Capítulo 10

El gran día llegó. Charlotte ya estaba en la entrada de la capital del Imperio Gamta, ella observa todo desde la ventana y queda impresionada. Supone que están en otoño, pero se puede ver la belleza del paisaje, no como en Saltis que siempre está nevando o hace frío. Puede ver como las hojas de los árboles son color marrón, se veía precioso. Se va acercando de a poco al palacio real y eso la pone nerviosa. Una cosa es conocer al príncipe en el templo y otra es a toda la familia real. Respira profundamente, no puede ponerse así ahora que está por fin acá. Los guardias preguntan quienes son, uno de los que me acompaña responde y esperan a la confirmación para ingresar.

El rubio escucha de uno de los guardias comentarle que una chica de pelo blanco está en la entrada, identificándose como Charlotte Bennett, el corre sin pensarlo y les dice que ella es la persona que estaban esperando. Acompaña al guardia a la entrada y ahí estaba el carruaje, los dejan pasar y ella baja de ahí. Él no lo reflexiona dos veces y va a abrazarla.

—Al fin estás aquí.

La peliblanca estaba sorprendida. No esperaba que la abrazara, pero tampoco se va a negar que no quería el abrazo. El rubio reacciona y se separa un poco, su rostro se torna rojo por completo. Ve la sonrisa de Charlotte y se le pasa un poco, pero su corazón sigue latiendo muy rápido. Verla de nuevo lo emocionó, algo que la joven le corresponde el sentimiento.

—Ya estoy aquí, su majestad.

—Ven, sígueme, los sirvientes se encargarán de tu equipaje.

Le toma la mano y van por los pasillos que conectan para ir al salón del trono. Oscar se quedó ahí parado, viendo todo lo que hizo aquella pareja que se rio muy fuerte. Conoce a Charlotte desde pequeña y siempre fue alguien serie, pero desde que conoció al príncipe de este imperio, poco a poco va surgiendo sonrisa que antes no había visto. Ellos ya estaban en las puertas del salón donde estaba el emperador, los anuncia y Thomas Harvey ve a la joven que acompaña a su hijo. Ahora puede confirmar que no decía mentiras, era una belleza inusual y su caminar era elegante. Ambos hacen una reverencia.

—Hola padre, te presento a Charlotte Bennett, de ella es de la que te hable cuando fui al imperio Saltis.

—Es un gusto conocerlo su majestad.

El emperador puede notar que su hijo la mira distinto a las demás mujeres que se le acercan, le recuerda cuando conoció a su esposa. Charlotte puede ver el parecido que tienen padre e hijo, la diferencia es el cabello, Darcy lo tiene rubio y Thomas negro, pero los ojos no cambian.

—Igualmente, señorita Bennett, mi hijo ha hablado mucho de usted y de su familia.

Estuvieron conversando un poco sobre el viaje que tuvo y todos se dirigieron a la habitación de la emperatriz Elizabeth. Llegaron al lugar no sin antes anunciarse y dejarlos pasar. Ella estaba sentada en su cama, se puede observar su rostro demacrado, pero su hermosura sigue estando presente. La peliblanca se presenta, al igual que la emperatriz y empiezan a conversar un poco. La joven puede sentir que la enfermedad de la emperatriz no es cualquier cosa, es una maldición, pero con sus conocimientos podrá curarla, tomará tiempo. Primero debe informar lo que tiene en realidad la madre del príncipe. La peliblanca se despide y se dirige a la salida de la habitación, no sin antes prometerle a Elizabeth que vendrá a visitarla. Ya alejados de los oídos de la emperatriz, la joven decide hablar.

—Hay una razón de por qué sus magos no han podido averiguar qué es lo que tiene la emperatriz. Le hicieron una maldición. Eso solo lo puede hacer alguien con un poder inigualable. ¿Sospechan de alguien que fuese capaz de hacer esto y su motivación?

Padre e hijo se miran fijamente, sorprendidos por la información que les entregó la peliblanca. Tratan de pensar, pero hasta ahora no habían tenido ningún tipo de enfrentamiento con alguien, todo ha estado muy pacífico. Puede ser cualquier.

—No, señorita Bennett. Los magos de este reino deben registrarse, ya que no es común que exista la magia en esta zona de la región. Normalmente, son de otros reinos e imperios que vienen a instalarse en este lugar y forman familias que van heredando sus poderes.

Ella se pone pensativa. Ya no se puede guiar con la novela que tenía en su conocimiento, ya que no sale esa parte, según recuerda, sus padres ya no estaban presentes. Puede notar que si su esposa murió, el emperador no haya durado mucho vivo, significa que es probable que cometió contra su propia vida o por depresión. Se encargará de eliminar la maldición, después buscará al responsable. No se quedará tranquila esa persona que quiere hacer daño a los emperadores cuando se entere de que Elizabeth mejoró y ya no existe la maldición. Por ahora piensa hablar con Darcy para aclarar algunas cosas que no puede mencionar adelante de Thomas. Con la mirada trata de decirle lo que está reflexionado y parece entenderlo. Le comenta a su padre que quiere hablar a solas con la peliblanca y él capta la indirecta, se despide, dejándolos solos. El rubio la invita a su oficina para charlas sin que nadie los interrumpa, entran al lugar y se sientan, ambos mirándose de frente como la primera vez que hablaron.

—¿Qué está pasando, lady Bennett? Por su rostro puedo deducir que no es algo bueno.

—La persona que dañó a su madre, puede enterarse de que la maldición fue eliminada. Ese puede ser nuestro cebo para saber quién es. Es probable que venga a comprobar e intentar de nuevo dañarla. Sabe que puede ser el punto débil del emperador.

—Maldición.

No quiso dar malas noticias, pero esto está pasando un nivel que no se imaginaba, no quiere hacer suposiciones antes de tiempo, necesita recopilar información y después tomar cartas en el asunto. Algo me dice que esto es solo el comienzo.

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