se adelantó el parto de Georgina, los demás se enteran del embarazo de Alice

"Charlotte, debes ir a descansar. Te hace daño estar aquí", dijo Enzo con mucha ternura. Hacía 24 horas que Mateo estaba en coma inducido. Lo tenían en una cama ortopédica con una pierna levantada con yeso y vendas. Estaba mal y Charlotte entró a verlo, lo que causó un shock en ella. Sus lágrimas brotaban y ella buscó la mano de su hijo y la besó. "Amor, debes ser fuerte. Mi primer amor, mi luz despierta. Sabes, allí afuera está Alice. Vino por ti y me dijo que te ama. Sabes, mi pequeño Teo, mi dulce miel..." tenía un nudo y no podía detener sus lágrimas. "Sé que has crecido, pero para mí sigues siendo mi pequeño. Oye, mi amor, debes despertar. Todos te amamos", dijo Charlotte mirándolo con tristeza. Salió de la habitación y se sentó en la silla del pasillo y lloró amargamente, mientras Alessandro y Enzo estaban a su lado.

Alice estaba con Ulises, quien la tenía abrazada sin querer soltarla. Ella caminó por un pasillo y lo vio a través de una ventana de vidrio. No aguantó y entró. "Mi amor", con lágrimas tomó la mano de Mateo. "Debes despertar y ser fuerte. Vamos a ser padres. Prometiste no dejarme y te estás rindiendo. Oye, te amo, Mateo Dubois, y quiero vivir a tu lado, tener una familia y ser feliz contigo. No importa quién se oponga, solo tú, nuestro pequeño y yo".

Cuando Alice salió, no llegó a salir la puerta del pasillo que se desplomó. Enzo la levantó en brazos porque al parecer fue muy fuerte la impresión de ver a Mateo con tantas vendas. Se veía demacrada y pálida. Corriendo, fueron a un cuarto de enfermería. Les dieron los datos y después de unos 20 minutos salió un doctor familiar de Alice. Todo fueron "¡nosotros!" El doctor miró con asombro tantas personas por un mismo paciente. Este negó con la cabeza.

"¿Si saben que no pueden estar aquí tantas personas?", preguntó el doctor. Todos respondieron "sí, lo sabemos, ¿pero no va a decir qué sucede o no?" "Bueno, es normal. Esta niña necesita descansar. Tiene un embarazo de 12 semanas y es de alto riesgo. Ahora quiero saber quién se encargará de llevarla a descansar", dijo el doctor mientras los miraba serio.

"Yo", dijo Charlotte mirándolo con sus ojos empañados, y añadió: "Soy la suegra y abuela de ese bebé".

"Bueno, debe alimentarse y hacer reposo mínimo tres días. Esta receta son unos comprimidos que debe tomar una vez al día. Es para retener el embarazo y nada de emociones fuertes", dijo el doctor. Todos los miraron y rodaron los ojos. "Doctor, mi nuera está mal porque nuestro hijo está justo allá luchando por su vida", dijo Enzo con tranquilidad.

"Mm, lo siento. Aun así, ella debe cuidarse o este embarazo no va a llegar a término. Cuídenla y de acá al automóvil en silla de ruedas. Nada de hacer esfuerzo. Ella estará 24 horas en observación en el piso de abajo. Les pido que se retiren de esta área. Sepan, espera. Estoy seguro de que ese hombre con tanto amor que hay acá se despertará pronto. Por ahora, a descansar. Y señora Dubois, usted también. Mañana podrán ver a Alice. Ella está dormida ahora. Buenas noches, me retiro", dijo el doctor y se fue.

Javier llegó donde estaban. "Se adelantó el parto de Georgina. Oliver está esperándolos. Está preocupado. Le están haciendo una cesárea en el piso de abajo".

Todos se fueron con Oliver, que no dejaba de caminar de un lado al otro. Franchesca lloraba. "¿Qué sucede, hijo?", dijo Charlotte acariciando el rostro de Oliver. Y este se abrazó por ella y lloró.

"Ella y yo estábamos hablando mientras Oliver hacía la cena, llorando desesperada, y comenzó a sangrar. Y no hizo nada. Estaba parada viendo los adornos", dijo Franchesca llorando. Javier la abrazó fuerte. "Tranquila, mi amor. Verás que todo estará bien. Listo, mi amor".

Dos horas después, llegaron los doctores con una sonrisa en su rostro. "Tranquilo, papá. Tu esposa e hijos están muy bien". "Hijos", dijeron unísonos. "Sí, son hermosos. Una pequeña y un gran varón. Se adelantó todo porque no tenían espacio. Tu esposa te está esperando en la habitación 180. Hay que ponerle nombre a esa pequeña", dijo el doctor Francisco. Él nunca vio dos bebés. Siempre era uno.

Oliver entró y ahí estaba Georgina con una sonrisa con ambos bebés al lado de ella. "Hola, cariño. Qué susto me diste". Sus lágrimas comenzaron a salir como niño. "Son hermosos. El fruto de nuestro amor", dijo Oliver dejando un casto beso sobre los labios de Georgina. Y ella sonrió con sus ojos cristalizados. Era la mujer más dichosa del mundo.

"Dante y Alondra Durand", dijo Georgina limpiándose sus lágrimas. Él sonrió. "Es perfecto, mi amor. Eres mi vida. Gracias por este regalo", dijo él, dándole un beso tierno que fue interrumpido por los demás que invadieron la habitación con flores, peluches y globos.

"Basta de llorar. Mira qué hermosos nietos me dieron", dijo Enzo abrazando a Oliver.

Javier abrazó a Oliver. Él se sentía orgulloso de ver cómo su hijo maduró y es todo un padre de familia. "Felicidades, hijo. Georgina, te felicito, hija. Gracias por los nietos que me dieron", dijo.

Georgina solo asintió.

"Hija, mi amor, ¿cómo te sientes? Mira que llevar dos eres muy valiente", dijo sonriendo Charlotte. Besó a su hija en la frente y levantó a su nieta que era muy pequeña. Solamente pesó 2 kilos 500 gramos, mientras que el pequeño pesó 3 kilos 350.

"Georgina, cariño, felicidades. Hermosos tus bebés", dijo Ulises con cariño.

"Preciosos, cuñada. Cuando tenga los míos, espero que tengan los ojos de Alessandro", dijo Franchesca. Escuchó el carraspeo de Javier y Alessandro que la fulminó con la mirada. "¿Qué dije de malo? Alessandro quiere que te diga algo. Yo no voy a andar escondiendo las cosas. Y si me quieres bien, y sin ti, te lo pierdes. Hombres sobran, no como tú, mi amor", habló coqueta y le dio un beso apasionado. "Te amo, mi amor. No me hagas enojar porque digo incoherencias", dijo Franchesca y todos se rieron. Estaba claro que ella era transparente.

"No te hago enojar. Es que hablas mucho", dijo Alessandro y la volvió a besar. Por un momento, la tensión que había desaparecido. Ellos estaban felices. La llegada de los pequeños fue de inmensa alegría y hasta lograron reír con las ocurrencias de los más jóvenes en medio de tanto dolor.

Continuará...

Mis queridos lectores, discúlpenme, pero sufro de baja defensa y tengo cólico renal, y a veces mis pulmones. A veces se me complica cuando me descompensó. Gracias por estar allí. Un abrazo muy grande, Mary.

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