Capítulo n°17: "Un día muy caliente".

Brayden.

Hoy vuelvo a trabajar. Después de una noche inolvidable con Minufer, su padre ha estado presionando para que nos casemos. De pronto tiene tanto apuro, no sé a qué le tiene miedo.

Es lunes, salimos temprano de casa para no quedar atrapados en el tránsito. La radio encendida nos brinda

información del tiempo, el sol hace su entrada con sus amarillos rayos.

El trayecto es bastante tranquilo hasta el destino marcada en el GPS. Y como no podría ser de otra manera, Minu, me acompaña.

- ¿Qué sucede? – mira por la ventanilla – Tengo algo en la cara y por eso te ríes – voltea a mirarme.

-No – no quito la vista del pavimento. – Solo que hoy estas muy hermosa – ahora sus mejillas son coloradas.

- ¡Gracias!

Su sonrisa es lo que me encanta ver. Sus pelos vuelan por el aire que ingresa de ambas ventanillas. Por sus gafas no puedo ver su expresión.

-Vamos a desayunar antes de ir a la empresa ¿Qué te parece la idea?

-Sí, cariño.

Estaciono frente a una cafetería cerca de la empresa. Bajamos encaminándonos tomados de la mano, ingresamos al lugar recibiéndonos un olor exquisito a café.

El mozo nos guía a una de las mesas vacías, entrega la cartilla para luego irse y dejarnos decidir.

-Muy bonito lugar – ella habla asombrada viendo todo a su alrededor.

Las fachadas son violetas, en una de las paredes hay un árbol dibujado, no se su nombre, pero unas flores en morado caen dando la sensación que esta plantado ahí. Las mesas y sillas son de madera, varios cuadros colgados y mucha luz entra por ambos ventanales.

-Realmente es hermoso, aunque lo que más me gusta es el olor a café – no miento.

-Y mi compañía ¿no te gusta?  - pregunta moviendo sus pestañas.

-La verdad – bebo del vaso de agua – es la mejor compañía que podría tener.

Su risa de vergüenza es tierna. No puede dejar atrás su timidez cuando yo le digo un piropo o elogio. Estiro el

cuerpo por sobre la mesa para darle un beso, pero corre su cara besando su mejilla y no su boca. No le gusta demostrar afecto en público.

- ¡No estamos solos Brayden! – exclama toda colorada observando si alguien nos vio.

-Eso no te debe importar. Ellos solo son observadores no tiene nada de malo.

El pedido llega interrumpiendo nuestra platica. Le sonrió a Minufer, ella blanquea los ojos porque no le

agrada mi opinión.

- ¿Qué decidiste con relación a lo que quiere tú padre? – interrogo llevando la taza a la boca.

-Mmmm – traga antes de contestar – yo creo que es muy apresurado. ¿Tú qué opinas?

-También lo creo, sin embargo, ya sabes cómo se pone cuando le das una negativa.

-Lo tendrá que aceptar quiera o no – unta mermelada en la tostada dándole una mordida.

- ¡Ya veremos! – ruedo mis ojos terminando el líquido canela.

Es un sabor suave que al estar en tu paladar no quieres terminar nunca de tomarlo, es muy adictivo. Pido otro, su mirada sorprendida penetra en la mía.

- ¿Qué? – digo algo alegre.

-Porque tomas tanto café – pone manteca en el pan. – El mío es mejor – wow que osadía.

-Es el mejor café que he probado en mi vida – sus ojos me fulminan – perdón es la verdad – se ofende fácilmente así que debo remedirme.

- ¡Amor mío! – llega la otra taza – el tuyo es el mejor del mundo – no quiere reírse\, pero igual lo hace.

Por su cara de picardía algo planea, lo puedo deducir.

Unos niños entran corriendo chocando con las personas que se retiran del lugar. Su madre lucha por retenerlos haciéndolos sentar, sus carcajadas comienzan a irritarme mientras Minufer las miras embelesadas. Apoyada en su mano sobre de la mesa y no se le quita la sonrisa al mirarlos.

Aún tengo el dilema del niño que no conozco, Florencia sigue insistiendo con lo mismo, me he negado a hacerlo porque mis razones son válidas. Yo no quiero tener hijos, sin embargo, ella tiene uno mío. Que no pedí.

La idea de que Minufer se decepcione al contarle de esa decisión es aterradora. También planeo decirle toda la verdad cuando nos casemos, no es justo que le mienta después de lo que sucedió conmigo.

Perdido entre mis pensamientos ella me habla cuando una de las niñas jala de la camisa.

-Senor – apenas puede pronunciar las palabras – puede pasar…me la pelo…ta.

Miró a mis pies, entre ellos se encuentra la pelota de goma pequeña, la pillo alcanzándola y muestra su tierna

sonrisa con pocos dientes. Seguro ya ha perdido algunos, la mujer lo lleva de nuevo a su lugar.

-No es hermoso ¿Brayden? – para nada son diablillos que no te dejan vivir, murmuro para mis a dentro.

-Claro – respondo secamente.

Observo la hora siendo muy tarde, tenemos varias reuniones y muchos pendientes que revisar. Así que apuro a mi bella dama ahora yo soy el que está en apuros.

-Adelántate – saco la llave del bolsillo dándosela – pago la cuenta y voy.

Sale sin decir nada, el muchacho trae la cuenta para pagarle, dejo la cantidad exacta y la propina. Guardo la

billetera, avanzo rápido y al llegar al auto Minufer no la veo sentada en el asiento de copiloto. Rodeo el vehículo montándome en el lado del conductor. Ella cruza las piernas relajadas atrás.

- ¿Por qué aún no has encendido el auto? – comienza el juego.

-Todavía es temprano – giro el cuerpo para ver su rostro y ella me guiña un ojo – solo serán un par de besos.

Estiro la mano para que me de las llaves - ¿Puedes devolverme las llaves? – las acerca retirándola de nuevo.

-Ven por ellas – su intento de seducción me causa gracia - ¿o no las quieres?

- ¡Por favor! – exclamo mordiendo el labio – debemos irnos sino llegaremos tarde.

-No es un problema para mí – la miró frunciendo el entrecejo.

-No hablas en serio ¿verdad?

Solo se encoje de hombros – Te estoy hablando en serio ¿me das la llave? – mueve la cabeza en señal de que no.

Justo hoy tenía que ponerse en plan de seducción y ahora ¿Por qué? Revuelvo varias veces el pelo dándome por vencido, bajo y voy directo a la parte trasera del auto.

Se muerde los labios cuando estoy a su lado, afloja la corbata y sus pupilas dilatadas me penetran causando un leve calor en la parte baja.

¡Me va a matar en cualquier momento!

Tomo sus labios dirigiéndome con las manos a su espalda para encontrar la llave, pero es astuta al no dejarla en cualquier sitio.

- ¡Buscas esto! – dice en mi boca mordiéndome el labio y agitando la llave.

Las mete entre sus senos apretando cada uno ante mi mirada lasciva. Al quitarse la campera de cuero quedan al descubierto en el escote de su remera, intento controlar mis sentidos y no caer en su trampa, pero ya no puedo resistirme.

-Estamos en un lugar público, Minufer – aparece una sonrisa de costado.

- ¡Eso no importa! Es lo que dices siempre.

-Eres una diabla queriendo corromper a un hombre decente.

-Tú me hiciste así.

En un impulso tomo sus labios mordiéndolos, ella me provocó despertando mi hambre. Muerdo sus pechos por encima de la ropa, su respiración se va acelerando cada vez más, su pollera es incomoda por lo que tengo que subirla a horcajadas sobre mis piernas.

Mete sus suaves manos por debajo de la camisa recorriendo con las uñas que parecen garras, mis pectorales y desprendiendo los botones.

Por suerte los vidrios son polarizados tampoco es que me importe si nos ven, no es cosa de otro mundo. Me

deshago de la remera enrollando la falda en su cintura, siento que explotare con tan solo mirarla desnuda, apretando sus mulos siento la necesidad de estar dentro suyo.

Creo que es la mejor locura que he hecho en mi vida. Quito su braga poniéndome en posición.

- ¡Por favor te necesito\, ya! – su suplica me vuelve loco.

Sostengo su cabeza con la mano mientras meto un dedo más saliendo un gritito de su boca. La dejo toda empapada hundiéndome completamente en ella. Sus gemidos son música en mis oídos de que no pare.

Se mueve de arriba hacia abajo aferrada a mi cuello mordiéndome el hombro para no gritar. No le falta mucho para tener su orgasmo espero con ansias que se derrita conmigo a dentro. La apretó fuerte hasta desplomarme también gruñendo lo rico que estar con ella.

La chica políticamente correcta, aparenta ser dulce e inocente, pero no lo es. Respiro con dificulta viendo sus

zafiros brillar.

- ¿Satisfecha? – hablo con su cuerpo todavía encima de mí.

-Un poco – dice con los dedos.

-Te amo – hablo en su oído.

-Yo más – hace un corazón con las manos.

Para recobrar la compostura esperamos hasta que se normaliza nuestras respiraciones. Ella sonríe

descaradamente acomodándose su ropa, yo me limpio con tolla húmedas para colocarme el pantalón y las demás prendas. Ni en mis mejores sueños imagine hacer algo así.

Estoy totalmente sorprendido con su actitud tampoco me iba hacer de rogar porque ella es todo lo que amo. Todo listo debemos volver a la realidad.

-Ahora si podemos regresar a nuestra labor de todos los días ¿verdad?

-Claro, amor mío.

Volvemos a la parte de delante, enciendo el motor girando hacia la derecha para seguir el camino que desviamos.

Amo verla a sonreír. Amo que sea loca conmigo y pervertida. Como no amarla si es todo lo que alguien querría para su vida. Mi alma ya comienza a arder en el infierno, la conciencia no tarda en recordarme las mentiras que le dije, que la amo con todo mi corazón no es ninguna mentira.

El trayecto no es tan largo por lo que llegamos en menos de lo esperado. Le dejo en el lugar a unos de los

encargados de llevarlo al garaje.

-Me veo bien – ahora se preocupa de su apariencia después de lo que hicimos – no estoy despeinada ¿verdad?

-Para nada cariño.

Tomo su mano avanzando, saludo a todo aquel que lo hace, las miradas solo se centran en la mujer que sostengo en el brazo, siempre hace lo mismo. Baja la cabeza avergonzada de los demás.

Eso no me gusta en ella, la inseguridad muchas veces no la deja en paz, creo que al principio de nuestra

relación era peor.

Con el tiempo lo va a superar. Llegamos hasta el ascensor, no demora mucho en llegar, entramos junto con otras personas. De reojo nos observan con la mirada desafiante cuando intento hablar para que quite sus ojos de nosotros, ella me lo impide. Ruedo los ojos, seguramente un par de golpes se hubiera llevado sino hubiera intervenido Minufer.

Menos mal que se bajó en el piso doce. El cuerpo tenso se relaja al sentir sus caricias en mi rostro. Beso sus

labios antes de que lleguemos.

La secretaria parece algo preocupada buscando papeles desesperadamente.

-Uma ¿Qué te pasa? Pareces que viste un fantasma – Minufer interroga a su secretaria en la entrada.

-Su padre se encuentra muy alterado porque su secretaria perdió unos documentos – respira – y quiere que lo busque.

-Voy a ver qué le pasa al señor gruñón – la chica ríe por el comentario.

Que hombre tan cambiante. No es alguien que trataría mal a uno de sus empleados, algo le está pasando. Es

inquietante verlo así.

Ingreso a mi oficina seguido por la secretaria que tiene pánico. Y antes de que me ubique en la silla, llegan unos gritos desde la oficina de mi queridísimo suegro. Apuro los pasos, giro la perilla entrando de golpe, los dos se me quedan viendo.

- ¿Por qué esos gritos? ¿Qué pasa? – su mirada fulminante se encuentra con la mía.

-Nada – interviene Minufer. – Mi padre no sabe explicarme que le sucede y por eso grita.

-No ocurre nada – Christopher eleva un poco la voz.

-Mejor nos retiramos – la saco antes de que exploten.

Sus ojos vidriosos me desarman, ella no esperaba esa reacción de su padre, nunca le alza la voz. Para él es la más importante en su vida también para ella, solo se levantó con el pie izquierdo.

-Minufer – seco sus lágrimas - ¿Te encuentras bien?

-Sí solo quería saber que le pasa – pasa la yema de su dedo debajo de sus ojos.

-Quizás no es buen día para él.

-Sí, pero eso no implica tratar mal a los empleados – pausa su discurso para tragar la saliva. – No es

justificación estar enojado e ir gritando a las personas.

-Está bien – beso su frente - ¡Cálmate!

La acompaño hasta su oficina encargándome de que se encuentre bien. Le sirvo un vaso de agua para que este más tranquila.

-Ya tranquila – bebe el agua – cuando se le pase la molestia vendrá a pedirte disculpas.

Vuelvo a mi lugar de trabajo dejándola pensar y que aclare sus ideas. Hablare en otro momento con él.

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