Después de que todos terminaron de comer, se levantaron y se despidieron para poder terminar su trabajo. Hana se acercó a Roxan y Anabel y les dijo que llegaría tarde a casa porque tenía una cena con la presidenta y unos inversionistas. Ellas le sonrieron y le dijeron que estaba bien, que era trabajo y que iba con su jefa y que no podía quedar mal. Después de eso, las tres parejas se separaron, cada una para su área. Roxan iba charlando con Fernando, quien estaba algo serio porque estaba molesto de todo lo que dijeron los del consejo, pero ¿qué más podían hacer?
Anabel y Alejandro se fueron a la oficina de Asistencia Presidencial para seguir buscando los vestuarios. Después de eso, se fueron a uno de los camerinos para ver a las chicas que iban a modelar en la pasarela y checar que todo estuviera bien. No era su trabajo, pero Alejandro siempre se metía porque el encargado de esa área siempre metía la pata.
Mientras tanto, Hana y Myriam van a la oficina principal y hablan de trabajo y de lo que probablemente vayan a hablar en la cena. Myriam quería que todo estuviera perfecto para que pudiera firmar esos contratos. En ese momento, suena su celular. Le dice a Hana que la disculpe un momento, y Hana se hace a un lado. Myriam responde, y a lo lejos se escucha la voz de una mujer, pero Hana no sabe de quién se trata. Piensa que podría ser de nuevo esa chica que vino en la noche anterior. Sin embargo, para que Myriam no vea su reacción, se fue a sentar a uno de los muebles a revisar unos documentos que Myriam le estaba explicando unos segundos atrás, hasta que sonó su celular y las interrumpieron. Myriam, al terminar la llamada, se percata de la apariencia que tenía Hana y decide darle una explicación. Pero en ese momento, tocan la puerta por Celia para que le entregue unos pagarés que necesitaban su firma. Hana aprovecha ese momento para ir al tocador de damas que estaba en el piso de abajo. Myriam firma los pagarés y ve que Hana no está. Suspira y gira su silla hacia la ventana. Empieza a ver todo el paisaje. Ya estaba atardeciendo, pero parecía que se estaba empezando a nublar. Hana llega al tocador y se pone frente al espejo y se habla así misma.
Hana se preguntaba por qué le afectaba tanto que Myriam la llamara "una mujer". ¿Qué le estaba pasando? Cada vez que recordaba los besos que se habían dado, su cuerpo se calentaba y su corazón latía demasiado. Después de mirarse al espejo, entró al cubículo. Al terminar, se acomodó la ropa y salió. Se lavó las manos y se mojó un poco la cara. Se dio unas pequeñas palmaditas en las mejillas para que cambiara un poco su cara de preocupación. Después de unos segundos, salió del tocador y regresó a la oficina. Myriam aún seguía viendo el paisaje. Cuando Hana entró, le dijo que ya estaba lista y que la vería abajo. A Myriam no le gustó mucho esa idea, pero no quería que más rumores se esparcieran en la empresa. Ya tenía más que suficiente con el que ella fue al comedor. Así que dejó que Hana bajara primero. Unos minutos después, ella bajó. Hana estaba parada cerca del paradero del bus. Myriam, al bajar, la vio y se acercó. Le dijo que la esperara allí y que acercaría su coche para que pudieran irse. Hana solo asintió. Myriam decidió irse por su coche y, al salir del estacionamiento, se acercó un poco a donde estaba Hana. Se bajó del coche y le abrió la puerta del copiloto a Hana. Hana se subió y Myriam cerró la puerta. Así empezaron su viaje al Hotel Diamond, donde quedaron de ver a los inversionistas. Al llegar al hotel, Myriam se estacionó para que pudieran bajar y entrar.
Mientras tanto, en la empresa de Myriam, Roxan y Anabel se encontraron abajo en el paradero del bus. Estaba a punto de comenzar a llover cuando un auto negro se paró enfrente de ellas. Era nada más y nada menos que Alejandro. Les dijo que las llevaría a casa para que no se mojaran en el camino. Las chicas aceptaron, pero no se dieron cuenta de que atrás de ellos igual iba un auto azul oscuro. Era donde iba Fernando, quien también se iba a ofrecer a llevar a las chicas, pero Alejandro le tomó la delantera. En el camino, Anabel y Roxan estaban hablando de todo lo que habían visto en la empresa y sobre el rumor de que era la primera vez que la presidenta iba al comedor. Alejandro solo se reía, pues él sabía que Myriam no pisaba el comedor porque no era de su agrado que todos la vieran comer y también porque no le gustaba la bulla. Por eso es que Myriam no bajaba al comedor. Alejandro les fue contando un poco y también les dijo que fue gracias a su amiga Hana. Mientras ellos platicaban, el otro auto los seguía de cerca. Al llegar a su destino, los tres chicos se dieron cuenta del auto azul que los seguía. Las chicas se bajaron y se estaban despidiendo de Alejandro y Fernando, quien se terminó por bajar para despedirse. Pero de repente, empezó a llover a cántaros. Roxan y Anabel se voltearon a ver y decidieron decirles a los chicos que pasen, que esperen a que la lluvia baje un poco para que pudieran irse. Así que los cuatro se metieron al departamento, pues estaban todos empapados. Las chicas les ofrecieron toallas y, como Anabel tenía unas camisas guardadas, les prestó una a cada uno. Ninguno de los chicos preguntó por qué tenía esas camisas. Ellos pensaron que habrían sido de algún novio de ella, pero se quedaron callados y no dijeron nada. Roxan les prestó el baño de su cuarto. Así que ella y Anabel se fueron al otro para cambiarse de ropa y poder estar presentables para ellos.
Mientras tanto, en el Hotel Diamond, Myriam y Hana seguían en su cena. Terminó un poco tarde, y Myriam le dijo a Hana que ella la llevaría a casa, así que Hana no se preocupó. Al finalizar la junta, a Hana ya le dolían un poco las mejillas de sonreír tan forzada, ya que no le gustó cómo esos hombres le hablaron a Myriam, ya que opinaban que una mujer no podría con el cargo. Sin embargo, Myriam logró llevar el ritmo de la conversación. Al llegar al lobby del Hotel, se dieron cuenta de que estaba lloviendo. Myriam le dijo a Hana que la esperara un momento, que iba a acercar el auto para que no se mojara mucho. Hana le dijo que no le gustaba mucho la lluvia, y estaban muy fuertes los truenos. Myriam no tuvo más remedio que tomar su mano y salir juntas para subir al auto. Cuando ambas se subieron, Myriam empezó a manejar directo a su Penthouse, pues estaba demasiado cerca del Hotel. Cuando llegaron, se metieron al garaje para que pudieran bajar sin mojarse, pues ya se habían mojado un poco cuando salieron del Hotel. Al bajarse del auto, Myriam abrió la puerta del Penthouse y entraron. Hana miró todo y se sorprendió de que su casa fuera tan grande y viviera sola.
Myriam la miró preocupada y le preguntó: "¿Te molesta o incomoda que estés aquí sola conmigo?".
Hana la miró y respondió: "No, nada de eso. Es solo que no esperaba que vivieras sola. Me sorprende, es todo".
Myriam sonrió sonrojada y le dijo: "Pero hoy no estoy sola, estás tú conmigo".
Hana se sonrojó y respondió: "Sí, es verdad".
Myriam tomó su mano y le dijo: "Ven, te voy a dar ropa seca para que te pongas. No quiero que te enfermes", entre lazando sus dedos con los de Hana.
Hana se sonrojó cuando Myriam entre lazó sus dedos con los de ella y respondió: "Está bien, gracias. No quiero pescar un resfriado".
Myriam sonrió y dijo: "Entonces no se diga más. Esta noche te quedas conmigo".
Hana suspiró y se sonrojó, respondiendo: "Fiu, me quedo contigo", sonriendo.
Myriam le robó un beso cortito. En ese momento, pensó que Hana se veía demasiado linda e inocente, así que solo le dio un pequeño beso para que pudieran ir a la recámara a buscar algo de ropa y cambiarse.
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Rosana Garcia
Que jefa
2024-03-04
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