Galatea

¿Es mío? — pregunto ella, acercándose sin miedo al enorme animal. 

— Por supuesto — respondió Maximiliano.

— ¡Gracias! — Bernadette por primera vez le regalo una sonrisa, estaba más que encantada con el exótico regalo. 

En la mansión rara vez podía usar un caballo, todos los ejemplares que el duque tenía eran mucho más valiosos que ella misma, ya que su abuelo tenía un palco en el hipódromo, esos hermosos caballos eran una fuente de ingresos para el duque. 

— ¿Qué te parece? — pregunto a la joven, la cual parecía perdida en sus pensamientos. 

— ¿Que cosa? — cuestiono ella. 

— El nombre, puedes cambiarlo si no te gusta — sonrió cálidamente. 

— ¿Cómo se llama? — Maximiliano se rio fuertemente por la evidente distracción de la joven— Galatea — respondió mirándola fijamente.

— Es muy hermosa — añadió mientras acariciaba a la yegua. 

— Es uno de los caballos más rápidos de todo el reino — dijo él, con orgullo.

— ¿De verdad? — lo miro ella con algo de incredulidad. 

— Es la hermana de mi caballo Eros, el cual debo añadir que es sumamente rápido — sonrió.

— Entonces me encantará competir contra usted y Eros — sonrió ella, después volvió a la realidad, si todo salía bien y tenía éxito en su escape, nunca se llevaría a cabo tal carrera. 

— Debo confesar que creí que no lo aceptarías — confesó Max un poco avergonzado. 

— ¿Por qué pensó eso? — contesto ella sin hacer contacto visual. 

— Supuse que considerarías que es la definición de demasiado — dijo mientras miraba a Galatea. 

— Es demasiado — asintió ella — Pero me encanta — se inclinó en señal de agradecimiento. 

— Me alegra que te guste — sonrió, al ver que el caballo había sido una opción acertada para poder acercarse a ella. 

Antes de que Bernadette pudiera decir cualquier cosa, uno de los lacayos del duque llegó junto a ellos desde el salón donde la fiesta se estaba llevando a cabo. Casi sin aliento por haber corrido desde tan lejos dijo — El duque los busca, deben estar para el ritual de compromiso — con un poco de miedo, Bernadette miro a Maximiliano, el cual decidió hablar por los dos.

— Iremos en seguida — el lacayo asintió con la cabeza y se fue de la misma manera en la cual había llegado, corriendo. 

— Me disculpo por eso, mi abuelo es un poco perfeccionista, tiene todo planeado — suspiro resignada. 

Max pudo notar como el estado de ánimo de su ahora prometida caía lentamente, había pasado de estar contenta por la yegua, a tener un aura como si estuviera a punto de ir a un funeral, este pensamiento lo molesto demasiado, pues desde un principio se había esforzado por ser un caballero, la había tratado con respeto e incluso había tratado de acercarse con ella, él no era feo, cualquier mujer habría querido estar en el lugar de Bernadette, no entendía cómo este compromiso le desagradaba tanto.

— ¿Nos vamos? — pregunto ofreciéndole su brazo para escoltarla al gran salón. 

— Iré en unos minutos, debo cambiarme el calzado, si llego en este estado mi abuelo se molestará — dijo, mostrándole los tacones que estaban llenos de lodo haber caminado en el pasto. 

— Me disculpo por eso, debí haberte dicho a dónde nos dirigimos — Max inclino levemente la cabeza para disculparse. 

— No es problema, pero si no es mucha molestia podría entretener un par de minutos a mi abuelo, no quiero que se exalte, cómo ve está tan contento — con una sonrisa en los labios Max asintió, cómo el caballero que era escoltó a Bernadette a las escaleras traseras de la mansión, Annie los seguía de cerca siempre fiel a la joven Bernadette, cuando Max vio que ambas entraban por la puerta del balcón este se dirigió a la fiesta dónde hablo con el duque de los inconvenientes que había tenido la joven, un poco molesto Edmundo asintió, posponiendo el ritual de compromiso. 

Mientras Max le daba tiempo cubriéndola con su abuelo, Bernadette con ayuda de Annie y Gerard tomaba lo que con días antes había empacado para marcharse, mientras su tío iba por el caballo al establo, la mucama ataba las bolsas a la silla de montar que usaría Gerard. 

Bernadette se percató que su tío traía uno de los caballos del duque, con más firmeza de la que quería aparentar dijo — Me llevaré a Galatea — Annie y Gerard la miraron con sorpresa. 

— ¿Se llevará el caballo que le regaló el archiduque? — pregunto Annie.

— Eso es demasiado cruel, hasta para ti — hablo Gerard sin estar de acuerdo con la decisión de su sobrina. 

— Galatea es la yegua más rápida que puede haber en la mansión, tal vez Eros pueda seguirle el paso, pero cuando eso suceda con suerte yo ya estaré muy lejos — explico de manera clara, pero al mismo tiempo breve, después de analizarlo un momento, Gerard ensillo a Galatea. 

— Gracias — sonrió ella.

— No lo hago por ti — contesto él con tranquilidad. 

— Ya lo sé, pero aun así te agradezco, tío — sin decir nada más trato de subir a la yegua, al ver que no lo lograba sola, tanto Annie cómo Gerard corrieron a ayudarla. 

— ¿Sabes montar? — pregunto su tío, mirándola con molestia, el tacón de la joven se le había encajado al tratar de ayudarla, sumado a que le había manchado el traje de lodo. 

— Claro que sé montar — se quejó ofendida — Pero, quiero verte subir a un caballo con kilos de tela asfixiándote — Annie soltó una risita nerviosa, el tiempo corría y su ama aún seguía en la mansión, si por algún motivo se descubría su intento de fuga, lo más seguro era que la echarían y aunque aún era joven no tenía familia, no tenía a dónde ir, siempre había servido a Bernadette y el dejarla ahora le dolía un poco. 

— Listo — Gerard, alzó la voz de alegría. 

— Shhhh — Bernadette lo silencio de inmediato — Vayan dentro, me voy. 

— Bien viaje, señorita — Annie, con lágrimas en los ojos, la miraba triste. 

— Espero que estés bien — dijo Gerard de manera sincera.

— Gracias — la joven lo miro extrañada por sus amables palabras — Hazme un favor, dale esto al archiduque después de que se enteren de que me fui — sonrió, dándole un sobre con algo dentro. 

— Bien — y sin esperar otra respuesta de su tío, galopó a toda velocidad fuera de la mansión, en medio de la oscuridad, con solo la luna como su única compañera de viaje.

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