Capitulo 10

Miré hacia atrás lo suficientemente rápido como para no gritar. Mis ojos se agrandaron mientras confirmaba la identidad del dueño de la voz: era Mike, pero ahora de día, pude observarlo mejor. Su cabello rojo estaba cortado cerca del cuero cabelludo. Era mucho más alto que yo y mucho más ancho también. Parecía que su posición era bastante alta, a juzgar por otros caballeros que lo seguían.

-¿Está usted bien, señora? Justo ahora, esos eran los sonidos de los disparos. Las pistolas son armas que los caballeros manejan bastante bien, así que no tiene por qué preocuparse -dijo él con amabilidad, aunque modesta.

Miré a los caballeros alineados detrás de él. Cuando sus ojos se encontraban, las miradas de los caballeros se dispersaban. Viendo la tranquilidad en cada uno de ellos, evidentemente la evitaban. Me avergoncé de estar avergonzada, solté inmediatamente el brazo de Ian y arreglé mi ropa, aunque me ardían las mejillas.

-Ya veo. Es un alivio. Entonces... -dije.

-Soy Mike Tuesta -respondió él.

Me acerqué tranquilamente a él. Afortunadamente, estaba acostumbrada a los modales caballerescos. Mike se inclinó sobre una rodilla y me besó el dorso de la mano.

-Es usted quien me trajo el primer día. Ahora finalmente puedo darte las gracias -dijo Mike, un poco sorprendido por el hecho de que lo recordara. Mi expresión se iluminó levemente ya que estaba más que feliz de ver al caballero que me había escoltado. Mike me miró con seriedad.

-He escuchado los rumores. La señora es realmente hermosa. Incluso si estalla una guerra por la señora, creo que sería comprensible. Se dice que el Rey del Este tocó a la nieta de la aldea fronteriza y todo el país se puso patas arriba -dijo Mike.

Me congelé por un momento ante su repentino bombardeo de palabras. Era la primera vez que alguien usaba tales palabras para describirme.

-Oh, Mike, muchas gracias. Estoy muy halagada. Puedes dejar de exagerar... -dije, sintiendo como lentamente mi cara se ponía roja. Tenía los pies ansiosos, quería salir corriendo.

-No es una exageración. Si les preguntas a todos los caballeros detrás de mí, estoy seguro de que responderán lo mismo.

-No, yo no...

Sentía unas ganas abrazadoras de llorar. No sabía qué responder. También era la primera vez que quería llorar por ese motivo. Negué desesperadamente con la cabeza. Necesitaba cambiar urgentemente el tema de conversación.

-Esas pistolas... ¿son armas de pólvora, verdad? Las he visto varias veces, pero todavía no he podido tocar ninguna.

Afortunadamente, parecía haber sacado el tema correcto, los ojos de Ian se iluminaron.

-Como era de esperar, era nuestra señora. La pólvora se puede usar no solo para armas de fuego, sino para un sinfín de posibilidades. En todo el mundo, nuestro señor es el que mejor conoce sobre la pólvora. Sucederán grandes cosas si las pistolas recién inventadas funcionan. Por ejemplo, los niños y los ancianos podrán defenderse de los demonios.

-Si es lo suficientemente simple como para que un niño lo use, hay mucho en qué pensar. Cuanto más fácil sea dañar a los demás, menos miedo tienes por la vida.

Recordé la infancia de mis hermanos menores. Ellos fácilmente podrían destruir muchas cosas con un simple palillo y tenían una variedad de ideas, solo imaginarlos con armas en las manos, hizo temblar mis dientes.

-Sin embargo, es una tecnología útil, por lo que en lugar de minimizar su capacidad, deberíamos capacitar a muchos expertos. Sería bueno si se hiciera una investigación a fondo de cómo usarla en otras áreas.

La pólvora era una tecnología formidable. Incluso si la secta Cruz no estaba de acuerdo y despreciara la tecnología diciendo que está en contra de la voluntad de Dios, definitivamente se usaría para avanzar en el futuro.

Al darme cuenta del cambio de atmósfera, desperté de mis pensamientos. Ian y los caballeros me miraban extrañados. Un sudor frío corría por mi frente. Ian chasqueó la lengua.

-Mira eso. Después de todo, la gente necesita saber mucho más para hacer un juicio adecuado. Ahora que la señora también apoya esto, el permiso para usar pólvora será sólido.

Mis ojos se agrandaron al comprender sus palabras.

- ¿Me trajiste aquí con ese propósito?

- Sí.

Los caballeros simplemente chequearon la lengua ante la respuesta sorprendentemente descarada, como si sucediera con frecuencia. Pero yo aún seguía sin hablar.

Tenía tantas ganas de resolver la inusual situación con su esposo... Que no podía creer que la engañaran por algo tan insignificante. Levanté los ojos para encontrarme con los de Ian.

- Sacerdote... En general, eres un poco decepcionante.

Quería decir algo más duro, pero no podía hacer algo tan inapropiado frente a los caballeros.

Mike sonrió levemente y agregó.

- La señora es hermosa e incluso sabía.

Sentía que los ojos de Mike eran diez veces más intensos que antes. Sintiendo que me estaban exprimiendo, justo en este momento quería derretirme y desaparecer.

Desvié la mirada para evitar el contacto visual, pero en el proceso hice contacto visual con otros caballeros.

Realmente prefería inclinar la cabeza, pero no era una buena elección rechazar la sinceridad del caballero que me elogió.

Con mi rostro incontrolablemente sonrojado, sonreí con la mayor calma posible hacia Mike.

- Me alegro... me alegro de que pienses eso, Mike.

Los caballeros jadearon. No me había dado cuenta de que los lóbulos de la oreja de Mike se habían puesto rojos.

Ian saltó exageradamente de un lado a otro como si acabasen de electrocutarlo.

- Ejem... Mi señor.

Todos se endurecieron como una estatua. Los caballeros se volvieron rápidamente y saludaron modestamente. La última persona en ponerse rígida fui yo.

De espaldas al sol, él se acercó montando en un caballo negro. A diferencia de la primera vez cuando llevaba una armadura negra, ahora llevaba una capa roja. Varios caballeros lo siguieron en dos filas. "El sacerdote dijo que podía hacer cualquier cosa, ¿quién diablos podría desafiar a un hombre así?" Cuanto más se acercaba, más tenso se ponía mi estómago.

Poco después, llegó al frente de nosotros y detuvo su caballo a un lado. Tragué saliva inconscientemente. Los ojos que me miraron dentro del casco... se veían extraños, ¿será porque era ciego?

Sus ojos eran grises cuando los vi antes, ahora eran verdes.

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