Capítulo n°10: "Ocultando lo que es inevitable".

Christopher Michelin.

Desde que llego a mi vida, ella ha sido lo más importante. La protegí de su madre que la abandono sin escrúpulos, tuve que inventarle que murió en un accidente de tránsito. Creció bajo esa mentira que aún permanece creyendo y pretendo que así sea hasta que se case.

El investigador que contracte para saber su paradero confirmo mis sospechas, que esa mujer se fue con otro hombre, se casó cosa que no quiso conmigo y tiene hijos. Ella nunca busco a nuestra hija tampoco llamo para saber cuál era su estado, por lo que yo le mentí respeto a su existencia.

Después de tanto tiempo ella se encuentra en la ciudad, no se sus intenciones, pero para evitar cualquier encuentro fortuito con Minufer la voy a enviar de viaje con Brayden. Necesito saber exactamente que planea para realizar el siguiente paso, no me puedo dar el lujo de dejar todo al azar.

Me he encargado durante veinticinco años de ocultar una verdad que puede terminar en una verdadera tragedia. Minufer no me perdonaría tantas mentiras solo por protegerla.

Tomo un whisky doble pensando en tantas posibilidades de resolver el asunto referente a mi hija, necesito tener el control sin dejar cabos sueltos.

Por otra parte, el ex novio de Minufer volvió para recuperarla, pero tengo una ventaja a mi favor, ella no lo

recuerda debido al accidente que sufrió unos años atrás que fue su culpa y le pedí expresamente que desaparezca, sino que quería pagar las consecuencias de sus actos en la cárcel. Debí imaginarlo que era un cobarde porque no tenía suficiente coraje para enfrentarme y quedarse al lado de ella en la difícil

recuperación que tuvo que hacer.

Le advertí que no volviera a aparecerse por ningún motivo. Ella cree que nunca estuvo de novia, aunque la

realidad es otra.

Desde que Brayden apareció, se me cruzo la idea de un matrimonio arreglado, lo investigue buscando un punto débil y para suerte mía, estaba en quiebra. Así que puse en marcha el plan, primero hablando con él entablando las condiciones y una tentadora oferta, sin embargo, la actitud de mi querida hija en la fiesta fue realmente inesperada haciendo las cosas más fáciles.

Lo único que intento es no provocarle daño, sin embargo, creo que eso va a ser inevitable ocultando verdades que van a salir en cualquier momento.

Desde el abandono de su madre, la vida me ha llevado por diferentes senderos con caídas, aciertos y un corazón desbastado anímicamente, aún con mi niña en brazos sentía que no le hallaba un sentido a la vida. En las mañanas solo me levantaba cuando oía el llanto de Minu o en las noches dormía abrazada a ella cantándoles canciones de cuna para que no llorará tanto. Ella era la alegría de mis días, el corazón rebozaba contento al verla sonreír y se convirtió en la esperanza de un padre que no tenía más razón para vivir que ella.

Siempre en sus abrazos encontraba consuelo, en cada beso una caricia al alma y sus palabras eran curas para un corazón herido.

Pasaron años, meses y días hasta que tomé la determinación de ya no sufrir por una persona que no vale nada, empecé a reconstruir de nuevo los pedazos de un corazón pegándolos con muchos abrazos,

besos, caricias y risas que me proporcionaba Minufer. Eso salvo a este viejo que pretende verla feliz, aunque eso incluya perderla para siempre atreviéndome a elegir sin su consentimiento.

Vuelvo a servir en el vaso whisky, recostándome en la silla del estudio en mi casa respirando hondo. No hay ningún ruido, no me acostumbro a la soledad desde que Minu ya no vive aquí. Es un como irracional que se haya ido a vivir en un departamento cuando la mansión ha sido su hogar durante muchos años, su independencia era importante ya que creció bajo todo tipo de lujos.

Necesito una dosis de distracción sino me volveré loco pensando en el ¿Por qué? De su regreso, odio que ese tema ocupe espacio en alguna parte de mi mente.

Caminando abro la puerta del estudio para salir a la sala, encuentro a Carmen, la ama de llaves dirigiendo a los demás empleados. Le doy una mirada avisándole que voy a ir a dar un par de vueltas.

Enciendo el motor, doy marcha atrás girando el volante hacia la izquierda para salir por el portón que se abre

automáticamente, las ruedas rechinan en el pavimento cuando el auto comienza a encaminarse. Subo el volumen del estéreo para escuchar música.

El sol es apenas perceptible escondiéndose en el horizonte abriendo paso a la oscuridad de la noche,

tamborileando mis dedos en el volante al ritmo de la canción que suena hago un intento de despejar la mente para que las nuevas ideas puedan surgir.

Voy directo al “Night Club” de un importante amigo, el guardia de traje negro ya me conoce haciéndose a un lado, pasando sin necesidad de identificarme. Al ingresar las luces de colores están en su máximo esplendor acostumbrándome a ellas, hay bastante gente bebiendo y bailando. Yo subo a la parte de arriba, el guardia hace lo mismo que el anterior. En una mesa lo más alejado posible de la vista de los demás me ubico,

el mozo trae lo que consumo habitualmente; un whisky con mis ojos azules como la corbata que uso observo todo el espacio en el que estoy.

Algunas mujeres se sonríen al atrapar mi mirada viéndolas indiscretamente. Entonces caigo en cuenta que

necesito diversión al menos por esta noche.

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Brayden.

Antes que yo pierda la cordura, busco una remera para cubrir la parte de arriba desnuda, no quiero incomodarla.

Sus bonitos zafiros observan todo sin hablar, esta entretenida que no se da cuenta que ya he vuelto a su lado. En silencio también veo sus labios rosas que se los muerde, algunos lunares que tiene alrededor de las mejillas y en la frente, sus cejas son bien tupidas al igual que las pestañas. La nariz es fina en la punta, pero amplia hacia los costados como la mía.

Camina viendo los portarretratos sobre la chimenea detrás del sofá grande, la sigo oliendo el perfume a jazmín que envuelve todo el lugar a cada paso que da. Se detiene en el ventanal con cortinas blancas cuando la luna redonda aparece dejando la noche en día, la brisa mezclada con aire caliente y frío que ingresa hace volar sus pelos sueltos.

La claridad de la noche nos deleita porque las luces de la sala están un poco bajas, sigilosamente me acerco

metiendo las manos por la parte baja de su abdomen estrechando su cuerpo cerca del mío. Ella posa sus manos encima girándose para besarme de forma casta.

Se regocija en el pecho mío y sus brazos en mi cuello así nos quedamos acompañados de la noche estrellada, beso su cabellera que acaricio con mucho cuidado. No hace falta hablar, solo basta con una mirada para entendernos en lo que sentimos el uno por el otro. Disfrutamos el momento de los muchos que vamos a tener.

¡Brayden Roma estas perdido con esa mujer!

Exclama un yo interior que hace mucho que no me molestaba para darme consejos. Intento hacerla pasar un buen rato y no ser un “ogro” como lo sería Brayden Roma en su antigua vida, ahora tengo una nueva versión de él renovada.

-Debemos ir a comer – ella me mira sonriendo - ¿Qué trajiste de cenar?

-Canelones y de postre helado ¿Te gusta la elección que hice? – eleva ambas cejas con picardía.

-Ya lo veremos cuando lo pruebe – guiñándole un ojo de camino a la cocina.

Me sigue, enciendo el microondas para calentar la comida, de la alacena saco dos copas y descorcho el vino. Ella pone los platos tomando asiento en el taburete al frente de la isla, el pitido del aparato avisando que ya está lista la cena me causa risa porque Minufer con un codo apoyado sosteniendo su mentón en la mano no deja de mirarme. Sirvo en cada plato también el vino moviéndolo en la copa bebo saboreando el sabor

exquisito del mismo.

- ¡Que rico! – digo.

Su sonrisa es tan perfecta que descoloca a cualquier ser humano en la tierra, es su mejor arma para conquistar a un hombre.

Luego comemos sin conversación alguna, el chillido de los cubiertos al chocar en el plato es lo único que nos está uniendo en estos momentos. Ella no quiere decir algo, lo puedo presentir, pero no tiene idea de cómo enfrentar el tema. Yo tampoco, creo que se ira resolviendo a medida que nuestra relación avance o tengamos más confianza entre los dos.

La comida se acaba pasando al postre, ella lo sirve en copas grandes.

- ¿De qué sabor es? – pregunto rompiendo el hielo.

-De frutilla – responde - ¿Qué no te gusta?

-Solo quería saber.

Al acercarse a la par mía dejando el contenido, unto dos dedos y le hecho un poco en su nariz cuando la pillo

desprevenida, abre la boca para decir muchas cosas acompañada de carcajadas breves. Hace lo mismo obligándome a correr para que no me atrape, llegando a la sala, vuelvo a la cocina escondiéndome atrás de la puerta, espero hasta que aparece saliendo de improviso. Salta al verme tocándose el corazón, yo la sujeto con los brazos chupando sus dedos.

El carmesí sube a sus mejillas cuando la beso sin esperárselo, me separo para tomar aire, es demasiado calor

el que hay dentro de mi cuerpo.

¡Llamando a los bomberos!

Otra vez tú, dejaras de molestar alguna vez interrumpiendo con tus comentarios que no vienen al caso.

Abruptamente la suelto porque voy a perder los estribos, los sentidos y no podré parar cuando comience.

Sonríe de la manera más tímida que se pueda ver en una persona, casi como una adolescente a punto de tener su primera vez. Tengo que averiguar respeto a ello, pero seré paciente a que ella me lo cuente todo.

Con su ternura estoy rendido a sus pies, eso es a lo que le tengo miedo, su efecto en mí, como escandaliza a un corazón que nunca recibió amor y no poder dar lo mismo es perturbador porque corre el riesgo de ser lastimada sin querer hacerlo.

¡No sé en qué lio te metiste! Debes ser valiente para aceptar su amor.

Crees que no lo intento, si lo hago, aunque falle millones de veces. La vida ha sido desastrosa en todos los

sentidos desde que soy un niño, no se dar cariño mucho menos aceptarlo.

Rasco mi cabello nervioso al ver sus ojos llenos de confusión, lo que empieza a fastidiarme es que no diga nada al respeto.

- ¿Por qué tan callada? – suspiro llevándola de la mano a ver tele en el sillón – No tienes nada ¿Qué decir u

opinar?

-Es que no encuentro las palabras para hablar de lo que tú quieres.

- ¿A qué te refieres exactamente? – interrogo cambiando de canal.

-A la situación que hay entre nosotros – poniéndome de costado la escucho apoyado en la mano la cabeza. –

Estoy hablando de sexo.

Frunzo el entre cejo al escuchar sus palabras bien claras

 – Si, pero no es que quiera ya tener intimidad contigo – rozo su cara con los nudillos.

-Bien – se calla – no te molesta esperar ¿A que estemos seguro para eso? Digo, es algo a lo que estas realmente acostumbrado que ahora es diferente.

-Creo que te estas enredando con tus propias palabras Minufer.

-Es verdad – pone su cabeza entre sus piernas en rendición a hablar del tema – no sé cómo explicarlo.

-Está bien – digo tomando su rostro entre mis manos – no te preocupes hablaremos con calma, poco a poco ¿sí?

Asiente con un movimiento de cabeza. Vemos una película hasta que es demasiado tarde y que hay que dormir para ir a trabajar al día siguiente.

- ¿Me puedo quedar a dormir con vos? – eso me sorprende mucho.

-Con mucho gusto te acepto en mi acogedora cama.

Tomados de las manos subimos hacia la habitación, las sábanas están un poco desprolijas porque no la tendí al levantarme.

- ¿Quieres algo para dormir más cómoda?

-Bueno.

Le entrego una remera larga para que la use como camisón, va al baño y yo busco un pijama, no es buena idea que duerma desnudo. A los minutos estamos listos para irnos a la cama, ella toma el lado izquierdo y el derecho es para mí, apagamos la luz abrazándola pierdo sentido al absorber el rico olor de su piel.

Acariciando su delicada piel en los brazos descubiertos entro en un paraíso lleno de cálidos olores durmiéndome sin pensar en nada. No imagino otra cosa que su bello rostro.

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