Capítulo n°11: "Recordando viejos tiempos".

Florencia.

Volví a esta ciudad por insistencia de la madre de Brayden con el fin de decirle la verdad a su hijo, ya ven se lo

confesé, pero aún no se ha comunicado conmigo para saber de su hijo.

Sé que fue una estupidez enamorarme de mi mejor amigo, aunque en ese tiempo era una adolescente rebelde sin remedio y obsesionada con él. No lo pensé dos veces en emborracharlo y tener relaciones, sin embargo, nada cambio desde ese encuentro. Todo siguió igual, yo la amiga incondicional y él, el soltero más codiciado de la universidad. Con el corazón roto en mil pedazos acepte seguir a su lado a pesar de amarlo tanto.

Nunca me resigne, siempre que tenía una oportunidad para hablarle de mis sentimientos lo hacía obteniendo su rechazo, que él no era una persona hecha para amar, que no creía en los cuentos de princesas y mil cosas más, negándose a recibir un poco de amor.

No solo fue una vez, fueron varias y de esa torpe insistencia tuve a mi hijo. Él cree que su padre lo abandono, me niego a decirle la verdad porque aún tengo la esperanza de que Brayden lo quiera conocer pronto. Sino deberé volver a Inglaterra sin ninguna repuesta para él. Siempre pide saber quién es su progenitor.

Todavía sigo en la ciudad esperando una repuesta por su parte y no quiero importunarlo llamándolo sin necesidad alguna. Creo que no puede asimilar mi confesión a eso se debe su silencio.

La enfermedad de papá y su muerte fue duro superarlo sola, no esperaba un desenlace tan horrible con él. Lo único que me sacó adelante fue enterarme de la existencia de Aron, mamá quería que no lo tuviera porque me negaba a decirle el nombre del padre de mi hijo. Si sabía quién era, no dudaría ni un segundo en buscarlo para decírselo, pero no estaba en condiciones de lidiar con ella menos después que perdí a papá.

Decidí por mi bien, estar alejada de su caótico amor, ella se fue de viaje y yo cuidé mi bebé. Sin tanta presión de su parte empecé a vivir disfrutando de la crianza de Aron.

Es un niño encantador, rubio de ojos verdes con muchas pecas en sus mejillas y en el puente de su nariz, tez blanca como papel y tiene la misma cicatriz que Brayden en su espalda, es una mancha marrón clara. Su sonrisa pone de cabezas mi mundo, es la razón que me ha dado la vida para seguir en la tierra luego de perder a la única persona que más amaba, más que a mí.

A veces quiero una familia con el padre de mi niño, pero ya paso mucho tiempo desde la última vez que nos vimos, no va a querer ni suplicándole de rodillas. Él no era alguien para tener una relación estable, lo supe siempre porque me lo decía y yo estaba ciega de amor que no veía la realidad.

Todos los fines de semana era una mujer diferente que salía de su habitación, era el centro de atención de las

muchachas cuando jugaba en el equipo de fútbol, todo un don Juan.

La necesidad de tenerlo en mis brazos era más fuerte que yo por eso volvía a caer en la trampa de mi corazón

enamorado, él era y fue una droga tan adictiva que alejarme fue la mejor decisión, aunque por lo que me fui se debe a la enfermedad de mi amado padre.

Fueron buenos los tiempos que convivimos, ahora solo son recuerdos llenos de nostalgia y cariño, mi

responsabilidad es proteger a nuestro hijo a eso me he dedicado desde su nacimiento.

Recostada a la par de Aron, le acaricio el pelo, pensando en un pasado que vuelve cada vez que sus ojitos me

miran y deseando que fuera de otra manera, aunque no me arrepiento de haber traído al mundo a su heredero que no quiere conocer. Tiene diez años, su padre no presencio su crecimiento y eso es lo que más duele en el fondo de mi alma.

Cubriendo un poco su cuerpito y levantándome lo dejo descansar, el dilema sigue rondando mi cabeza si me quedo o vuelvo a nuestra casa, la incertidumbre comienza a matarme. Apago la luz cerrando la puerta, bajo a preparar la cena para despejar la mente. Pico frutas en un plato también descongelo pollo metiéndolo al horno con papas, algo rápido porque muero de hambre. Seguro comeré sola, Aron ya no se despertará hasta

mañana a menos que su panza le pida comida.

Para acompañar destapo una botella de vino, bebiendo un par de tragos saco del horno el pollo bien jugoso como le encanta a mi hijo. Me doy vuelta, saltando del susto al verlo parado en la puerta sonriendo y olfateando el olor a comida.

- ¡Que rico\, mami! – su voz es muy alegre.

- ¡Que susto me diste Aron! – exclamo con una mano en el pecho – Pensé que ya no despertarías hasta mañana.

-Me dio hambre al sentir el olor a pollo – dice con ojos de cachorrito.

-Bien, toma asiento ya va a estar.

Como soldado se sienta, sirvo un pedazo en dos platos y le entrego un vaso con jugo, empezamos a devorar en silencio. De vez en cuando me brinda una tierna sonrisa con su boca llena.

- ¿Qué hay de postre? – preguntas antes de terminar. – Yo quiero helado mamá.

-Lo que hay es mucha fruta – me mira frunciendo el entre cejo – son buenas para crecer sano y fuerte.

-Está bien, pero podemos ver una película juntos – juntas sus manos en suplica - ¡Por favor, mamá!

-Solo si comes toda tú comida y las frutas ¿Está bien?

-Sí, mamá.

Juntamos las cosas sucias poniéndola en el lavavajillas, tomo su mano apagando las luces y subimos las escaleras, ya en su cuarto extiendo un poco las mantas acostándonos. Aron prende la televisión.

- ¿Cuál veremos? – interroga – Yo prefiero ver el hombre araña o Batman ¿y tú?

-La que tú quieras hijo – sonreímos ambos.

En la guía aparece el hombre araña siendo la elegida esta noche, ya se ha cansado de verla, tanto que me la sé de memoria, aunque él la ve una y otra vez. Ya ni siquiera le prestó atención a la trama solo divago en pensamientos.

A la mitad de la película me cabecea porque lo tengo sobre el brazo, le doy espacio para que estire su cuerpo todo lo que quiera, apago el aparato y al llegar a la puerta apago la luz cerrándola para irme a descansar también.

Estirando mis extremidades decido darme un baño para dormir fresca, no tardo demasiado debido a que ya es tarde, al salir cepillo delicadamente mi cabello. Mi reflejo en el espejo es bastante desastroso al ver dos enormes bolsas debajo de mis ojos.

Levanto las sábanas para meterme y tener un sueño reparador, reviso el celular leyendo mensajes de mi madre. Uno en particular llama mi atención, es Robert amigo y compañero de trabajo. Él siempre es atento conmigo, se ha comportado de una forma muy amable, simpático y me gusta como pareja. Él quiere que intentemos tener una relación de pareja estable, la idea es de mi agrado, aunque no puedo negar que siento un poquito de miedo.

Conoce mejor que nadie a mi hijo, se divierten mucho cuando se encuentran. Creo que sería un padre increíble, no necesito nada más que compruebe su cariño por mí. Nos conocemos hace años esa es la ventaja, me dio un tiempo para pensarlo si aceptar o no, pero ya no tengo dudas sobre él.

Sonriendo como boba apoyada en el respaldo de la cama, me bajo hasta meter todo el cuerpo dejando el teléfono en la mesa. Muerdo mis labios al imaginarme esos ojos miel con pintas verdes, lo extraño.

Era lo que no quería aceptar, me mentía demasiado. Poniendo debajo de la almohada una mano y la otra sobre de ella, apago la lámpara sometiéndome a la oscuridad de la noche. En estos días el insomnio me ha ganado por lo que a veces cuesta dormir sin estar preocupada, su silencio me perturba e incluso es molesto depender de su decisión para regresar a nuestro hogar.

Trato de alejar pensamientos llenos de intriga e incertidumbre hasta de dudas, dejando llegar las ganas de dormir porque debemos levantarse temprano para ir al parque.

Brayden no aceptara tan fácil formar parte de la vida de Aron, lo pude ver en sus ojos. Su madre querrá intervenir, pero no quiero que me odie por eso así que en días no recibo una repuesta de su parte tendremos que irnos.

¡Sera lo mejor! Quizás si hubiera sido otras las circunstancias él si participaría de su vida sin ningún tipo de

obligación, pero lo lamento más por mi hijo que lo quiere conocer. Él se lo pierde.

Es un niño increíble y deberá seguir adelante.

Después de unos minutos pierdo todo conocimiento sumergiéndome en un profundo sueño.

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