— Abuelo, ¿Me mandaste llamar? — preguntó Bernadette mirando a su abuelo, quien estaba sentado fumando.
— Sí, me gustaría que transcribas esos libros de cuentas para mí — el anciano señalo el escritorio, el cual tenía aproximadamente doce gruesos libros.
— Claro que sí — Bernadette fingió estar conforme, pues sabía que está tarea o mejor dicho castigo le llevaría toda la noche, aun así lo prefería a ser golpeada como las otras veces.
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Camille llegó al pueblo muy rápido, conocía bien la ciudad y a diferencia de su hermana le encantaba salir a pasear con su madre o con su abuela.
Observó los hermosos decorados en los techos de las casas, los adornos del suelo hechos con flores frescas y sobre todo los puestos de comida, en la mansión estaba obligada a tener una dieta rigurosa, su abuelo era muy meticuloso con el peso de ambas hermanas, pero aquí estando ella sola podría comer lo que quisiera sin ser castigada o cuestionada por ello.
Lo primero que hizo fue comer un par de helados caseros que vendía una señora con tres niños, siento honesta, a Camille no le gustaba mucho el helado, pero tal vez su compra ayudaría a esa señora, aunque no había recibido educación en el extranjero, ni era una jovencita de mundo, sabía de los problemas económicos de las personas en el pueblo, sabía de los altos impuestos y de las carencias que tenían los de rango más bajo; sin embargo, ella no podía hacer nada, no tenía riqueza propia e incluso su dote sería para alguien más, molesta por pensar en ello, decidió ir por una brocheta de durazno, eran de las más populares en el reino y pocas veces las había comido.
— Buenas noches, me vende por favor una brocheta de durazno — sonrió cálidamente.
El señor sonrió encantado, la jovencita era bastante amable — Solo me queda una y se la acabo de vender al buen hombre que está por allá — señalo el vendedor a un apuesto joven sentado con la brocheta en la mano.
— Gracias — Camille avanzó hacia el hombre, el cual a la luz de la luna era bastante atractivo.
— ¿Necesitas algo? — pregunto el joven.
— Sí, la brocheta, te pagaré el triple — sonrió cálidamente.
— No me hace falta dinero, en todo caso puedes comprar los ingredientes y hacerla tú misma — contesto de manera un poco grosera.
— Casi nunca puedo comer esas brochetas, te estoy pidiendo por favor que me la entregues, o es que ¿Acaso no eres un caballero? — Camille pregunto en tono sarcástico.
— Lo soy, por supuesto, pero yo no veo aquí a ninguna dama — la cara de Camille se transformó, saco de su bolsa una moneda de oro, la puso en la mesa y acto seguido le arrebato la brocheta de las manos al hombre.
— Pero qué educación señorita y se dice una dama — la miro sonriendo y hablando en tono mordaz.
— Desde un principio la pedí por favor — Camille movió ligeramente la cabeza en señal de respeto.
— ¿Puedo saber el nombre de la ladrona de brochetas? — el misterioso hombre la miraba con diversión
— Me llamo Rose Millan — respondió tranquilamente.
— Señorita Winston, que gusto verla aquí, pase a nuestro puesto cuando termine — una mujer amiga de su abuela se le acercó, delatando que mentía sobre su identidad.
— Por supuesto, iré en unos momentos — sonrió la joven.
— ¿Winston? ¿Cómo el duque? — preguntó el misterioso hombre una vez que la señora se fue.
— Me llamo Bernadette Winston, soy su nieta, puedes preguntarle a cualquiera — en ese momento Camille decidió mentir, sabía que su hermana era un repelente para hombres, sin duda si el, preguntaba por ella, se asustaría con la reputación de Bernadette y así no tendría ninguna clase de problemas.
— Un placer, yo soy Maximiliano Bartholy — tomo la mano derecha de la joven y deposito un ligero beso en ella.
— Al menos se sabe comportar como un hombre de sociedad — Camille se burlo de la aparente cortesía.
— Podría decir lo mismo de usted, muy educada con la gente del pueblo, pero conmigo toda una ladrona de brochetas — un hombre se paró junto a Max, saludando brevemente a Camille con la cabeza.
— Señor, debemos irnos — el joven, asintió, tomo la moneda de oro de la mesa y añadió — Te la devolveré después, cuando nos volvamos a ver — A Camille se le borró la sonrisa de la cara.
— Te la regalo, no es necesario que me busques — gritó para que Maximiliano, quien ya se había ido, la escuchará — ¿Qué hice? — dijo en voz baja, tenía miedo de que el hombre la encontrara sin duda su abuelo la castigaría. Camille aún nerviosa, opto por comprar un par de cosas para su hermana, justo como lo había prometido.
Cuando regreso a la mansión, Winston se dio cuenta de que la luz de la habitación de Bernadette estaba aún encendida, sintió miedo, pero aun así subió por las escaleras cuando ingreso por el balcón, noto que su hermana aún no estaba descansando, sin duda el castigo de su abuelo duraría toda la noche, dejo las bolsas con comida cerca de la cama, escribió una nota agradeciendo la ayuda y se fue a dormir, pues ella también estaba cansada, nerviosa y preocupada.
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— Toc, toc — Bernadette se despertó sobresaltada al escuchar la puerta.
— ¿Sí? — preguntó.
— Señorita, su abuelo quiere que acompañe a la señora Alysse con la modista — dijo Lewis desde fuera de la habitación.
— Voy en seguida — Bernadette miro el reloj y se dio cuenta de que apenas había dormido dos horas, el castigo de su abuelo duro demasiado, le dolían las manos de tanto escribir, le ardían los ojos por desvelarse y le dolía la cabeza por no dormir como debía.
— No se demore, el señor está molesto — Bernadette sonrió, era obvio que estaba molesto, al menos él también se encontraba en un estado lamentable.
— Buenos días — sonrió Annie abriendo las cortinas.
— Buenos días — respondió cansada.
— Levántate, tengo órdenes de vestirte — Bernadette muy a su pesar, obedeció.
—¿Y mi hermana? — preguntó.
— Bajó hace una hora, no sé qué hizo por la noche, pero tiene tanta energía, sorprendió a todos — dijo con un poco de diversión.
— No aprietes tanto — Bernadette se quejó, Annie se disculpó, pero siguió apretando el corsé del vestido que le estaba poniendo a la joven — Tu abuelo quiere que muestres una buena figura envidiable.
Bernadette trato de tomar aire — Mi abuelo quiere que me desmaye, no puedo respirar — se tocó el estómago con molestia.
— Ya estás lista — dijo Annie una vez que terminó de vestirla.
— ¿Tú crees? — se quejo al mirar lo lamentable que se veía en el espejo.
— Tu abuela te espera, está emocionada, los nuevos bailes están a la vuelta de la esquina y la modista mando a un niño diciendo que tenía nuevas telas para ti — Bernadette tomo su abanico y sombrilla, respiro bien profundo, buscando fuerzas para poder soportar el día.
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Comments
moon 1
/Sweat//Sweat//Sweat//Sweat/tragarme tierra /Facepalm//Facepalm//Facepalm/
2024-12-12
0
Alexandra Villalobos
cuando hará la segunda parte
2025-02-01
1
Irma Ruelas
😍❤️🌹🌹💐
2024-07-20
0