Las Nietas Del Duque
En el reino de Sharath, vivía una familia de cuna noble, los Winston, ellos eran muy conocidos por ser una de las familias más ricas y de mayor antigüedad.
El pilar de esta familia era el duque Edmundo, quien estaba casado con Alysse, hija de un conde muy adinerado que contribuyó bastante a la riqueza de la familia Winston, ambos tenían dos hijos en común, Gerard y Rena, al principio estos eran el orgullo del duque, pero al pasar los años poco a poco se fue decepcionando de sus hijos, pues con cada decisión que estos tomaban le hacían dudar sobre el futuro de la familia, su hija se había casado sin su permiso con William Osborne, un barón de cuna bastante inferior con el que tuvo dos hijas, Bernadette y Camille.
Por otro lado, su hijo Gerard a sus casi treinta y tres años se rehusaba a contraer nupcias, los rumores comenzaban a cernirse en su familia, Edmundo notaba que su estado de ánimo y sus sentimientos eran cada vez más aleatorios, llegando al punto de molestarse por todo y romper con la armonía que alguna vez existió en la mansión Winston.
Un día, como tantos y cómo de costumbre, el duque Edmundo estaba tomando té, antes del desayuno con su esposa Alysse y su asistente Lady Margaret.
— ¡No me lo creo! Al llegar, Annie me informó que llegaron veinte cartas más a la mansión, ¿Es eso cierto? — pregunto Lady Margaret, entrando al salón del té, dejando su bolso en el sillón y sentándose enfrente de la pareja.
— Mis nietas son muy bellas, inteligentes y de buena familia, ¿Que hombre no querría casarse con ellas? — sonrió Alysse, respondiendo de manera cortes.
— ¿De buena familia? — interrumpió Edmundo — Su padre es un bueno para nada, una deshonra para nosotros, gracias a Rena somos la burla de la sociedad — añadió el duque alzando la voz, casi al punto de gritar.
Alysse suspiro cansada del tema, siempre las discusiones que tenían eran por el mismo tema — William es un buen hombre, no entiendo por qué lo juzgas tanto, su rango es lo único inferior a nuestra hija, pero la ama y eso es lo único que importa — Margaret sin disimulo alguno soltó una ligera burla.
— ¿Amor? — pregunto el duque — ¿Y de qué nos sirve eso? — miro a su esposa casi al punto de perder los pocos estribos que le quedaban — No contribuyó en nada a esta familia, dime ¿quién pago la educación de esas niñas?, dime ¿quién les dio de comer todos estos años?, su salario no alcanza ni para pagar los impuestos de la mansión.
— Lo hiciste tú, por qué son tus nietas, son familia y las amamos — Alysse trato de calmar la situación.
— Esas niñas no se casarán hasta que yo encuentre una familia que no deshonre a la nuestra, nos salvarán de la ruina, eso te lo aseguro — Edmundo dijo con tono amenazante.
— No es presión, pero Bernadette es considerada una solterona con muy mal carácter y Camille, la pobre, no se puede casar hasta que su hermana lo haga, lo que a mí parecer está muy lejos de suceder — añadió Lady Margaret, su intención era más que clara hacer pelear a la pareja, ese había sido su modo de ser desde que comenzó a trabajar para la familia, Alysse por no seguirle el juego, se levantó saliendo rápidamente del salón muy molesto por los comentarios sobre sus nietas.
— Esa mujer me vuelve loco, ODIO LOS MATRIMONIOS POLÍTICOS — grito Edmundo, con la intención de que Alysse escuchara.
— Te casaste con ella, porque yo soy una baronesa, mi título era demasiado bajo al lado del tuyo, tu padre lo decidió así, ¿Recuerdas querido? — Margaret se acercó a Edgar besándolo en los labios, se puso detrás de él y comenzó a masajearle los hombros.
— Este no es el momento, mis hijos o peor aún, mis nietas pueden entrar — el duque se separó abruptamente de ella.
— ¡NUNCA ES EL MOMENTO! — Margaret se quejó con lágrimas en los ojos.
— Hablemos de los posibles pretendientes para Bernadette — ordenó Edmundo con tono firme.
— Si, señor — Margaret, se limpió los ojos, puso cara, sería mientras se dirigía al escritorio, tomo el libro de las familias nobles y regreso con el duque.
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Por la noche, toda la familia estaba reunida para cenar, los Winston comían siempre en silencio a excepción que Edmundo les hiciera una pregunta o les hablara de un tema en específico.
— Bernadette — llamo el patriarca de la familia a su nieta mayor.
La joven inmediatamente dejó de comer, con algo de nervios hablo — ¿Abuelo? — lo miró tímidamente, la relación que tenía con sus dos abuelos era muy diferente, Alysse era su mundo, era la mujer que más la entendía en la mansión y la que más amor le demostraba, con Edmundo todo era distinto él era un hombre impulsivo y violento, si las cosas no salían como él quería se desquitaba con los miembros de la familia sin excepción alguna.
— Tu amiga Louisa regreso del extranjero, su padre me dijo que fue a estudiar, si lo deseas puedes visitarla tienes mi permiso — dijo mientras él aún comía.
— Gracias — Bernadette sonrió confundida.
— Aprovecha la ocasión para aprender de una jovencita de mundo, espero que puedas entender como relacionarte con los hombres y por fin consigas un buen marido — Bernadette hizo una mueca de disgusto — ¿Estás inconforme con mis palabras? — pregunto el duque al ver la expresión de la joven.
— Yo no fui al extranjero, eso es cierto — Bernadette se levantó de la mesa, mirando a su abuelo a la cara — Pero le seguro que sé comportarme y mucho mejor que otras chicas de sociedad — Alysse trato de hacer que su nieta se sentará, jalándola ligeramente del vestido — ¿Es un pecado no estar desesperada por encontrar un marido como las demás? — todos en la mesa miraron sorprendidos a la joven, su madre Rena observo de reojo con miedo a su padre temiendo mucho por la integridad de su hija.
— Eres mujer, Adette tu único valor es ese, engrandecer a la familia — Edmundo sonrió cínicamente, Bernadette hizo una mueca de molestia por el diminutivo que uso su abuelo para dirigirse a ella, pocas personas la llamaban así y él no era una de ellas.
— Yo no soy uno de tus caballos abuelo, mi objetivo no es ser un adorno en una bonita mansión, yo quiero conocer el mundo, quiero aprender, quiero viajar, no quiero un esposo que me ate a una vida que de verdad no deseó — William, miro con orgullo a su hija, años atrás, su esposa Rena había dicho palabras similares y lo que obtuvo de su padre fue la golpiza más fuerte de su vida.
— Lárgate a tu habitación sin cenar y reflexiona sobre tu deber con la familia — Bernadette asintió, arrojo la servilleta a la mesa, el ambiente se puso tenso de inmediato para los demás miembros, quiénes ya habían perdido el apetito.
— Descansen — agrego ella y se apresuró a irse a su habitación.
Edmundo muy enojado arrojó su plato al suelo con su dedo índice señaló a Rena — Esto es culpa tuya, si no fueras tan mediocre como madre, tus hijas entenderían su posición — William, el padre de las jóvenes y esposo de Rena, se sobó las sienes, cansado una vez más del mismo tema.
— Vayan a descansar — Alysse dijo sonriendo, cómo siempre tratando de aligerar el ambiente, todos asintieron, se despidieron apropiadamente del duque y cada uno poco después se fue a su respectiva habitación.
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Unas horas después, cuando la mayoría estaban en sus habitaciones o dormidos, Camille entro a hurtadillas a la habitación de su hermana, tenía en la mano un pan con mermelada de frambuesa y un vaso de leche que muy amablemente Annie, la chica del servicio había preparado para que Bernadette pudiera comer algo antes de dormir.
— A menos que tus deseos de casarte hayan cambiado, el abuelo no te alimentara — sonrió con diversión ofreciéndole el plato y el vaso a su hermana.
— Antes prefiero unirme a un convento, juro que sería más feliz o en el peor de los casos morir de hambre suena más atractivo — suspiro resignada, tomando la comida.
— No digas tonterías, eres todo lo que tengo — Camille se sintió herida por las palabras de su hermana.
— Lo siento Cami, no haré nada estúpido, me quedaré y afrontaré mi destino con gracia — sonrió cálidamente — Y con el estómago lleno gracias a ti.
— Adette, quiero pedirte un favor — Camille se sentó en la cama de su hermana.
— Dime — la mayor, la miro directo a los ojos, sabiendo que su hermana le pediría como siempre algo imposible.
— Quiero ir a la fiesta del pueblo, tu habitación tiene escaleras, la mía no, ¿Podrías cubrirme? — Camille sonrió cálidamente.
— ¿Y si te pasa algo? No quiero más problemas con el abuelo — la menor negó con la cabeza — Estaré bien, solo quiero pasear y probar los manjares que venden, prometo traerte más comida — Bernadette termino accediendo cómo siempre, su hermana era su debilidad, con gusto la cuidaría y haría lo posible para que está fuera feliz.
— Te suplico que no te tardes, el abuelo me molerá a golpes si se entera — antes de que alguna pudiera decir nada más, el mayordomo Lewis llamo a la puerta.
— Adelante — hablo Bernadette, rápidamente Camille escondió el plato y el vaso bajo la cama.
— Buenas noches, su abuelo la espera en el estudio, le pide que transcriba un par de libros de cuentas para él — Bernadette sonrió — Por supuesto, iré en unos minutos, me gustaría cambiarme, ponerme algo más cómodo — el anciano accedió, cerrando la puerta antes de regresar con el duque.
— ¿Habrá escuchado? — pregunto Camille.
— No creo — respondió su hermana.
— Voy al estudio, vete con mucho cuidado y por favor no te tardes o será mi fin — Camille asintió, abrió la puerta que daba al balcón, el cual tenía escaleras que daban a un jardín trasero en la mansión, bajo los escalones sigilosamente y aunque en esta parte no había mucha seguridad trato de ser cuidadosa, cuando logro pisar el pasto, corrió hacia la puerta trasera logrando escapar con éxito.
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Comments
Irma Ruelas
❤️❤️❤️❤️🌹💐
2024-07-20
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