Capítulo n°20: "Exponiendo el rostro a la víctima".

Desconocido.

Sin proponérmelo despisté a los guardias de seguridad, tome un taxi, pero le ofrecí una buena cantidad de

dinero para que me preste su auto por un par de horas. No pudo rechazarme la oferta.

Empecé a conducir por la carretera en dirección a la empresa de su padre, vi que hacia señas para detenerme y no lo pensé dos veces.

¡Hoy es mi día de suerte!

Christopher debe estar furioso por las fotos que le tome a su hija, ni se imagina lo que le espera sino cuenta

toda la verdad. Es un hombre testarudo, peor que yo así que dudo mucho que se deje llevar por mis amenazas.

Estaciono con las balizas encendidas, el guardia abre la puerta y esa hermosa mujer se sube con una

sonrisa perfecta mostrando en sus labios. No hay duda que su belleza no se marchita.

Sus ojos azules son el vivo resplandor del mar, su sonrisa tan infinita como las estrellas, su melena tan

larga y brillante como el sol. Nunca he podido olvidar su rostro ni mucho menos su voz. La he recordado todos los días de mi maldita existencia sin ella.

Fijo la vista en el pavimento, pero de reojo la observo cómo reacciona cuando sus ojos se topan con los míos. Esa sensación de vacío empieza a disiparse dando lugar a una alegría imposible de ocultar. Ella sonríe viendo a través del cristal.

Creo que se siente incómoda porque ya no voltea a verme, intento calmar mi corazón que salta de felicidad, pero debo admitir que no me recuerda como quisiera. Por eso le aterra ir con un extraño dentro de un vehículo, tiene miedo o está asustada ya que insisto en ver sus zafiros que hipnotizaron a este corazón desde el primer día que la vi.

Minufer se encontraba sentada en la orilla de la playa. Yo había llevado a Toqui a pasear, el cual corta la correa corriendo en su dirección, lo sigo para no perderlo de vista. El perro se sienta al lado de ella moviendo su cola, le hace cariño sobre su pelaje y este le responde pasando su lengua en la cara. Su risa era como si escucharas tú canción favorita.

Los observo por unos breves minutos la nueva conquista de Toqui. Cuando voy llegando, él empieza a ladrar de felicidad y corre a encontrarme, salta encima mío tirándome en la arena. Lo quiero quitar de mi pecho, pero no está dispuesto a salir fácilmente. La hermosa mujer de melena larga castaña oscura, piel como un papel y ojos azules como el mismísimo cielo. Es tan impactante su belleza que no logro reaccionar cuando estira su mano para ayudarme a ponerme de pie. Al ver su sonrisa en esos labios rosas me pierdo en

ellos. Solo basto verla sonreír para conquistar un corazón de piedra, ella derritió el invierno llenándolo de primavera para la eternidad.

No me atrevo a dirigirle la palabra, por el guardia sé que va a casa de una amiga. Imagino que debe ser Luz porque es la única amiga que he conocido en el periodo en que fuimos novios. Aún sigo preguntándome ¿Cómo hizo con su amiga para que no le dijera nada a Minufer? Es algo que ronda en la cabeza, aunque muy pronto lo voy a descubrir.

Siento su mirada en mi mano, más bien en el tatuaje que tengo en el reverso de la mano, que diría cuando vea su nombre tatuado en la espalda con letras enorme abriría la boca de la sorpresa.

Estamos llegando a destino cuando sus manos temblorosas buscan algo dentro de su cartera, el dinero para pagarme es, abre la puerta al estar en frente del edificio. Sigue manteniendo la misma dirección su amiga. Me da la plata y rozo con la punta de mis dedos su mano. Ella queda en shock, perdida en mis ojos negros que se vuelven intensos deseando que pronunciara mi nombre. Muy alterada sale caminando, rápido se pierde en el enorme edificio.

¡Qué hiciste!

No lo sé, la verdad no pude controlarme con ella tan cerca es una tentación difícil de evitar. El solo oler

su perfume pierdo la capacidad de control, no me llevo por la razón sino por lo que quiere sentir mi adolorido corazón.

Ahora tengo que regresar a devolver el auto y a casa. Prendo el celular que lo tuve que apagar por la cantidad de llamadas de Martha. Le prometí que no haría algo como lo que hice en recién, aunque me superaron las ganas, la desesperación y el anhelo de revivir viejos tiempos.

Nunca quise que se sintiera observada o acechada, pero vi la oportunidad y no quería desperdiciarla. Sigue

estando tan bella como aquel día.

Regreso a devolver el taxi, lo meto el aparcamiento y entrego las llaves al encargado. Inmediatamente llamo a Smith que me recoja en una cafetería. Sus servicios son impecables que no tarda en llegar vestido como un poderoso ejecutivo con ese traje negro.

-Señor – toma asiento - ¿Por qué se fue sin decir nada?

-Sabía que no me dejarían irme solo, mucho menos Martha, ya sabes lo paranoica que es al respeto.

-Sí lo entiendo.

El joven coloca dos tazas de cappuccino, un vaso con agua y otro con soda.

-Qué sucedió con las fotos ¿Ya la enviaste? – lo interrogo bebiendo agua.

-Sí todo se hizo de acuerdo al plan.

- ¡Perfecto!

Recuesto mi cuerpo en el respaldo del sillón, el lugar es pequeño y muchos curiosos nos miran por como vestimos. El café sabe delicioso. En la radio se escucha la voz inigualable de Fredy Mercury, esa canción trae muchos recuerdos a mi mente. Momentos que parecen no ser reales.

La mujer que tanto he amado ya no está a mi lado. Quisiera desistir de seguir con este absurdo juego, aunque

tengo una mínima esperanza que ella me recuerde y venga corriendo a buscarme. Sueño con esa idea todas las noches, pero al despertar solo en la cama la realidad me golpea muy fuerte.

Con la cuchara revuelvo el líquido perdido en la espuma que se formó.

-Señor – bebe la soda – ¿Se encuentra bien?

-Eso creo Smith.

No hay palabras para describir el dolor que he sentido y todavía lo siento. Tampoco sé que hacer, si rendirme o seguir adelante. Ese hombre arruino todos nuestros sueños y debe pagar por ello.

-Debemos regresar antes que Martha venga a llevarnos de las orejas Smith.

-Como usted diga señor.

Tanta formalidad a veces me molesta. Pago la cuenta dejando la propina para el joven que nos atendió, Smith saca sus gafas para utilizarlas y yo salgo detrás de él. El agobiante calor hace que nos apuremos a montarnos en el coche. Todo parece tan lejano a mis sentidos que reproduciendo las imágenes de Minufer no presto atención a lo que dice Smith.

Las bocinas de los autos, los peatones intentan cruzar la calle con cuidado y todo el movimiento que hay

parecieran que son en otro sitio. Voy metido en una burbuja de recuerdos sin entender absolutamente nada de nada de lo que pasa allá fuera.

Extraño sus caricias, extraño su rico aroma en las mañanas, extraño sus preguntas raras y su forma de ser.

-Ya hemos llegado señor – su voz ronca me hace reaccionar cuando mi nana se acerca con el ceño fruncido.

- ¿En dónde rayos te habías metido? – apenas voy llegando y ella comienza con los sermones. – Contesta.

-No mate a nadie si es lo que te preocupa – se cruza de brazos páranse a pasos del auto – por ahora – la esquivo avanzando hacia la casa.

-Eso no es gracioso.

-Estoy bien, ya volví. Ahora deja que vaya a darme una ducha porque muero de calor.

-Pero aún no he terminado contigo.

-Sí mi capitán – la saludo con la mano haciendo visera, retirándome a la habitación.

Es pesada cuando quiere molestar o quiere evitar que cometa alguna locura. Ella también es muy importante desde que mis padres murieron, pero en ocasiones es muy asfixiante. Prendo el aire hasta que me desvisto para bañarme.

++++++++++++++++++++++++++++++++++

Minufer.

Aún sigo en el hospital todavía con millones de preguntas rondando en mi cabeza. Ese hombre me ha perturbado dejándome muy intranquila, ya quiero salir de este lugar para hablar con papá que esta reacio conmigo.

Creo que se siente un poco culpable, sin embargo, no cruza palabra con Brayden. El medico insistió en hacerme exámenes para descartar cualquier posible enfermedad.

Lo único que veo son paredes blancas. Luz abre la puerta con suma precaución para observar si estoy dormida o no, al verme le sonrió.

-Hola amiga – me aprieta en sus brazos – me diste un buen susto mujer.

-Sí lo sé, pero ya me encuentro mejor – toma un pequeño lugar a la orilla de la cama.

- ¿Cuándo vas a salir de este lugar? – por sus ojos hinchados deduzco que estuvo llorando. – Que manía la de ustedes dos – exclama riendo a carcajadas.

Ya empezaba a extrañar su humor que tanto la caracteriza. Todavía no ha venido Brayden he estado despierta desde la mañana temprano esperándolo.

- ¿Viste a Brayden?

-No, en el pasillo no está – una enfermera entra con las medicinas. – Bueno a tomar tus pastillas, princesa.

-Gracias reina Luz.

La chica se ríe de nuestras ocurrencias junto con nosotras. Me da un frasco pequeño con dos píldoras

celeste pasándome el vaso con agua. Las pongo en mi boca y tomo agua para poder tragarlas. Le entrego el vaso vacío para que se retire.

Luz solo hace gesto con su boca, tuerce de un lado hacia otro y camina cruzada de brazos.

-Luz ¿Por qué pareces tan molesta? – se pone de espalda mirando la pared.

-No pasa nada – gira forzando una sonrisa – ¿Quieres que te traiga algo de comer?

Muevo la cabeza en negativo

 – Gracias, pero no debes molestarte. Esperare a Brayden que ya se ha tardado mucho.

-Demasiado diría yo – su actitud no me convence. – Bueno como sea, voy por unos cafés o ¿quieres un jugo?

-Sí un jugo estaría bien – alza su cartera para irse – ¿me puedes pasar mi bolso? – se detiene antes de partir.

- ¡Gracias! – besa mi frente.

-Ya vuelvo.

Sus zapatos de tacón suenan en el piso y desaparece al cerrar la puerta. Con el cuerpo adolorido intento

acomodarme, busco el celular que está apagado. Se le acabo la carga tendré que pedirle a Luz que me preste el suyo. Es muy raro que no haya venido, papá tampoco.

Mi brazo no lo puedo mover casi por el suero inyectado en la vena, necesito ir al baño con suma urgencia así que quito la sábana tratando de erguir mi cuerpo bajando los pies. Ni modo voy a tener que caminar descalza porque no puedo agacharme a colocarme las pantuflas. Descuelgo la bolsa llevándola en la mano y lentamente como una tortuga camino.

El mareo llega de repente que debo sostenerme del sillón para descansar, continúo tomando aire apoyándome de la pared hasta que logro abrir la puerta. Entro, bajo mis calcetines costándome horrores sentarme en el inodoro, tengo todas las extremidades molidas solo fue un desmayo. No comprendo porque me duele tanto.

Después lavo mis manos regresando a la cama que empiezo a odiarla de tanto estar ahí. Tiro de la puerta entre abierta cuando Luz vuelve dejando todo apresuradamente sobre el sillón.

- ¿Por qué te levantaste sola?

-Porque ya no aguantaba más – agarra mi brazo – además el sanitario no está lejos.

-Tú padre ¿tampoco ha venido? – no, digo con la cabeza.

Luz me está ocultando algo, sus expresiones lo dicen cuando habla sobre ellos. De verdad es necesario saber que pasa porque no han venido aún. Pero lo averiguare después de comer.

-Luz – bebo el jugo – tú sabes algo ¿verdad?

- ¿De qué hablas Minufer? – hacerse la tonta no le queda bien.

-De Brayden y mi padre por eso estas tan molesta ¿Qué escondes?

-No es el momento para hablar sobre ello.

Estoy más confundida que antes porque tanto misterio, todos mienten es obvio. Pero en que lo hacen.

No cabe duda que es muy serio, además es rarísimo la ausencia de los dos sin ninguna explicación. Para decir

verdad estoy preocupada de que les haya pasado algo malo.

***Este trabajo esta bajo contratado con NovelToon y la piratería, como la reimpresión sin permiso, están estrictamente prohibidas.***

***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***