— Si señor — Annie se apresuró a levantar del piso a Bernadette, la ayudo a ponerse de pie y acto seguido la llevo a su habitación para vestirla tal y como el duque había dicho.
— Mira cómo te dejo la cara, esto ni con maquillaje se quitará — Annie miro preocupada el morete.
— Veamos si el archiduque quiere entrar en una familia tan problemática — respondió Bernadette fríamente.
— ¿Lo hiciste aposta? — pregunto la criada con incredulidad.
— Sí, espero que con esto el tipo ese salga huyendo — la joven dama bufó molesta.
— Este juego es peligroso, si se cancela el cortejo tu abuelo jamás te lo perdonará, tengo miedo por ti — Annie la miro, mientras la joven desviaba la mirada.
— Tienes razón, pero bien vale la pena el riesgo — añadió Bernadette con lágrimas en los ojos.
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Maximiliano llegó a la hora acordada con el duque Edmundo, uno de sus sirvientes llamo a la puerta y quién lo recibió fue Alysse invitándolo a pasar.
— Bienvenido — sonrió.
— Gracias — dijo Max entregándole uno de los tres ramos que traía consigo.
— Son muy hermosas, no te hubieras molestado — agradeció las flores.
— No es molestia, ¿Está su hija? — pregunto señalando uno de los ramos.
— Por desgracia salió con su esposo, pero puedes dejarmelas, yo se las entregaré de tu parte — el archiduque asintió y le entrego las flores.
— ¿Supongo que Bernadette bajara pronto? ¿Verdad? — pregunto a la duquesa Alysse.
— Sí, ella está terminando de arreglarse — sonrió cálidamente.
Max notaba que el ambiente en la casa del duque era extraño, los sirvientes murmuraban y la expresión de Alysse no ayudaba, aunque parecía amable, era más que claro que estaba molesta o preocupada.
Bernadette bajo minutos después usaba uno de los vestidos que le había enviado la modista y lo combinó con una de las pulseras que Maximiliano justo había enviado en uno de los tantos regalos.
— Buen día — él sonrió cálidamente.
— Buen día — respondió secamente, Max no pudo evitar notar que Bernadette tenía un ligero moretón cerca de la boca.
— Esto es para ti — le ofreció un ramo de tulipanes de muchos colores.
— Gracias — Una ligera sonrisa apareció en su rostro al darse cuenta, de nuevo puso la misma expresión de antes.
— ¿Nos vamos? — Bernadette asintió, le entrego las flores a una de las sirvientas de su abuela.
— Que pongan estás flores en mi habitación — la sirvienta asíntio tomando las flores.
Bernadette y Max salieron junto con Annie, quien los seguía disimuladamente detrás de ellos, los tres iban en el carruaje el cual se dirigía al pueblo, Maximiliano noto con más detalle el golpe que su futura esposa tenía en la cara.
— Bernadette — llamo con voz suave a la joven, ella se sobresaltó, lo miro esperando a que continuara.
— ¿Qué te paso en la cara? — pregunto con un ligero toque de molestia.
Bernadette sonrió burlonamente — Nada — respondió.
— Te suplico que me digas — ambos se miraron a los ojos, Annie, muy preocupada, miro a su ama.
— ¿Qué piensas que me pasó? — pregunto Bernadette.
— Para ser sincero, no tengo idea — respondió francamente.
— No me quiero casar — Maximiliano se sorprendió un poco por su respuesta tan sincera — Lo sé — respondió.
— Cuando algo no sale como mi abuelo quiere, pierde los estribos, yo soy un negocio que no quiere perder — confesó la joven.
— ¿Él te pega? — pregunto molesto e indignado.
— Si y está no es la primera vez ni será la última — Max negó con la cabeza.
— Te aseguro que será la última — Bernadette se rio mientras lo miraba con curiosidad.
— ¿Por qué no buscas a alguien más?, yo no te quiero — la joven suspiro exasperada.
— ¿Quieres comer algo? — pregunto el Archiduque.
— Ya desayuné, gracias — él asintió con diversión.
Mientras el carruaje avanzaba, las personas que reconocían a la joven, la miraban con incredulidad, pues, ella casi nunca accedía a salir con algún pretendiente.
— Arruinaste mi reputación — señalo con los ojos a las personas que los miraban.
— Bernadette, quiero preguntarte algo — ella lo miro asintiendo.
— ¿Por qué no aceptar el matrimonio?, si nos casamos saldrás de la mansión de tu abuelo — ella pensó por un momento su respuesta.
— No soy una mercancía que pasa de una mansión a otra, no necesito que un matrimonio arregle mi vida, quiero más que ser la esposa de un hombre importante, y no quiero que mi vida gire en torno a hijos que, para ser honesta, no sé si quiero tener — el archiduque abrió los ojos con sorpresa, pues está era la primera vez que escuchaba esas palabras de una mujer.
— Eres todo un caso — río divertido.
— Ese es el problema, nadie me escucha, crees que estoy jugando o que es uno de mis caprichos, pero no, está en mi vida y no dejaré que ni tú ni mi abuelo decidan por mí — Bernadette volteo a ver al conductor — Detenga el carruaje — el conductor miró al archiduque, este negó con la cabeza.
— Si no le ordenas que pare, te juro que saltaré — miro desafiante a Maximiliano, él solo sonrió con diversión.
— Para el carruaje, Fray — dijo sin dejar de ver a la joven.
— Esta soy yo, alguien que lucha por cumplir lo que quiere, es verdad que le tengo miedo a mi abuelo, pero te recomiendo que busques una esposa que esté más interesada en ser un bonito objeto en tu bonita mansión — Bernadette tomo su sombrilla y de un salto y sin mucho decoro bajo del carruaje del archiduque, Annie corrió tras ella agarrándose el sombrero para que no se le volará.
Las personas curiosas miraban la escena, observaban a la joven que a paso veloz se alejaba del carruaje y a él, que permanecía tranquilo, con una sonrisa en el rostro.
— ¿Así son todas, señor? — pregunto Fray.
— No, solo ella — sonrió encantado.
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Comments
Rebecca H
y no???
2025-03-25
0
Irma Ruelas
😍❤️🌹🌹💐
2024-07-20
0
Ana Moscoso
Encontró a un ser único e inigualable
2024-02-21
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