Capítulo 4

Los días iban transcurriendo. La peliblanca iba de un lugar a otro para que todo estuviese en orden. Su padre le proporcionó un escuadrón de guardias que estarán a cargo de la seguridad del templo. Además, vinieron varios voluntarios para ayudar en los preparativos de la festividad que cada vez faltaba menos para realizarse.

Un día antes, Charlotte decide caminar un poco en las calles agitadas de la capital Thaya. Decidió que mejor iba con una capucha para pasar más desapercibida y conocer los puestos que estarán en la feria principal, ya que desde mañana no podrá salir del templo hasta que termine el festival.

Normalmente, se hace para celebrar los días que hace un poco menos de frío, algo muy extraño en este imperio. Los ciudadanos comienzan con los cultivos en sus respectivos invernaderos, aunque las que se plantan en esos lugares deben ser especialmente seleccionados, ya que solamente pueden estar los que sobreviven al invierno eterno. Mientras la peliblanca iba pasando, algunos de los transeúntes lograban reconocerla por sus ojos tan característicos y la saludan muy animados, algo que ella responde de la misma manera. A los lejos, una persona que no se le podía ver su rostro queda admirado por la belleza que alcanza a ver de aquella chica. Había venido a este lugar remoto para conocer la leyenda de la familia Bennett, ya que existía variadas versiones respecto a ellos, pero no quería creer en ninguna hasta comprobarlo.

Charlotte sigue paseándose por los diversos puestos, observando y saludando a quienes la veían pasar. Después de un recorrido grato, decide que es momento de regresar al templo. Lo que ella no sabía es que estaba siendo seguida por el encapuchado, pero este tuvo que quedarse a metros del lugar, ya que observó que había mucha seguridad, por lo que regresa a su posada, no sin antes observar desde su sitio que al parecer ella tiene relación con la leyenda.

Regresa al lugar en donde se está alojando, lo recibe su secretario y le entrega su capucha, mostrando su cabellera rubia, con ojos color sangre y sonríe con lo que acaba de descubrir, por lo que le pedirá un favor a su secretario.

-Hans, quiero información detallada del templo, quienes residen en ese lugar y hacer especial énfasis a una cabellera blanca.

-Sí, señor.

"Parece que será interesante este viaje" comentó, sonriendo al final.

Al día siguiente, Charlotte ya se encontraba lista para recibir a los visitantes e interesados en conocer tanto el lugar como la historia de su familia. Hace un grupo de 10 personas cada uno para recorrer el templo y posterior en el salón principal contar los orígenes de su magia con sus antepasados. Por los rostros de las personas que han sido parte de aquello, reflejan escepticismo, algo comprensible, no es algo que se debe tomar a la ligera. El día iba transcurriendo y ella siente una mirada vigilándola siempre. Suspira, es agotador tener el ojo encima y tener que explicar siempre la misma historia y todavía queda por terminar el día.

Ya era hora de descanso y la peliblanca caminaba por los pasillos para ir a su oficina a descansar un poco cuando un rubio se para enfrente de ella y hace una reverencia.

-Me imagino que usted es la señorita encargada del lugar.

Para Charlotte, esos ojos se le hacen familiares de algún lado y su aura misteriosa le intriga.

-Así es. Mi nombre es Charlotte Bennett. Estoy en mi horario de almuerzo, puede sumarse a los grupos de guías de más tarde para que le hagan un recorrido por el lugar y posteriormente escuchar la leyenda que por los distintos reinos e imperios se viene rumoreando.

Él estaba sorprendido. Pensaba que lo reconocería por ser alguien muy conocido, pero parece que no es el caso de aquella señorita. Lo que hace que más quiera conocerla, ya que normalmente se le acercan para conseguir un mayor estatus y dinero.

-Quiero hablar en privado con usted.

La peliblanca lo mira fijamente. Por alguna razón sigue sin saber por qué se le hace familiar su aspecto. No le quedará de otra que escuchar a aquel joven en su oficina. Antes de hablar, suspira y comienza a caminar en dirección a la entrada de su oficina.

-Sígame.

Abre la puerta y le hace una señal para que se siente en los sillones de cuero que están al frente de su escritorio, ella se sienta en otro sillón, quedándose viendo de frente. Espera que el joven misterioso hable antes de decir cualquier cosa. Él no podía despegar la vista de la joven, era una belleza única, además de elegante en su forma de andar y hablar.

-Me disculpo por no presentarme antes, no quería que mi identidad fuese comentada en los pasillos donde todas personas transitaban.

A la joven se le hizo extraño su comentario, ¿qué tiene que ocultar?

-Mi nombre es Darcy Harvey, príncipe heredero del imperio Gamta.

Quedó helada. No tenía en cuenta que aparecería el villano tan rápido. "Esperen, dijo príncipe heredero. En la novela ya era emperador cuando viene acá para pedir ayuda, significa que todavía no es coronado. Entonces, ¿qué hace en este lugar? No puedo dejarlo hablando solo, debo responder algo, pero estoy en este momento en shock, no sé qué está pasando".

-Disculpe su majestad, no tenía idea que vendría a este lugar. Normalmente, los de su imperio no se aproximan acá por el clima. ¿Puedo saber el motivo de su visita?

Trata de sonar lo más amable posible mientras pasan por su mente distintas posibilidades de por qué está en el templo, hablando con ella mucho antes de lo que había leído. Por el otro lado, el príncipe se queda observando si hay alguna reacción distinta por decir quién es él y ella se sigue manteniendo serena, algo que no pasa desapercibido por parte de él.

-Es por mi madre, tiene una enfermedad que ni el mago más poderoso de mi imperio puede curarla. Recurrí a la lectura, pero nada indicaba de que se podría tratar, hasta que topé con la historia de la familia con una magia que nadie sabe como la obtuvieron, pero que era tan poderosa que podía curar hasta la enfermedad o veneno inimaginable. Por eso recurrí a usted, para pedirle su ayuda.

Se inclina, su cara está dirigida al suelo y en su rostro se ve reflejado la angustia, demostrando que lo que está diciendo es la verdad.

"Qué está pasando..."

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