— Entiendo que debemos ir con la modista, pero que hace Rena aquí — pregunto Bernadette en tono grosero, señalando a su madre.
— También necesito vestidos — contestó Rena.
— Claro que si — la miro mal.
— Bernadette Winston, trata bien a tu madre — su abuela Alysse intervino antes de que comenzará una pelea entre madre e hija.
— Está bien, me disculpo, anoche, no dormí mucho — Rena asintió con la cabeza.
Mientras el carruaje avanzaba, Bernadette cerro los ojos, el ritmo constante la comenzaba a arrullar, mientras dormitaba escucho algo que le llamo la atención.
— ¿Quién irá a la mansión? — pregunto, al mismo tiempo en el que abría los ojos mirando a su madre y abuela.
— ¿No dormías? — Rena cuestiono su intromisión.
— Aparentemente no — contesto Alysse.
— Bueno, ustedes no son muy discretas — con impaciencia pregunto de nuevo — ¿Quién irá a la mansión? — Rena miro a su madre sin saber qué decir.
— Un hombre acaba de llegar al reino y quiere hacer negocios con tu abuelo — sonrió Alysse nerviosa.
— ¿Negocios? — pregunto confundida mirando a Alysse — Abuela, yo no necesito vestidos nuevos, tengo muchos en la mansión que ni siquiera tuve tiempo de estrenar — su respiración se agitó mucho — Ese negocio soy yo ¿verdad? — miro con desesperación a Rena la cual desvío la mirada.
— Es solo una visita — añadió Alysse.
— ¡No respiro, NO PUEDO RESPIRAR! — grito alterada, ambas mujeres la miraron nerviosas y sin saber qué hacer.
— ¿Qué te pasa Bernadette? — alzó la voz Rena preocupada.
— El vestido está muy apretado, no respiro — comenzó a quejarse.
— Hay que romperlo — Alysse se quitó un pasador de plata que adornaba su cabello, ofreciéndole esté, a su hija.
— ¡HAZLO! — gritó, Bernadette llorando,
Rena obedeció, rasgando la tela del vestido, logrando aflojar el corsé, poco a poco Bernadette comenzó a recuperar el aliento.
— Si sirve de algo, mi padre jamás aceptará a nadie inferior a su título, a menos que la visita sea de un príncipe, estás salvó — la joven no muy convencida asintió con la cabeza.
— ¿Cómo paso esto? — murmuro sin entender, Rena la miro con lástima, sintiéndose identificada con el sentimiento que abrumaba a su hija mayor.
— El hombre dijo que te conoció en el mercado — Bernadette se rio — Yo no hablo con hombres, nunca salgo de la mansión, ¿cómo es eso posible? — Alysse le acaricio la mejilla que se había puesto roja por el llanto.
— Tal vez es un malentendido, solo es una visita, ya cálmate — el carruaje se estacionó en la entrada de la modista.
— Y si es una visita, ¿Por qué quieren comprar vestidos nuevos? — su voz se volvió ronca.
— Bernadette, ya te lo dije, necesito vestidos — Rena respondió.
— Yo no soy estúpida, sé cuando me están mintiendo y cuando me dicen la verdad y ahora ustedes me están mintiendo, lo sé porque no me miran a los ojos — chillo como cuando era niña.
Al llegar al establecimiento, Bernadette fue la primera en bajar del carruaje y entrar a dónde la modista, la cual tenía una gran variedad de vestidos listos para vender y telas de diferentes texturas y colores para mostrar.
— Bienvenidas — sonrió, la modista Lady Marjorie.
— ¿Aún me van a decir que no es alguien importante? — miro a su madre y abuela molesta.
— Queremos comprar una colección de veinticuatro vestidos, incluya los complementos, mejor dicho una colección completa — Bernadette comenzó a llorar.
La modista miró de manera extraña a la joven — ¿Quieren ver los vestidos, hablar de los colores, las telas, con encaje o no? — pregunto mirando a la duquesa Alysse.
— Bernadette, ¿Quieres verlos? — Rena se dirigió a su hija, la cual negó con la cabeza.
— Quiero un vestido nuevo, uno que pueda usar ahora, este está roto — las mujeres se miraron entre sí, antes de ofrecerle un par de vestidos.
Aunque no quería estar ahí, fue obligada a probarse la colección completa, literalmente parecía una muñeca de trapo a la cual vestían y le hacían lo que querían, desde ropa interior hasta joyas, todo era supervisado por la duquesa Alysse, mientras que Rena se centraba en los zapatos, medias, sombreros y joyas.
Bernadette sentía que con cada cambio de vestido perdía más y más el aliento, la prueba duro alrededor de cuatro horas, cuando se seleccionaron los vestidos y complementos que comprarían, la duquesa pago la cantidad completa y pidió que los enviaran cuanto antes a la mansión Winston, la modista por supuesto accedió, al liquidarle en un pago toda la compra.
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Al llegar a la mansión, Bernadette respiro profundo antes de bajar del carruaje, aunque no quería entrar, debía hacerlo.
— No quiero — susurro para sí misma.
— Es solo un cortejo — dijo Rena tocando su hombro ligeramente.
— No me mientas — lloro — Si fuera solo eso, no habrían comprado veinticuatro vestidos, no soy estúpida — el cochero se acercó lentamente a ellas ofrecido un pañuelo para que Bernadette se limpiara.
— Que el señor no la vea en ese estado — miro a la joven con lástima.
— Gracias Oliver — Bernadette tomo el pañuelo y se limpió lo más que pudo las lágrimas. Las tres mujeres entraron por la puerta principal, en el gran salón estaban el duque Edmundo y un misterioso hombre con el cual parecía llevarse bien, los sirvientes estaban estrictamente parados junto a la puerta por si se les ofrecía algo.
— Bernadette, hija mía, regresaste — su abuelo se levantó del sofá con una sonrisa en la cara, camino hacia ella abrazándola fuerte, lo cual la sobresalto mucho.
— Buen día — saludo Rena al misterioso joven, Alysse solo le regaló una sonrisa.
— Querida, te presento al archiduque de Mounthelme — Bernadette miro a su abuela y Rena con tristeza en los ojos, ninguna de ellas pudo sostenerle la mirada, al escuchar la palabra “archiduque” su destino ya estaba trazado.
— Bienvenido, es un gusto conocerlo, excelencia — Alysse y Rena, se presentaron apropiadamente también.
— Llámenme Max — el joven miro con confusión a Bernadette, la cual parecía estar enojada.
— Abuelo, quieres que pida café — su voz se quebró un poco. El duque Edmundo lo noto, la miro fríamente suspirando — Trae un poco de café y ponte agua en la cara, estás muy roja por el sol — el tono de su abuelo era una clara advertencia hacia ella.
— Vuelvo en seguida — sonrió tímidamente, salió casi corriendo del salón principal para dirigirse a la cocina donde pocos sirvientes quedaban, pues la mayoría estaban con la visita.
— Claire, mi abuelo quiere café, puedes prepararlo, yo lo llevaré — la señora asintió con la cabeza, le regaló una breve sonrisa, poco después comenzó con sus labores.
Cuando el café estuvo listo, Bernadette tomo la bandeja y camino con paso firme al salón principal en dónde todos charlaban muy cómodamente.
— Y dígame, duque Edmundo, ¿Bernadette es su única nieta? — ella lo miro fijamente a los ojos y entendió todo.
— No, yo tengo una hermana, se llama Camille — Maximiliano sonrió —¿Por cierto donde está? — miro a su abuelo esperando una respuesta.
— Usted dijo que vio a nuestra Bernadette en el mercado, ¿cómo fue? — pregunto Edmundo ignorando a su nieta, justo en ese momento, Camille llegó con una bandeja de pasteles dulces.
— Mucho gusto, soy Camille Winston, la hermana de Adette, usted debe ser el hombre del que me habló, el que conociste en el mercado, ¿verdad hermana? — Camille la miro suplicante.
Bernadette en ese momento se sintió muy molesta, su hermana coqueteo con un hombre que no conocía, pero eso no era lo peor había usado su nombre y ahora ella tenía este problema.
— Si, lo conocí en el mercado cuando acompañe a Annie por flores para la casa — Maximiliano se rio, todos los presentes lo miraron extrañados, salvó Camille y Bernadette.
— Es cierto, necesitaba un par de flores, yo en persona fui al mercado a comprarlas, cuando de pronto su nieta me arrebato de las manos, una flor amarilla que me había gustado mucho — miro burlón a Camille la cual lucía muy tranquila.
— Bernadette, ¿Qué modales son esos? — regaño Alysse.
— La flor amarilla era en realidad un tulipán y yo lo tenía primero, solo que se me cayó y el señor se lo quedó y no me lo devolvió, yo se lo quite por qué es tu flor preferida mamá, la quería para ti — Bernadette miro al archiduque — Me disculpo por mis acciones — bajo los ojos y se inclinó levemente.
— No te preocupes, después de todo era el último tulipán en la florería, yo quise que te lo llevarás ¿Recuerdas? — Bernadette asintió, siguiendo la corriente.
— ¿Y qué hace aquí entonces? — pregunto Camille haciendo su voz más coqueta que de costumbre.
— Después del incidente pregunté por usted Bernadette y debo decir que me llamo mucho la atención, tiene una reputación interesante — Edmundo se aclaró la garganta — Le aseguro que mi nieta es inocente de todos esos rumores infundados, si se toma el tiempo de conocerla se dará cuenta — Bernadette lo miro asustada, temia que se molestara con ella si el Archiduque cambiaba de opinión.
— Lo haré, cómo dije su nieta me interesó mucho— Camille al escuchar sus palabras frunció el ceño.
— ¿Quiere decir que planea cortejar a mi hermana? — pregunto un poco molesta.
— Por supuesto, con el permiso del duque y siempre y cuando la joven aún no esté comprometida— Edmundo sonrió encantado.
— Tiene mi permiso, ella es soltera — una lágrima cayó por la mejilla de Bernadette la cual inmediatamente limpió con disimulo.
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Comments
Irma Ruelas
😍❤️🌹💐
2024-07-20
0
Momoko_Kori
No tenes derecho ni a molestarte. Por tu culpa tu hermana está en problemas
2024-01-19
7
Momoko_Kori
Que densidad la de Camile me cayó mal que no se responsabilice de lo que hizo
2024-01-19
0